Era domingo por la tarde, Marcelo Ríos venía de ser campeón en Indian Wells, en la costa oeste de los Estados Unidos y ahora estaba mano a mano en la final de Key Biscaine con Andre Agassi. Pete Sampras llevaba cinco años seguidos como el número uno del mundo y sólo un triunfo del chileno lograría lo que parecía imposible: destronar al supremo.
En enero de ese año había sido finalista, por primera vez en su carrera, de un Grand Slam. Perdió la final del Abierto de Australia con Peter Korda, quien años más tarde sería castigado por uso de dopaje. Hacía sólo meses Larry Stefanski había asumido las labores de técnico de Ríos y los efectos estaban a la vista. Marcelo Ríos en poco tiempo estaba entre los diez mejores jugadores del mundo. Su riqueza técnica de la mano con un trabajo físico importante marcaba el camino de la gloria.
Una tarde de calor y humedad para el número uno de Ríos
Esa tarde en Key Biscaine el calor y la humedad eran enemigos, principalmente del chileno, peor lo era aún más Andre Agassi, quien venía en franca recuperación y aparecía como uno de los escollos más duros para Rios en su camino al número uno. Pese a todo y todos, el partido avanzó en favor de Ríos. Ese día el “chino” desplegó su mejor tenis, con golpes certeros, juego de fondo potente y toques de la magia habitual de uno de los más talentosos jugadores que formaron parte del circuito ATP en toda su historia marcaron el trámite del partido.
7-5 y 6-3 en favor de Marcelo lo encaminaban, pero había que ganar por tres set y la recuperación del Kid de Las Vegas podía pasar, era esperable, pero Ríos no dio espacio para problema. Fue ese último saque que nos tuvo en vilo cuando la devolución de Agassi se fue larga y la tercera manga quedaba en favor del chileno 6-4. No había dudas, se acababan las amarguras y por fin teníamos a un número uno del mundo, pero número uno de verdad, motivo suficiente para que el país saliera a la calles a celebrar al nuevo monarca del tenis, ese día 29 de marzo de 1998, un domingo cualquiera Marcelo Ríos se convirtió en el primer sudamericano en ser el mejor tenista del mundo y nosotros… inflábamos el pecho porque ya nada sería como antes y las nuevas generaciones lo saben bien.