Levón Arakelián, un hombre armenio, dedicó cerca de 23 años de su vida a excavar y esculpir con solo un martillo y un cincel una cueva de 280 metros cuadrados.
Según Tosia Garibián, viuda de Arakelián, todo comenzó cuando su esposo se puso a construir un pozo para guardar papas y, al encontrar una piedra de 80 centímetros, aproximadamente, decidió continuar excavando.
El proyecto se convirtió en días un trabajo de tiempo completo, llegando a estar excavando hasta 18 horas diarias. Es por esto que Garibián fue quien tuvo que hacerse cargo de sus cuatro hijos y de sustentar económicamente a la familia.
Finalmente, según informó RT, aunque Arakelián falleció en 2008 a los 67 años, su obra permanece abierta al público como un museo.