Stewart Copeland está trabajando en un libro basado en un diario que, según él, se centrará en la primera época de The Police.
La publicación, que saldrá a la venta a principios de 2022, recuerda íntimamente momentos emblemáticos como el primer encuentro de Copeland con el futuro líder Sting: «Una noche en Newcastle, vi una banda llamada Last Exit. El bajista era genial. Consigue su número». Sus primeros ensayos juntos descubrieron una sorprendente química, y Police empezó a tomar forma.
Copeland señala que todavía había un largo camino por recorrer, describiendo la época como los «años de hambre». The Police seguía «cargando con amplificadores, entrando y saliendo de los conciertos, recogiendo el dinero, pagando el alquiler. Tengo esos diarios y todos los garabatos que los acompañan, y eso es el libro».
En declaraciones al sitio Ultimate Classic Rock, dice el músico: “Miro hacia atrás y hay una especie de desesperación. En aquel momento, recuerdo que estaba lleno de angustia y que me sentía impulsado pero optimista, asumiendo que «sé que lo voy a conseguir. Lo vamos a conseguir. Sé que lo vamos a conseguir». Que es lo que piensan todas las bandas, o si no se van a buscar otra banda. Pero leyendo de nuevo, la energía [como] el día comienza. Ya sabes, «nueve en punto, recogí el camión. A las diez, en la casa de Sting y recogí su Fender Bassman, conduje hasta la casa de Andy. Fui a ensayar. Ensayé hasta las cuatro. Llevé el equipo de vuelta. Salí a comer comida india». Cada comida india que tuve fue cuidadosamente anotada en los diarios. ¡No tengo ni idea de cuál era esta obsesión! [Risas.] Era sólo este ritmo, día tras día tras día, la rutina de la misma. En un momento dado, escribí en los diarios: «Tengo 70 libras, debo 70 de alquiler. Tengo dos libras en el bolsillo, hasta mi próximo golpe de suerte».
“Realmente nos ganamos la vida como banda. Nos pagábamos a nosotros mismos. Hacíamos un concierto y nuestros gastos eran tales, nos pagaban 20 libras, nos gastábamos esto en el camión, aquello en la megafonía y demás. ¿Un roadie, sobre todo? En realidad, no teníamos un roadie. La megafonía venía con su propio chico. Llevábamos nuestro propio equipo y lo montábamos nosotros mismos. Nos íbamos a casa esa noche con cinco o diez libras en el bolsillo”; agrega.