Un gran festín se llevaron los arqueólogos estos días, porque un termopolio (thermopolia), o mejor dicho, una especie de carro de comida fue desenterrado en Pompeya (Campania, sur, cerca de Nápoles).
El pequeño local de “fast-food” estaba ubicado en plena calle en la antigua Roma y está decorado con variados colores con una conservación excepcional, señalaron el pasado sábado quienes son encargados del sitio.
La barra del local, se conservó gracias a las cenizas lanzadas por el volcán, que erupcionó hace casi unos 2 mil años y destruyó la región.
Los restos ya habían sido parcialmente desenterrados en 2019, pero los trabajos se extendieron con el fin de intentar preservar por completo el sitio arqueológico.
En el local, ubicado en un barrio muy concurrido, entre el cruce de las calles “Las Bodas” y “Los Balcones”, se encontró un fresco que representa a una nereida, o ninfa marina, montada sobre un caballo, además de otras pinturas de gallinas y ánades reales. Todos pintados con colores brillantes.
Pero algo que ha resultado de gran importancia también son los restos de alimentos, que podrían brindar importante información sobre las costumbres gastronómicas de Pompeya en el año 79 de nuestra era.
Entre otras cosas encontradas en el termopolio fue un fragmento de hueso de pato, restos de cerdo y caracoles en recipientes de barro, además de alubias machacadas o porotos machacados, utilizados para modificar el sabor del vino.
Los investigadores determinaron -también- que varios ingredientes eran cocinados juntos, como se hace en una paella.
Según lo señalado por el director general del Parque arqueológico de Pompeya, Massimo Osanna, se trataría de un testimonio de la vida cotidiana de quienes habitaban esa región y que “las posibilidades de analizar este termopolio son excepcionales, puesto que por primera vez ha sido desenterrado todo un conjunto completo”.
Además de lo anterior, ánforas, una cisterna y una fuente fueron descubiertas, así como osamentas humanas, entre ellas las de un hombre de unos 50 años, cercanas a la cuna de un menor.
Ossana añadió que “el termopolio da la impresión de haber sido cerrado y abandonado apresuradamente por sus propietarios, aunque es posible que alguien, quizás el hombre más viejo, se haya quedado y falleciera durante la primera etapa de la erupción, al derrumbarse el desván”
Mientras que, otro de los esqueletos podría ser de un ladrón o fugitivo hambriento que, según los investigadores, fue “sorprendido por los vapores ardientes sosteniendo en una mano la tapa del recipiente que acababa de abrir”.
Hay que destacar que los “thermopolia”, que significa “comida caliente para vender”, eran muy comunes en el mundo romano y solo en Pompeya existían unos 80.