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Rammstein lanzó su nuevo disco “Zeit”

Así es el octavo álbum de los alemanes, recién lanzado y con la contundencia de una nueva obra de arte de Till Lindemann y compañía.

Jorge Lagas |

RAMMSTEINZEIT1

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No hubo que esperar mucho para tener entre nosotros un nuevo disco de Rammstein. Desde el anterior, el homónimo de 2019, pasaron “solamente” tres años… ¿o tres años es mucho, en estas circunstancias tan raras del último tiempo? Como sea, no dejaron pasar una década como esa vez y aprovecharon el tiempo en pandemia para escribir y grabar nuevo material, es así como este viernes 29 de abril se lanzó en todo el mundo “Zeit”. Una obra de arte, como nos tienen acostumbrados los alemanes liderados por Till Lindemann.

De partida, no se parece mucho al anterior. Cuando son dos discos muy pegados (en tiempo rammsteiniano, tres años es “pegado”), el segundo suele parecer una continuación del primero, o lo que sobró. Pero no es el caso. Si es por encontrar alguna similitud con algo anterior, se parece más a “Mutter” de 2001. Pero con un sonido más avanzado, no por nada han pasado dos décadas.

Y qué tenemos en cuanto a canciones: el arranque es con “Armee der Tristen”, un tema de grandes proporciones que abre el camino con varios de los elementos que caracterizan al grupo: la voz profunda de Till Lindemann, los riffs, el teclado… estamos en un disco de Rammstein, sin duda. Lo que sigue es “Zeit”, más lenta, reflexiva y melancólica.

Otras a destacar: “Giftig” pone los toques más metaleros, con unos riffs rammsteinianos para desnucarse cabeceando; el single “Zick Zack”, que fue uno de los adelantos con un desopilante videoclip; “OK” es una de las más movidas y pesadas de la placa, combinando electrónica y riffs aplastantes; ya tirando para el final, la pesadísima “Angst” y el cierre con “Adieu”, que muchos han interpretado como una canción de despedida. No del disco, sino de la carrera de la banda. Pero no habría razones para retirarse en este momento. Como sea, es un temazo.

Una que merece mención aparte es “Dicke Titten” (“Tetas gordas”), una de esas que inmediatamente uno reconoce que tienen vocación de hit. Ahí está el Rammstein irónico y lascivo de viejas producciones como “Pussy”, con locura a raudales, variedad musical y un irresistible juego entre riffs y ritmos. En vivo debería ser un cañonazo, con una performance ad hoc.

En todo esto, la voz de Till Lindemann descollan como uno de los puntos más fuertes del trabajo. Siempre ha sido un gran frontman, pero el carisma, presencia y profundidad que pone ahora es de otro nivel. El lado más “suave”, que se refleja en baladas, se ve que también lo ha desarrollado muy bien.

Otro punto a favor, el sonido, que brilla más que en el disco anterior, esto es para ponerlo a todo volumen y deleitarse.

Rammstein sigue siendo una institución, lo que tenemos es una placa con aire fresco, atrapante y contundente. Ahora a esperar la gira, para ver cómo llevan estas canciones y conceptos al escenario, donde sabemos que estos germanos también son campeones.

Acá el disco:

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