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RESEÑA // «Better Call Saul»: la inevitabilidad hecha arte

El spin off de "Breaking Bad" ha llegado a su fin estando al nivel de su origen, y posiblemente superándola en más de un nivel.

Hector Muñoz |

Bettter Call Saul S06 Chaqueta Web

Bettter Call Saul S06 Chaqueta Web

El impacto que nos ha dejado “Better Call Saul” con sus seis temporadas es indescriptible. Nos pegó directamente en nuestros sentidos con cada vez más fuerza desde su estreno en febrero de 2015. En esos días en que había no pocas dudas de si, acaso, resultaría un spin off de “Breaking Bad” centrado en el “abogado criminal” que interpretaba Bob Odenkirk. Claro, este Saul Goodman funcionaba como un efectivo alivio cómico entre tanta épica de narcos del viaje de transformación de Walter White en Heissenberg.

Pero “Better Call saul” se mostró rápidamente como una serie de cocción lenta. Que nos pedía paciencia y que cambiáramos un poco el switch de “Breaking Bad”. Esto no era una comedia liviana. Todo lo contrario. Se transformó en uno de los dramas más potentes que hemos podido presenciar en la televisión. Y en quizás la seria que podría sellar de forma definitiva la época dorada del renacer de la narrativa seriada. Y, por qué no, superando a la serie que le dio su origen.

Antes de Saul Goodman estaba Jimmy McGill. Esa era la premisa con la que arrancó “Better Call Saul” hace ya siete años. Lo que no sabíamos era que su épica es a escala. Y eso la hace muchísimo más entrañable que un relato que termine como una ópera y que tenga una de las más bellas historias de amor que hayamos visto en pantalla. Sin duda que la relación entre Jimmy y Kim Wexler (Rhea Seehorn, que se lleve todos los premios, por favor) empatizó con todos nosotros como pocas veces ocurre.

Sin duda que “Better Call Saul” encontró su punto de inflexión más o menos a mitad de camino. La pugna entre Jimmy y su hermano Chuck (un soberbio Michael McKean) fue la prueba de fuego para lo que todavía tenían dudas. Acá estaba todo claro. Este drama complejo empezaba a rendir frutos frente a nuestros ojos. Y todo gracias a la construcción de personajes. Nos pasó lo mismo con esos viejos conocidos de “Breaking Bad”. Si Gustavo Fring (Giancarlo Esposito) era de temer en la historia madre, acá los matices hicieron la diferencia. Lo mismo con Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks), la verdadera voz de la razón de este universo.

También nos pasó con el mundo del cartel. La construcción perfecta de Nacho Varga (Michael Mando) nos entregó a uno de los secundarios más potentes y a un antihéroe entrañable. Y Lalo Salamanca (Tony Dalton) imprimiendo presencia magistral y un real miedo con cada escena en la que lo vimos. El villano entrañable por excelencia. Y qué decir de Howard Hamlin (Patrick Fabian), el socio de HHM y a quien odiamos en gran parte de la serie, pero por el que terminamos empatizando en esta recta final.

Todo gracias a seis temporadas que entregaron el espacio y el aire suficientes para que estos elementos llegaran a puerto de la mejor forma posible gracias a la capitanía de Vince Gilligan y Peter Gould. Cada cuadro tenía un propósito y una recompensa en “Better Call Saul”. La perfección se logra en cada cuadro con ojo cinemático y muchos guiños.

Respecto al último tramo, ya nos estábamos acostumbrando a buscar en el diccionario más sinónimos para “excelencia” pero el camino hacia el final y su última entrega superaron cualquier expectativa que podríamos haber hecho. Un relato humano, descarnado y tan real sobre el perder la humanidad en cada uno de nosotros con pequeños detalles, equivocar el camino y caminar hacia lo inevitable es lo que quedaba claro en la recta final de esta precuela que terminó siendo una exploración profunda al comportamiento humano, a la capacidad que tenemos de convencernos a nosotros mismos de que el fin justifica los medios que usamos sin importar las consecuencias.

“Better Call Saul” es un drama cotidiano lleno de sutilezas y pequeñas piezas que nos van a mantener pensando en los 63 capítulos por mucho, mucho tiempo. Que ganas de repetirla completa y disfrutarla como esos discos clásicos que te hacen fijarte en momentos clave. Acá está lleno y se agradece en estos tiempos donde las conversaciones se agotan dentro de una misma semana. Es arte puro. “Better Call Saul” es cine en la tele. Es belleza. Y está ahí para ponerle play cuando queramos.

Las seis temporadas de “Better Call Saul” están disponibles en Netflix.

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