“Me dijeron que teníamos que tocar algo de la era de la boludez”, dice Ricardo Mollo (64), guitarrista y cantante de Divididos; en referencia a la tercera placa de la banda y que está dentro de los grandes discos de todo el rock de este lado del mundo. Un trabajo que marcó a fuego el futuro del grupo y que en Chile tuvo una gran repercusión a comienzos de los años 90.
Sin saber por qué o no teniendo muchas respuestas; Divididos había desaparecido el mapa local. Su última presentación en suelo nacional fue en 2014, en el marco del Festival Frontera; antes de ello el Teatro Teleton fue testigo del último concierto del trío como presentación completa y no como parte del cartel de un festival. Por eso que las expectativas eran altas y estas no fueron defraudadas. Cercanía, empatía, clásicos y entender lo que quiere el público fue la clave de Mollo, Arnedo (64) y Ciavarella (42); dieron todo lo que tenían que dar en 26 canciones y más de horas de rock directo desde los amplificadores. Un completo repaso por los nueve trabajo de estudio del grupo, además de emotivos recuerdos con ‘La rubia tarada’ y ‘Crua Chan’ para recordar el legado de Sumo y Luca Prodan.
Hubo momentos de mucha emoción, la comunión entre el grupo y su audiencia que esperó mucho tiempo, demasiado probablemente, prometiendo el regreso para el 2023. Un set algo más reposado de emoción intensa con ‘Spaguetti del rock’, ‘Par Mil’ y ‘Huelga de amores’. Para el final y en el medio de un homenaje a Sumo (Crua Chan) cuando Ricardo Mollo detuvo todo el concierto por un asistente accidentado, nada grave, pero había que asegurarse cómo estaba y estaba bien, luego vino la cuenta seguir adelante.
La deuda se saldó, la espera llegó a su fin y aparentemente se abre una nueva era en la relación Divididos/Chile. El 2017 eran parte del cartel del frustrado ‘Rockout’ y habíamos quedado con las ganas, por eso, lo vivido la noche del viernes fue una devolución de gentileza y con un power trío que demostró nuevamente que sigue siendo la ‘aplanadora del rock’.