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«Let It Be»: en el ocaso de The Beatles, las buenas canciones viven para siempre

Incluso al borde del final, los cuatro de Liverpool eran capaces de despacharse clásicos instantáneos como en este disco que cumple 51 años.

Hector Muñoz |

Beatles Let It Be Promo Web Ok

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Todos sabemos que la gran canción final de The Beatles es una épica a tres guitarras. El punto final más bello en letras que una banda pudo dejar como legado a modo inconsciente. Esa línea sincera que dice «y al final, el amor que recibes es igual al amor que das». Esa preciosa “The End” con la que The Beatles cerró ese glorioso lado B de muchas canciones cortas y un solo sentimiento del “Abbey Road”.

Sin embargo, el tristemente célebre disco “Let It Be”, fue conocido en ese entonces como el último de los cuatro de Liverpool. Fue lanzado el viernes 08 de mayo de 1970. Pero sus canciones tenían al menos un año y algo de existencia.

Un disco grabado en el «invierno del descontento»

En enero de 1969, Paul McCartney quería que The Beatles recobrara esa mística de antaño y se sintieran nuevamente como grupo. Con su insistencia, trabajaron una serie de canciones nuevas para estrenarlas en un concierto grande y grabar un disco en vivo, sin trabajo de estudio. Volver a las raíces y a la esencia era lo que traía “Get Back”, como se iba a llamar originalmente el disco en vivo. De todas maneras, las canciones las terminaron en sesiones de estudio ese mismo mes. Y cerraron todo con una tocata en la azotea del edificio de Apple.

Todo el material lo engavetaron, ya que nadie quedó conforme con lo realizado. Sin embargo, John Lennon le pasó las cintas y la película que había filmado Michael Lindsay Hogg a su nuevo amigo, el productor Phil Spector, quien logró terminar 12 tracks para el álbum que todos conocimos como “Let It Be”. Dos de ellas, trabajadas con su marca registrada, el «muro de sonido», la monumental pared sonora que tanto maravilló y afectó a un joven Brian Wilson a comienzos de la década de los 60.

Las canciones de «Let It Be»

¿Las canciones? A pesar del ambiente, increíbles como de costumbre. Si revisamos el listado de ese primer “Let It Be”, ese CD que todos tenemos hace mucho tiempo atrás, nos encontramos con perlas maravillosas, partiendo con “Two Of Us”, una de las últimas colaboraciones de John y Paul juntos que, curiosamente, es una hermosa canción sobre una relación ya madura. Después, uno de los mejores riffs de guitarra que haya escuchado, el de “Dig A Pony”; en realidad, ¿hay algún punto bajo en esa canción, tomada prácticamente en vivo de la azotea en Saville Row? Las armonías vocales de John y Paul. El solo de guitarra y los arreglos demoledores de George. La batería sólida de Ringo y el teclado siempre presente de Billy Preston. Todo eso hace de esta una preferida de siempre.

En “Across The Universe” vemos más la mano de Spector, con su «wall of sound» característico, bajando un poco las revoluciones, pero dejando la canción con atmósferas casi insospechadas. Después, la mano de Harrison para una de sus últimas entregas de autoría para la banda, con “I Me Mine”, un vals delirante, poderoso y cautivador, que en realidad quedó a medio terminar en las sesiones de enero de 1969, pero completado un año después, junto a Paul y Ringo. Lennon, a esas alturas, y como bien sabemos, ya se había marginado de los Beatles.

Rescate al pasado y sus días de Hamburgo y el Cavern

En las sesiones improvisaron muchas canciones viejas, muchas del repertorio de Hamburgo y el Cavern, además de probar con muchísimas cosas que iban escuchando y pegarse en eternos jams. Uno de esos fue el de “Dig It”, que en el disco aparece brevemente para introducir a “Let It Be”, una de las canciones más hermosas que haya escrito McCartney para la música popular, un susurro de su madre Mary, un canto casi de esperanza y liberación que se constituyó en himno; acá sale con un demoledor solo de George muy en estilo Eric Clapton, que le da un toque bluesero único. Para cerrar el lado A, otro de esos bocadillos de improvisación, en “Maggie Mae”, una cita a una vieja tradicional.

El lado B lo abre la monumental “I´ve Got a Feeling”, otra de las colaboraciones genuinamente Lennon-McCartney, otra más para el cancionero de grandes temas del rock de todos los tiempos. El mood de riffs continúa en un rescate del pasado con “One After 909” y la inventiva lúdica de Lennon quien, a pesar de negarlo siempre, era uno de los mejores entretenedores sobre un escenario.

Seguimos el viaje con “The Long And Winding Road”, trabajada hasta la saciedad con el “all of sound” de Spector, y que en su momento provocó la ira de McCartney, al ver que su sencilla canción creció más de lo que hubiese querido. El tiempo le dio el poder para mostrarla como realmente la había intentado en “Let It Be… Naked”.

“For You Blue” es otra de esas juguetonas que Harrison estaba haciendo con maestría a esas alturas. Un blues con sabor a country, con John en el slide y Paul al piano “honky tonky”, una verdadera delicia. El disco cierra con la toma en vivo de “Get Back”, otra clásica con solo de teclados del gran Preston, y las últimas palabras de Lennon en un «escenario» como beatle: «quisiera darles las gracias de parte mía y del grupo, y esperamos haber pasado la audición”.

Ese fue el “Let It Be” que conocemos y que tenemos hace mucho. El que, en la contratapa, advertía sobre la calidad “cruda” de varios tracks, registrados en vivo. Ese es el “Let It Be” que queremos. El de carátula sencilla, negra. Con los rostros de los Beatles a modo de collage sencillo, la que todos tuvimos en alguna polera en el pasado. El testimonio eterno de que, incluso al borde del final, los cuatro de Liverpool eran capaces de despacharse clásicos instantáneos.

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