El movimiento tuvo una magnitud de 6.7 con epicentro 144 kilómetros al oeste de Toltén y fue percibido en Ñuble, Biobío, La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos.
Un fuerte terremoto alertó a los habitantes de varias regiones al sur del país el domingo 27 de diciembre a las 18:39 horas. Esto alertó a la población quienes se preguntaron si se debe considerar a este movimiento telúrico como una alerta de actividad en el Volcán Villarrica o tal vez esperar un sismo de mayor magnitud como el ocurrido en mayo de 1960.
Al respecto el académico de la Universidad Católica de la Santísima Concepción e investigador del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres CIGIDEN, Roberto Benavente, comentó de manera preliminar, no se podría establecer una conexión entre este sismo y la actividad del volcán, ya que el terremoto ocurrió lejos del volcán Villarrica y su magnitud no fue lo suficientemente grande para activarlo.
Tal como explica el académico, este terremoto no fue de subducción (convergencia entre las placas Sudamericana y de Nazca), y es más bien un terremoto extensivo. “Su principal característica», sostiene Benavente, es que se produce en la zona donde la placa de Nazca comienza a curvarse para someterse a la placa Sudamericana. Esta zona se denomina fosa”.
Falla normal
Asimismo, el académico del departamento de geofísica de la Universidad de Concepción e investigador CIGIDEN, Marcos Moreno, indicó que el terremoto se desarrolló a una profundidad de 10 Km., dentro de la placa oceánica y su mecanismo indica un movimiento en una falla normal, es decir, una extensión y que probablemente, está relacionado al doblamiento o flexura de la placa oceánica.
“Ese tipo de terremotos han sido observados después de la ocurrencia de un gran terremoto interplaca, como el Valdivia en 1960 y el del Maule en 2010 y es muy probable que la actividad sísmica actual en el área donde ocurrió el terremoto de 1960, aún esté afectada por los efectos prolongados de este gran evento sísmico”, asegura el sismólogo.
El terremoto de 1960 fue tan grande (Mw 9.5) que indujo un periodo post sísmico, es decir, un periodo en el cual aún hay patrones de deformación caracterizados por una relajación del esfuerzo inducido por un terremoto y que ha durado varias décadas. Aunque los efectos a los que se refiere el experto han ido decayendo, existen indicios de que este segmento está volviendo a un estado denominado deformación intersísmica, periodo donde lentamente se acumula energía que será liberada en un próximo gran terremoto.
Futuros terremotos
Según Moreno, esto se puede observar a través de datos GPS, los cuales han registrado que las zonas costeras se mueven desde aproximadamente dos décadas hacia el este, producto del acoplamiento en profundidad del contacto entre la placa de Nazca y la Sudamericana. “Evidencia de que este segmento ha vuelto a acumular la energía suficiente para comenzar a producir nuevos sismos, es justamente el terremoto Mw 7.6 de Chiloé de 2016”, sostuvo el científico.
Aunque los investigadores descartan la posibilidad de predecir futuros terremotos, aseguran que los eventos extensivos intraplaca y cercanos a la fosa, como el ocurrido el pasado 27 de diciembre, pueden ser indicativos de procesos que ocurren en el contacto de las placas y “que es lo que nos preocupa, ya que acá ocurren los grandes terremotos”, sugiere Moreno. El experto agrega, que «hay que seguir monitoreando estos eventos para comprender mejor sus procesos».
Finalmente, complementa Gabriel González subdirector de CIGIDEN y académico de la UCN, siempre van a seguir ocurriendo sismos en zonas de terremotos antiguos, pero la diferencia es que no va a tener la intensidad del ocurrido en 1960. “Se necesitan como 400 años más para que uno de esa magnitud (9.3 a 9.5 MW) ocurra en esa zona. Estos son sismos menores producto del proceso de subducción que ocurre en todo el margen de Chile. Son esfuerzos que se liberan de manera continua y nada especial debería ocurrir”, concluye.