En los 90, Chile distaba mucho de ser una plaza obligada para las grandes giras del rock. Por este motivo, el que se hubiera confirmado la segunda edición de un Monsters of Rock en Santiago era motivo de festejo. Especialmente con un cartel que contemplaba a Faith No More, Ozzy Osbourne, Alice Cooper y varios nombres del rock y el heavy.
Si la primera versión del Monsters of Rock nos hizo mover la cabeza con Kiss, Slayer y Black Sabbath debutando en Chile, su secuela sencillamente superó las expectativas. Esa sería la primera vez que veríamos por estos lados al príncipe de las tinieblas y a uno de los símblos del shock en el rock. Megadeth, Therapy? y Paradise Lost completarían el panorama que presenciamos los días jueves 07 y viernes 08 de septiembre de 1995 en el entonces Teatro Monumental, ahora Caupolicán.
Pero el recuerdo que se inscribió para siempre en la cultura popular chilena no fue la primera vez de leyendas del rock, sino el regreso de la que perfectamente podría ser la banda del rock norteamericano más querida en Chile. Y por una manera «especial» de demostrar cariño de parte de los fans.
Mike Patton y una lluvia de «pollos» en el Caupolicán
Por esos días, Faith No More ya contaba con una base de seguidores en Chile gracias a su anecdótico paso por el Festival de Viña del Mar. Y si miráramos la historia en perspectiva, es en su segunda vez en nuestro país cuando se hizo evidente la intensidad y conexión entre banda y fans chilenos, instancia que dio inicio al surreal culto hacia Mike Patton y sus compañeros.
El grupo estaba de gira mostrando su más reciente disco «King For A Day Fool For A Lifetime», cuando les tocó encabezar la segunda jornada de Monsters of Rock en Santiago de Chile. Tras el set de Paradise Lost, el lugar estaba repleto hasta arriba, con gente incluso detrás del escenario. Y Mike Patton y los suyos entraron a matar con todo.
El arranque demoledor de «Ricochet» dejó en evidencia que el cantante estaba comletamente desatado. Y en medio de «Midlife Crisis», tantto el cantante como el resto de la banda comenzaron a recibir escupitajos desde el público. Y Mike Patton no encontró nada mejor que desafiar al público a que apuntaran a su boca esos «pollos».
Sin duda, un momento de antología en la bitácora del rock en vivo en Chile. Un momento que hoy cumple 26 años.