El metalero como bicho raro, en busca de aceptación; y tratando de evadir toda la ausencia de eso que se entiende como la calidez del hogar. Una imagen muy propia de los años 80 y 90; es reeditada de forma liviana, directa y sencilla en «Metal Lords» (2022, Peter Sollett). Recién estrenada en Netflix, se trata una entrega que rinde tributo a los más grandes clásicos del heavy metal; todo contado en el año 2022 y con protagonistas que nacieron después del año 2000.
Hunter (Adrian Greensmith) es un adolescente guitarrista y fanático del metal; y todo lo que se le parezca; quien lleva a su compañero Kevin (Jaeden Martell) a hacerse de la batería para poder así armar una banda que llegué a la tan clásica «Batalla de las bandas». Falta un bajista y ahí la historia cruza a la joven Emily (Isis Hainsworth); una chelista venida de Escocia; y que también busca un lugar en una secundaria acomodada donde están los personajes de siempre: el popular, las populares, los nerds y los despreciados.
«Metal Lords» no es la obra maestra del cine, pero a la usanza de «School of Rock», toca todas las fibras efectistas que hacen que el relato no decaiga aunque todos sepamos el final. Un repertorio imbatible de clásicos ayuda para el evidente cruce generacional.
Sentarse a ver una película donde los protagonistas son Black Sabbath, Judas Priest, Metallica, Guns N’ Roses, Anthrax o Slayer, además de las apariciones de Rob Haldford, Kirk Hammett, Scott Ian y Tom Morello (productor ejecutivo de la cinta), son una muy inteligente forma de preservar un género que no pasa de moda. Te pueden decir mil veces que escuches un disco, pero nada más efectivo que te lo digan sus propios protagonistas, porque el fanatismo y la devoción por ‘Metal’ no cambia y la chaqueta de mezclilla con parches, las púas, las zapatillas altas y el pelo largo se traspasan de generación en generación y eso es lo que acaba de hacer Tom Morello con sus héroes de infancia. Hay metal para rato.