Si sacamos la cuenta, Clint Eastwood lleva al menos un par de décadas haciendo una “última” película. Cada entrega a su abultada filmografía en el siglo XXI suena a una despedida, casi como cuando vemos a una de las leyendas del rock por estos lados en la que podría ser perfectamente “la última vez”. Pero no es el caso de este realizador que desde el comienzo ha sabido levantar un mundo propio.
Y con ese tenor nos recibe “Cry Macho”, contándonos la historia de un ex corredor de rodeo ya retirado en los Estados Unidos de hace cuatro décadas. Veterano y viudo, queda rápidamente establecido su camino personal para llevarnos a lo que nos convoca: un viaje de carretera para llevarle a su ex jefe su hijo adolescente desde México.
Clint Eastwood y un relato dulce y entrañable
Ya eso nos sitúa en otro plano. Acá no hay cabida para la introspección de Mike Milo, el otrora estrella del rodeo, en lo que podrían ser sus últimos días mirando hacia en horizonte. Clint Eastwood desecha cualquier atisbo de melancolía para entregar un relato sumamente ágil y familiar en esas carreteras que unen Texas con México. Los pueblos fronterizos, el poder sentir de inmediato la esencia de una Norteamérica diferente a la de estos días.
Todo esto la hace una de las películas más dulces y entrañables en toda su trayectoria. Es en su tono sin pretensiones donde Clint Eastwood vuelve a triunfar por enésima vez. Cuando la vez en pantalla grande, su mano se reconoce de inmediato y te hace sentir en casa. Te acompaña en una hora y 45 minutos que ni los sientes, con más de alguna lección para tomar una vez que termina.
Clint Eastwood, quien personificó lo macho prácticamente toda su carrera, se nos muestra en apariencia frágil pero con la misma esencia y esperanzados de que le queda cuerda para rato. Como los clásicos inmortales.
«Cry Macho» está disponible en la catelera local desde hoy.