¿Cuál es el mejor disco de Metallica? He ahí un debate eterno que nunca pierde vigencia y que tiene varias respuestas posibles, obviamente ninguna es la correcta porque todo dependerá de ciertos parámetros, pero si se hace un sondeo a nivel mundial, probablemente una importante mayoría coincida en que “Master of puppets” es la obra definitiva de la banda.
Hoy el álbum cumple 35 años desde el día de su lanzamiento, 3 de marzo de 1986, así que le dedicamos estas líneas para desmenuzarlo. Se ha hecho otras veces, pero por qué no volver a repetirse el placer.
Contexto
1986 era plena guerra fría, prácticamente todos los discos de metal de ese entonces estaban inspirados por la ansiedad latente de que en cualquier momento podían hacer estallar el mundo. Fue el año del desastre de Chernobyl, de la explosión del Challenger, acá en Chile tuvimos el atentado a Pinochet, es decir, de que fue un año con emociones fuertes, lo fue. En lo musical, fue el año de ‘Reign in blood’ de Slayer, de ‘Peace sells’ de Megadeth, de ‘Darkness descends’ de Dark Angel, de ‘Pleasure to kill’ de Kreator, básicamente el año crucial para el thrash metal.
Qué pasaba con Metallica: durante todo el año previo, 1985, habían estado girando por toda Europa y Norteamérica, con bandas como W.A.S.P., Tank y Armored Saint, además de ser parte de festivales como Castle Donington y el Day on the Green. Con eso dieron a conocer su “Ride the lightning” por todos lados. A fines de 1985 se recluyen en un estudio en Copenhague, Dinamarca, bajo la producción de Flemming Rasmussen, para componer y grabar “Master of puppets”.
Canciones
Lo que salió de esos días en Copenhague fue esta producción redonda que hoy está de aniversario. Todo parte con “Battery” y una intro acústica que luego se vuelve una descarga bestial de energía, para poner los ánimos a tope y recordarnos que estamos escuchando a la banda que inventó el thrash… o por lo menos la que ganó el quién vive al lanzar el primer disco profesional del estilo. Pero hablaremos de eso en el aniversario de “Kill ‘em all”.
Si “Battery” ya nos deja sudando, la continuación es con “Master of puppets”, una de esas canciones que pueden considerarse perfectas. Lo tiene todo: un riff endemoniado, una letra que pone los dedos de punta, un coro para vociferar a grito pelado, potencia, melodía, un intermedio instrumental de lujo, uno de los mejores solos de Kirk Hammett… perfecta.
Después viene “The thing that should not be”, que baja la velocidad respecto de las dos primeras canciones, pero no por eso la intensidad y pesadez. Esta de alguna manera anticipa ciertas cosas que después desarrollarían en “…And justice for all”. Un tema de ritmo especial, con un riff muy machacante y una lírica inspirada en los horrores de H.P. Lovecraft.
El cierre del primer lado (los que conocimos el disco en la época de los cassettes nos quedamos para siempre con esa estructura) es con “Welcome home (Sanitarium)”, un tema que en cierto modo es pariente de “Fade to black” del “Ride the lightning”, ambas tienen ese inicio lento y épico, que de a poco va creciendo hasta un clímax fenomenal.
El segundo lado es menos célebre en cuanto a títulos, pero igual de genial en cuanto al contenido: abre con “Disposable heroes”, que a juicio de quien escribe estas líneas, es derechamente la mejor canción del disco. Riffs embaladísimos y rompedores de cuellos, la banda tocando al tope de sus posibilidades en lo que mejor sabe hacer y una letra anti militarista que inspira una de las creaciones más logradas del grupo. Debió ser tan famosa como “Master of puppets”… humilde opinión.
Lo que sigue es “Lepper messiah”, poniendo otro cambio de velocidad respecto de la fuertísima pieza anterior, no es tan embalada pero los riffs siguen siendo potentes y va dedicada a los predicadores televisivos gringos. Esto le valió algunos problemas a James Hetfield con sus padres, que eran seguidores de esos embaucadores.
Y después viene “Orion”, prácticamente un capítulo aparte dentro de todo el disco, una aventura instrumental donde el protagonista y héroe es Cliff Burton y su bajo. No se había mencionado hasta ahora en el texto, pero sí, todos lo saben, este fue el último disco con Cliff Burton, eso le da una carga especial a todo lo que hemos estado hablando. Y es en “Orion” donde más se luce: un volón dividido en dos partes, la primera con un par de riffs que terminan empalmados con el bajo de Cliff, al que en determinado momento le sueltan la correa y se larga con unas virguerías en su bajo, como si hubiera querido dejar un último testamento de maestría antes de su prematura partida. Para el final, Lars Ulrich, James Hetfield y Kirk Hammett meten también lo suyo para redondear un temón que debería ser materia obligada en los colegios.
Finalmente, el cierre con “Damage Inc.”, probablemente la canción más rápida, pesada y chacal de todo el álbum. Poco más que agregar, simplemente un torbellino para terminar por lo más alto.
El factor Cliff Burton
Como mencionamos, fue el último disco con Cliff Burton, por lo tanto una bajada de telón para toda una época… que fue muy breve. Hay que considerar que apenas habían pasado tres años entre el debut discográfico de Metallica y “Master of puppets”. Es como estar hablando ahora de algo que haya pasado entre 2018 y 2021. Nada. Sin embargo, en ese corto espacio de tiempo, Metallica revolucionó el rock, en gran parte por el aporte inmenso de Cliff Burton. Era el más preparado musicalmente del grupo, el “intelectual” del lote y el de personalidad más especial, todos lo recuerdan como alguien distinto.
Tenía solamente 24 años cuando falleció en un increíble accidente de bus mientras viajaban por Suecia en plena gira. Con él se fueron cosas que la banda, según muchos, nunca ha podido recuperar. No se sabe cómo habría sido el futuro del grupo con Cliff Burton, pero lo concreto es que después vinieron muchos cambios y empezaron a escribir otra historia. El Metallica inicial se acabó con “Master of puppets” y según una gran parte del público, lo hizo en su punto cúlmine. Aunque para mí, respondiendo a la pregunta con que parte este texto, el mejor disco es el “Ride the lightning”. Pero solamente por un pelo, porque de todas maneras “Master…” es una obra maestra. Felices 35 años.