En 1992 Pappo lanzaría su placa solista más exitosa de su carrera ‘Blues Local’ que incluía el clásico rock ‘Mi vieja’. Fue ese mismo año cuando le tocó abrir el show de B.B. King en Luna Park. Sorprendido con lo que había visto, el rey del blues pidió conocerlo personalmente e invitarlo a ser parte de su actuación que sería sólo minutos más tarde. Pappo llegó hasta el camarín del embajador del blues con trozo de queso y vino para compartir. De ahí en más para el maestro del blues Pappo sería Mr. Cheessman. Lo que vino fue una invitación al escenario y otra mayor que se concretará un año después.
Es 10 de agosto de 1993 y Pappo está en su hotel en la ciudad de Nueva York. Ese día no quiso salir ni a pasear por miedo a perderse en la gran manzana. Cualquier posibilidad de ausentarse de la gran cita sería bloqueada. El ‘carpo’ estaba ahí porque unas horas más tarde estaría sobre el escenario del mítico Madison Square Garden, aceptando la invitación de su amigo B.B. King para ser parte de su show junto con algunos de sus amigos quienes no eran más que otras leyendas del blues como Buddy Guy, Koko Taylor, Junior Wells, Brian Johnson y Lonnie Brooke. Ahí, en ese amasijo de talentos y estrellas estaría Pappo, con su blues local, con su afilada guitarra porteña y un traje italiano comprado en la ciudad norteamericana “porque la situación lo ameritaba” diría en una entrevista.
Los minutos pasaban y el final se acercaba. B.B King había realizado su habitual set solo y comenzaba a llamar a sus amigos al escenario. Una a una subieron las leyendas, aquellas que dieron forma al género, esos que el Carpo idolatraba como a nadie más. Pappo sintió que se olvidaban de uno y su intranquilidad estaba a tope pero todo tenía una explicación: Pappo no era un invitado más, era el último de la lista porque era una sorpresa que tenía el rey del blues su público de la ciudad de N.Y., un invitado muy especial para B.B. King.
Nada fue al azar, su participación tenía límite de tiempo, debía ubicarse donde la producción le dijo que tenía que estar y hasta que el maestro dijera ‘todos abajo’. “Viene de Argentina a tocarnos blues” dijo el rey al momento de presentarlo. A confesión de partes. La noche de Pappo estaba sellada y al igual que una amistad que duraría por siempre.
Al poco tiempo B.B. King regresó a Buenos Aires para realizar siete conciertos en el Gran Rex, todos junto a la compañía de su gran amigo argentino ‘Mr. Cheessman’, escena que se volvió a repetir en cada visita del rey del blues por este lado del mundo.
Cuando la tragedia se posó sobre el blues porteño la noticia llegó rápidamente hasta los Estado Unidos. Un sentido y triste B.B. King expresaría su dolor sentenciando que para él volver a Argentina ya no sería lo mismo “mi amigo Pappo ya no estará más”. Mr. Cheessman se había ido, pero su historia ya estaba escrita a lo grande, por su recorrido, su legado y porque una vez fue parte del selecto grupo de amigos del rey del blues quienes pudieron compartir escenarios juntos y tocar las notas del alma, las notas del blues local que un día sonaron en el corazón de la Gran Manzana.