Como artista que ya se había reinventado varias veces a lo largo de los años, el renacimiento de Bob Dylan en 1997 resultó ser no solo su mejor regreso, sino también el mejor tercer acto en la historia del rock ‘n’ roll.
En parte inspirado por su propia mortalidad, en parte inspirado en su propia mitología y en parte inspirado por lo que sea que suceda dentro de la cabeza de Bob Dylan, «Time Out of Mind» es un hito en una carrera que ha tenido muchos de ellos en las últimas cinco décadas. Pero no es como si el cantautor de 56 años estuviera en un punto muerto total en su carrera en ese momento.
Después de tropezar durante la mayor parte de los 80 con un disco mediocre tras otro, Dylan se asoció con el productor Daniel Lanois en «Oh Mercy» de 1989. Fue su mejor álbum en al menos una década. Siguió con «Under the Red Sky» del año siguiente, un desvío peculiar, pero no del todo desagradable. Y un par de álbumes; «Good As I Been to You» y «World Gone Wrong», compuestos de canciones tradicionales arregladas por Dylan.
También lanzó su Never Ending Tour en esta época, lo que provocó sus actuaciones en vivo y, a su vez, lo inspiró en el estudio. A principios de 1997, volvió a estar con Lanois, y con algunos veteranos del estudio trabajaron en más de una docena de canciones, 11 de las cuales terminaron en «Time Out of Mind» (las tomas descartadas están en The Bootleg Series Vol. 8 – Señales de cuento: raras e inéditas 1989-2006).
Antes del lanzamiento del álbum, Dylan terminó en el hospital con una enfermedad cardíaca grave. Cuando finalmente salió «Time Out of Mind» el 30 de septiembre de 1997, la pieza central del álbum, «Not Dark Yet», así como algunas otras pistas, de repente parecían las reflexiones de un viejo maestro sobre su experiencia cercana a la muerte, a pesar de que el las canciones fueron escritas y grabadas antes de que se enfermara.
En cualquier caso, «Time Out of Mind» fue el mejor álbum de Bob Dylan en décadas. Inmediatamente fue elogiado tanto por críticos como por fanáticos, alcanzó el Top 10 y ganó un Grammy al Álbum del Año. Desde la apertura de «Love Sick» (que lleva la producción atmosférica de Lanois) hasta «Cold Irons Bound» (la canción más dura de Dylan en años) hasta el cierre de 16 minutos «Highlands» (un jugueteo de flujo de conciencia que se llama Neil Young).
«Time Out of Mind» fue el trabajo de un artista que todavía sonaba como si tuviera algo que demostrar a la creciente lista de cínicos. El legado del álbum continúa hasta el día de hoy. Estimuló un renacimiento creativo en Dylan que produjo obras sólidas, aunque en ocasiones exageradas, como «Love and Theft», «Modern Times» y «Tempest». Estos últimos años han sido el período más fértil de Dylan desde su peak de mediados de los 60. Una racha que ningún otro artista de regreso ha podido mantener. Además, «Time Out of Mind» nos dio otra de sus peculiaridades vocales en constante cambio. Tanto por la música oscura y desesperada como por la edad. En cierto modo, la voz ronca y gastada de Dylan es el símbolo casi perfecto de su álbum casi perfecto.
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