Es esencial garantizar la continuidad en el servicio de agua con los estándares de calidad exigidos y producir la cantidad suficiente para los usuarios.
A pesar de lo importante que es contar con sistemas resilientes para la provisión de agua potable y en particular; cuando ocurren desastres de origen natural, aún no existe en Chile una metodología consensuada para la evaluación de resiliencia de estos sistemas.
Es por esto que las investigadoras de la línea 5 “Evaluación socioeconómica para la mitigación del riesgo de infraestructura crítica” de CIGIDEN, María Molinos (vicedecana de Ingeniería UC), Alondra Chamorro (Investigadora Principal CIGIDEN y académica de Ingeniería UC) y la ingeniera Gabriela Quintana. Realizaron una revisión de la literatura disponible en torno a las capacidades y propiedades que debe tener la infraestructura crítica para ser considerada como resiliente.
Investigadoras y el agua
En base a esa revisión, proponen una definición de sistemas de provisión de agua potable resilientes a amenazas de origen natural, que resumen en el artículo científico titulado: “Resilience of critical infrastructure to natural hazards: A review focused on drinking water systems». “Un sistema de abastecimiento de agua potable resiliente expuesto a amenazas de origen natural; se presenta como un sistema de infraestructura crítica compuesto por un conjunto de estructuras de captación y producción de agua potable y un sistema de redes para su distribución que debe garantizar la continuidad operativa del servicio”, asegura María Molinos.
También, complementa la experta; es necesario mantener los estándares de calidad exigidos para producir la cantidad de agua suficiente para que todos los usuarios de la red puedan suplir sus necesidades, durante y después de la ocurrencia de un evento natural extremo.
Abastecimiento de agua y desastre
La experta, quien recientemente fue reconocida en el ranking elaborado por la Universidad de Stanford – que destaca la investigación de mayor impacto a nivel internacional – explica que para cumplir con este propósito, los sistemas de abastecimiento de agua potable deben poseer la robustez necesaria para resistir los efectos de un evento disruptivo de origen natural, y reducir así las consecuencias del mismo.
“Esto se refiere a que deberían contar con una redundancia tal en sus funciones; que les permita reforzar la distribución y evitar al mínimo las interrupciones en el abastecimiento de agua potable. Al igual que los efectos negativos que puedan afectar la calidad del agua durante un evento extremo”, sostiene Molinos.
Según las investigadoras CIGIDEN; el sistema de agua potable para que sea resiliente debe ser diseñado como tal o bien adaptado acorde a su exposición a amenazas; mediante adecuadas medidas de mitigación que le permitan una vez ocurrido un evento poder recuperar su capacidad de la forma más autónoma y rápida posible. Dependiendo de las acciones de mitigación; aplicadas estas pueden mejorar los niveles de operación de los sistemas antes que ocurra un evento como también su respuesta una vez ocurrido.
De acuerdo a la vicedecana de la Escuela de Ingeniería UC. Al invertir en resiliencia se esperaría que “se debería mejorar el nivel de servicio de agua potable en un porcentaje igual al que la población recibía en la situación original; antes del desastre”.
En su estudio las investigadoras concluyen que el concepto de resiliencia debe ser sustentable en el sentido que debe involucrar además de la dimensión técnica. La ambiental; organizacional, social y económica. Integrar todas estas dimensiones es vital; para evaluar y mejorar la resiliencia de los sistemas de provisión de agua potable.