Finalmente terminó la décima versión de Lollapalooza Chile en un 2022 que comienza a entregar un poco más de normalidad en cuanto a los shows en vivo se refiere.
Aún en pandemia y con bajas de último minuto, el evento se desarrolló con éxito y ante una gran respuesta del público. 75 mil personas por cada jornada y 225 mil en total en los tres días en el Parque Bicentenario de Cerrillos.
Este año, Lollapalooza Chile, celebró sus 10 años de vida en el país, debutando en un nuevo recinto capitalino con ocho escenarios simultáneos en sus más de 50 hectáreas, que por primera vez reciben música en sus tierras.
Luego de su conclusión, es momento de análisis y al cerrar sus puertas en La Radio del Rock evaluamos una nueva versión del evento musical más grande de nuestro país.
Lo bueno
El regreso de la música en vivo. Fue imposible no emocionarse al escuchar música a gran volumen, en escenarios multitudinarios y con un público entregado a sus artistas. La industria ya dio un primer paso y es necesario su reactivación para sus trabajadores y para el público en general donde es necesario el ocio y la cultura.
La presencia de rock. Sea antiguo u nuevo, la música que más nos gusta estuvo presente con Foo Fighters, BBS Paranoicos, Slowkiss, Turnstile, Idles, The Strokes y muchos más. Probablemente la vitrina es menor, pero los tiempos cambian y lo urbano se ha tomado los grandes escenarios y a futuro será más evidente su presencia, pero nuestro género sigue aguantando junto a sus miles de seguidores.
Nuevo recinto para conciertos multitudinarios. Claramente el Parque O’ Higgins era bastante cómodo debido a su centralidad. Pero el Parque Bicentenario de Cerrillos, con diversos arreglos puede ser un gran lugar para que se transforme en un clásico para los shows de diversa índole. El metro, el enorme espacio y sin impacto para los vecinos son un verdadero beneficio.
El éxito de las presentaciones de bandas nacionales. Los desajustes y bajas de algunas bandas provocaron una gran cantidad de bandas de nuestro país que realmente se agradeció. Escenarios repletos y grandes himnos sonaron, sumados a la preparación de nuestros artistas con una alta calidad.
Lo malo
Horarios. Si hay algo que enorgullecía al evento durante su década de vida era la puntualidad. En esta versión se pudo apreciar diferencias horarias en cuanto a la programación, topándose bandas en escenarios colindantes y a momentos, causando choque de sonoridades provocando confusión en el público.
Bajas de último momento. Dentro del rock, King Gizzard & The Lizard Wizard y Jane’s Addiction anunciaron a dos días del evento que no estarían presentes y sí, nos bajoneo. Pero solo queda esperar a la versión 2023 para poder verlos en nuestro territorio.
Lo feo
Basura. Por parte de la organización y como es de costumbre, hay divisiones de contenedores e incluso personas con bolsas que recogen los desechos del público en el mismo lugar donde aprecian la música en vivo. Pero de todas maneras y en el último día, se pudo apreciar pilas de basura en lugares no habilitados. Sigue faltando cultura de reciclaje por parte del público.
Medidas sanitarias. Nuevamente la producción puso a disposición alcohol gel e incluso, regaló mascarillas KN95 durante todo el festival. Pero de todas formas se pudo apreciar gente que incluso compraba sin protección. Otro tirón de orejas a los asistentes.
Largas filas. Para la alimentación y recarga de dinero en las pulseras, se generaron momentos de espera incluso de dos horas, un punto a solucionar por parte de la organización.