Desde el descubrimiento del primer planeta externo al sistema solar en 1995, se han logrado catalogar más de 4 mil de ellos. Ahora, un grupo de científicos descubrió seis que bailan con un peculiar ritmo.
Planetas al ritmo de un extraño compás
A unos 200 años luz de distancia, en la constelación Sculptor, cinco de los planetas descubiertos tienen un extraño comportamiento. Giran en torno a su estrella central, TOI-178 —el «homólogo» a nuestro sol—, y oscilan a un extraño ritmo pocas veces observado.
Según informó PHYS.ORG, la primera vez que se observó ese sistema solar, solo se observaban tres planetas. Sin embargo, en un nuevo comunicado calificaron el sistema como algo «desconcertante».
Resulta que son seis exoplanetas y todos, excepto uno, están bajo el ritmo de un extraño compás.
El parecido con nuestro Sistema Solar
Ignasi Ribas, Investigador en el Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña y del CSIC en el Instituto de Ciencias del Espacio, detalla que la resonancia es similar a una que se da en nuestro Sistema Solar con las lunas de Júpiter.
En este baile orbital, ‘Ío’, la luna más cercana a Júpiter, recorre cuatro veces más rápido el planeta que ‘Ganímides’, otra luna. Y ‘Europa’, la tercera luna, es un término medio entre ambas en cuanto a cantidad de órbitas en torno al planeta.
Una frecuencia más compleja
Bueno, lo mismo ocurre con el nuevo descubrimiento, pero de forma mucho más compleja.
Así como las lunas de Júpiter giran en torno a él en la razón 4:2:1, los cinco exoplanetas de TOI-178 orbitan en la razón 18:9:6:4:3.
¿Qué pasa con el sexto planeta? Hay un extraño exoplaneta que ha hallado su estabilidad orbital. Es el más cercano a la estrella, pero aún no se tiene certeza del motivo por el cual no oscila a su ritmo como los demás.
El hallazgo
Lo interesante de este descubrimiento son las diferencias con el Sistema Solar. Mientras que los planetas que conforman nuestro sistema tienen densidades distintas, las cuales son acordes a su cercanía o lejanía al sol, estos nuevos exoplanetas no lo son.
El hallazgo viene a desafiar la comprensión ya existente sobre la formación de planetas, lo que abre una puerta al aprendizaje y descubrimiento de nuevas teorías al respecto.
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