Por Pablo Vera, As.com
Desde su llegada a la Roja, Reinaldo Rueda ha debido liderar el manoseado concepto del recambio. Ese es un proceso lento y que no trae resultados inmediatos. Así pasa en todos lados, pero acá parece algo inconcebible e inaceptable. En el fútbol nos transformamos en un país donde pareciera que se deben ganar todos los partidos, sí, todos, sin lugar a excusas, razones o argumentos.
Pero el recambio, para que funcione, debe ir de la mano con la convicción, con soportar críticas, con probar una y otra vez y en eso sí que no se le puede reprochar nada al DT de la Roja. Durante su gestión se le ha criticado todo, absolutamente todo, con y sin razón, pero el colombiano ha sido firme y los resultados, y con esto no me refiero necesariamente a los triunfos, empiezan a asomar.
En tres fechas han habido 14 debutantes en partidos eliminatorios. ¡14! Y no debemos olvidar que estamos en un país donde los jugadores no abundan. Ante Uruguay jugaron por primera vez este tipo de partidos siete jugadores y todos respondieron. ¿Casualidad? Claro que no. Rueda los observó, los eligió, a muchos los llevó de a poco, hubo una preparación silenciosa y se logró rendimiento. Nicolás Díaz, seguido desde el Preolímpico Sub 23 es el mejor ejemplo. Se puso la Roja en un puesto que no era el suyo, ante un rival temible y en el Centenario, pero la camiseta no le pesó. Cero casualidad, ciento por ciento de convicción.
Ante Perú se sumaron otros seis nombres nuevos y el más llamativo fue Jean Meneses. Tuvo que lidiar con el peso de suplir a Alexis Sánchez, pero su titularidad no fue al azar. El ex San Luis ha estado en varias citaciones y hasta antes del duelo de ayer solo sumaba 129 minutos en amistosos ante Honduras y Guinea. No había tenido mayores chances, pero Rueda lo llevó de a poco, lo hizo sentir parte del proceso y tuvo convicción para saber que este era su momento. ¿El resultado? Un jugador atrevido, encarador, con confianza. Ahí se nota la mano de un DT y líder al que le creen.