Hoy en Palabras Sacan Palabras conversamos con Alberto Fuguet sobre uno de sus últimos libros: “Despachos del fin del mundo”, y otros temas de la contingencia.
Para el escritor, “los cuicos de Cachagua son una tribu urbana, y el problema es como mal usan el lenguaje y sin quererlo hacen una especie de poesía chatarra. La niña que hablaba tenía su forma de expresarse como que le salía del alma, era parte de su ADN, junto con su sangre azul”.
“Tengo muchas ganas de conocerla y comprarle los derechos, porque rosa los sueños, resume todo”, agrega.
Sobre su libro, dice que “estaba escribiendo de otra cosa, y con tanta locura en la calle a partir de la revolución no era capaz de escribir nada. Sólo veía tele y estaba en Twitter. Entonces dije, ‘si esto va a continuar para siempre, nunca voy a escribir un libro’. Por eso, escribo sobre lo que está pasando y voy mezclando en una especie de diario falso de vida con sentimientos míos y el día a día”.
“Una cosa que me fascinó de la pandemia es cómo este país, que le tenía pánico a los extranjeros -haitianos y colombianos-, y ahora pasaron a ser nuestros héroes. Por eso aparecen en la portada del libro. Todo el mundo del delivery, para cierta clase social, fue la primera línea de la pandemia”, observa Alberto Fuguet.
Y recuerda una anécdota de su amigo vocalista de Faith No More: “Mike Patton llegó (el 91, Viña del Mar) a Chile y dijo: ‘Aquí hay algo sospechoso, esto parece California pero no lo es’. Le parecía que la prensa y el espectáculo era una rotería sin nombre… ¿Cómo podían mezclar esas cosas y por qué la gente admiraba esto? (…) Para él, el Festival de Viña era algo muy provinciano”.