“La angustia adolescente ha valido la pena, ahora estoy aburrido y viejo”. Con esta frase comienza el viaje introspectivo de la voz de Nirvana, Kurt Cobain, que según la crítica especializada y las distintas interpretaciones de sus seguidores, dio a conocer sus pensamientos más íntimos ante el público. In Utero, el tercer y último lanzamiento discográfico de la banda procedente de Aberdeen, Washington.
El grunge en el panorama mundial
Un sonido rudo, sucio y directo fue el que inició Nirvana al componer su primer disco junto al sello Sub Pop. Bleach (1989) fue el álbum encargado de posicionar a Nirvana en los escenarios a lo largo y ancho de Estados Unidos. Fue muy bien recibido por la crítica y vendió más de 40 mil copias, lo que significó un pasaporte para fichar por multinacionales y disponer de los medios para seguir posicionándose en la escena musical norteamericana.
Nevermind (1991) sería la producción que catapultaría a Nirvana al panorama mundial. La banda de grunge ya dejaría las presentaciones en recintos más limitados y comenzarían las giras por distintos países con más de 100 mil asistentes. Fue tal su éxito, que el grunge se hizo conocido a nivel mundial, y el disco fue aclamado por la crítica, posicionándolo como uno de los mejores álbumes del año y de toda la historia.
El después de Nevermind
La interrogante que invadió a los fanáticos de Nirvana era si la próxima producción discográfica seguiría la línea del exitoso Nevermind, o si se emplearían nuevas fusiones con diversos estilos musicales. Con el tiempo se supo que el grupo optó por volver a lo que fueron sus inicios, en una búsqueda por reencontrarse con su propia identidad, intentando desmarcarse de la palabra “comercial” y apartándose del disco que los llevó a dominar el mundo.
La tarea no era fácil, por ello Nirvana se internó en los alejados Pachyderm Studios en Minnesota, para así comenzar a trabajar en In Utero. Para Kurt Cobain el objetivo principal era volver a las raíces del punk-rock, aunque eso significara remar contra los fanáticos de Nevermind. Los trabajos del ingeniero Steve Albini fueron imprescindibles para los primeros pasos de la banda en su tercer y último disco. Y no por nada estuvo a cargo del proyecto, ya que contaba con experiencia de sobra al grabar con Pixies, The Breeders, Jesus Lizard, entre otros.
In Utero, de vuelta a casa
En febrero de 1993, fueron 14 días de intensas grabaciones, y el resultado fue 41 minutos del sonido más puro de Nirvana. El camino no fue fácil, debido a que entregado el disco por parte de la banda al sello norteamericano Geffen, este lo rechazó en primera instancia, argumentando que era necesaria una regrabación para hacer del proyecto una música más agradable y “radiable”.
El sello entregó como opción una mejora en las mezclas. Albini se opuso a esa idea, ya que existía con anterioridad un acuerdo de no modificar las grabaciones de esas dos semanas. El llamado de emergencia fue a Scott Litt, quien cooperó en ajustar los detalles y así cumplir con los requerimientos del sello discográfico.
Así un 21 de septiembre de 1993, se dio a conocer al mundo In Utero, una nueva aventura que dejaría muy satisfechos a Kurt Cobain, Krist Novoselic y Dave Grohl, y que pondría al descubierto la incesante lucha interna por la que pasaba el líder de la banda. Este título marcaría la despedida discográfica de la importante, exitosa e influyente agrupación.
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