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El día en que murió John Lennon

Falleció a las 23:15 de la noche tras cinco tiros a quemarropa. Su asesino Mark David Chapman sigue en la cárcel cumpliendo cadena perpetua.

Hector Muñoz |

John Lennon 1980 Getty Web

John Lennon 1980 Getty Web

Han pasado 41 años desde que John Lennon muriera asesinado a las puertas del edificio Dakota, donde residia. Y Mark David Chapman, el hombre que lo mató, quería hacerse famoso. Faltaba poco para medianoche, del 8 de diciembre de 1980, cuando por los parlantes del St. Luke’s-Roosevelt Hospital de Nueva York empezó a sonar «All My Loving» de The Beatles. Y muchos de los que la oyeron empezaron a llorar al enterarse de que los rumores que circulaban por el hospital eran ciertos: John Lennon había sido asesinado.

Cuando la policía llevo el exbeatle al centro, el doctor Stephan Lynn intentó reanimarlo, pero no pudo hacer nada, había perdido mucha sangre. Las balas que Mark David Chapman había usado eran huecas (se expanden en el impacto) y el parte médico fue demoledor: «Shock hipovolémico, causado por la pérdida de más del 80% del volumen de sangre debido a múltiples heridas de bala en el hombro izquierdo y el pecho izquierdo que causan daños en el pulmón izquierdo, la arteria subclavia izquierda y tanto la aorta como el arco aórtico».

Casi 16 horas antes, alrededor de las 07:30 am, Lennon se había despertado cansado pero feliz. La noche anterior había estado terminando los arreglos de «Walking on Thin Ice», un tema que, junto con su mujer Yoko Ono, iba a grabar esa misma mañana. Y, aunque se había levantado una hora más tarde de lo que en él era habitual, no le pareció una mala señal, aún tuvo tiempo de ver desayunar a su hijo Sean, como hacía cada día desde que nació cinco años atrás. Luego, sobre las 9 de la mañana bajó a la calle con Yoko y, paradojas del destino, desayunaron en un café llamado La Fortuna.

Antes de regresar a su apartamento en el conocido edificio Dakota, pasó a cortarse el pelo. Lennon quería estar bien para Annie Leibovitz. A las 11 de la mañana habían quedado con la famosa fotógrafa para una sesión de fotos contratada por Rolling Stone, que le había entrevistado unos días antes. El azar jugó a favor de la historia, Leibovitz logró una de las mejores fotos de la pareja. Aunque no fue idea de ella, fue de Lennon. Y acertó: la fotografía de Lennon desnudo, en la cama, abrazando a una Yoko Ono vestida (publicada en junio de 1981), ha sido elegida como la mejor portada de la historia de Rolling Stone. Aunque entonces ni Leibovitz ni Lennon sospechaban que se haría tan famosa. «Primero disparé algunas Polaroid de prueba, y cuando se las mostré, John dijo «has capturado exactamente como es nuestra relación», escribió un mes después la fotógrafa.

Tras la sesión fotográfica, Lennon llegó al apartamento el equipo de RKO Radio Network de San Francisco. Los locutores Dave Sholin y Laurie Kaye fueron los últimos periodistas en entrevistarlo. Pasaron tres horas intensas y relajadas con la pareja, en las que hablaron de todo un poco.

Fue una entrevista grabada en la que Lennon se mostró muy interesado por la educación de su hijo Sean; contando que había hecho en los cinco años que pasó de semi retiro cuidándole; hablaron de sus próximos proyectos, quería «hacer algunos discos más antes de salir de gira»; de lo que no estaba dispuesto a hacer más: «No quiero tener que vender mi alma de nuevo, para tener un disco de éxito»; y hasta dejó grabada una frase hecha, de las que se dicen sin pensar, que luego fue cebo del morbo: «Considero que mi trabajo no estará terminado hasta que esté muerto y enterrado, y espero que sea dentro de mucho, mucho tiempo».

Lamentablemente, no fue así. A esas horas ya estaba su asesino esperando, junto a otros fans, en la puerta del edificio Dakota.

Alrededor de las cinco de la tarde, el equipo de radio llevó a Lennon y a Ono al estudio de grabación Record Plant donde Lennon quería probar los últimos arreglos de «Walking on Thin Ice».

Pero antes de subir al auto, el ex beatle se detuvo para atender a sus fans, tal como hacía siempre, y como hizo también aquel día. Entre los que le esperaban estaba Mark David Chapman, un chico de 25 años, recién llegado de Hawái que, sin hablar, le pasó su último álbum publicado, «Double Fantasy».

Lennon se lo firmó, lo miró a los ojos y le preguntó: «¿Eso es todo lo que quieres?». Otro juego macabro del destino. Fue una pregunta que, como contó más adelante Chapman, le sorprendió porque «no esperaba tanta amabilidad». Aunque no le hizo cambiar de opinión, solo demorarsus planes.

Junto a ellos, también a la entrada del edificio, se encontraba el fotógrafo Paul Goresh. Él fue quien inmortalizó la imagen que luego todos querrían ver: la del autógrafo de la víctima al asesino.

Chapman salió esa mañana temprano del hotel Sheraton, donde se alojaba, armado con un revólver Charter Arms 38 Special cargado con cinco balas de punta hueca. Compró un ejemplar de «El guardián entre el centeno» de J.D Salinger y se marchó al Dakota a esperar.

Casi seis horas después de su primer encuentro, llegó el fatal desenlace. Esta vez, Mark David Chapman no quiso saber si John Lennon era amable o no. Le disparó antes.

El exbeatle y Yoko Ono regresaron directamente del estudio de grabación. Ono propuso ir a cenar, pero Lennon quería ver a Sean antes de que se durmiera. No pudo hacerlo.

Salio del auto el último, siguiendo a Yoko que, cargada con cintas y maquetas entró rápido en el edificio. Lennon no llegó a entrar, su asesino le disparó antes. Sin hablarle, según comentó luego, sin darle opción a que le viera, por la espalda. Estaba muy cerca y solo erró uno de los cinco tiros. Faltaban 10 minutos para las 11 de la noche.

Cuando,después de quitarle el arma y darle una patada, el portero del Dakota, José Sanjenís Perdomo, le preguntó si sabía lo que había hecho, Chatman contestó: «Sí, he disparado a John Lennon». Luego se sentó en un escalón y se puso a leer de nuevo «El guardián entre el centeno».

La policía llegó rápido alertados por el timbre de seguridad que pulsó el portero. Sin tiempo para esperar una ambulancia, una patrulla llevó en su coche al músico al hospital.

El músico estaba consciente, y aún tuvo tiempo de contestar, que sí, que era John Lennon, cuando uno de los agentes se lo preguntó. Fueron sus últimas palabras.

A las 23.15 de la noche la megafonía del hospital St. Luke’s-Roosevelt The Beatles cantaban «Close your eyes and I’ll kiss you. Tomorrow I’ll miss you»; («cierra los ojos y te besaré, mañana te extrañaré…»), anunciando así que John Lennon había muerto, siendo el primero de los miles de homenajes que desde entonces se celebra en honor del músico asesinado.

Poco después, Mark David Chapman fue condenado a cadena perpetua. Este agosto le negaron por undecima vez la libertad provisional. Quería hacerse famoso, dijo en el juicio al reconocer su crímen. Y famoso sigue en la cárcel, 41 años después.

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