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Joseph Ratzinger, el papa emérito Benedicto XVI, muere a los 95 años

Se había retirado de sus funciones como sumo pontífice hace casi una década.

Benedicto Xvi Getty Web
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A comienzos de jornada, y después de estar casi una década alejado de sus funciones pontificias, tras su renuncia en 2013, se confirmó la muerte de Joseph Aloisius Ratzinger, el papa emérito Benedicto XVI.

Desde el Vaticano dieron cuenta de un agravamiento en su salud, producto de sus avanzados 95 años. Tras su retiro, tuvo contadas apariciones públicas, en las que se fue notando su movilidad reducida, debiendo trasladarse en silla de ruedas.

Hasta el propio papa Francisco, su sucesor, se refirió al delicado estado de Ratzinger. “Pido una oración especial para el papa Benedicto XVI, que en el silencio está sosteniendo la Iglesia. Recordemos que está muy enfermo y pido a Dios que lo consuele y lo apoye en que este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final”, expresó el sumo pontífice.

Por su parte, desde la sede de la iglesia católica, indicaron en un comunicado que “ha habido un agravamiento, debido a su avanzada edad. La situación está de momento bajo control, seguida en permanencia por los médicos”. Finalmente, en esta jornada se produjo el deceso, consigna ADN.

Joseph Ratzinger: sacerdocio, encubrimiento y el “humo blanco”

Joseph Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 en Marktl, Baviera. Su familia siempre estuvo vinculada a la iglesia, ya que su hermano Georg -cuatro años mayor- también se convirtió al sacerdocio. Distintos registros vinculan al joven Joseph con las Juventudes Hitlerianas y se sabe que perteneció a un grupo de defensa alemán desde 1944. Luego de desertar y ser apresado por tropas aliadas, realizó sus estudios teológicos en la Universidad de Munich.

En 1951 se ordenó sacerdote, junto a su hermano Georg. Años después, en 1977, fue consagrado como arzobispo de Munich. En esta era reciente, se conoció un informe independiente sobre abusos cometidos en la archidiócesis. El documento señala que Joseph Ratzinger no actuó en cuatro casos. En reiteradas ocasiones, ha sido apuntado como encubridor de estos ilícitos al interior de la iglesia, negando su participación en los hechos.

El papa Juan Pablo II nombró a Ratzinger como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en 1981. Allí es cuando ambos religiosos, jefe y cardenal, estrecharon su relación. En las décadas siguientes, antes de la muerte de Karol Wojtyla, ya se hablaba de Joseph como su sucesor.

La teoría se confirmó en 2005, después la muerte de Juan Pablo II. El 19 de abril de ese año, el cónclave de cardenales eligió a Joseph Ratzinger como sucesor, el llamado “humo blanco”. Al asumir, tomó el nombre de Benedicto XVI, inspirado en la obra de Benedicto XV, papa que lideró la iglesia desde 1914, en plena Primera Guerra Mundial.

Sus últimos años

A pesar de que Benedicto XVI nunca visitó Chile, sí tuvo un vínculo con nuestro país: en su mandato clerical canonizó al padre Alberto Hurtado, el 23 de octubre de 2005. En total, el papa alemán ofició 45 canonizaciones y fue el pontífice que aprobó la mayor beatificación masiva de la historia de la iglesia, con 495 mártires españoles.

También beatificó a su antecesor, el papa Juan Pablo II, el 1 de mayo de 2011. Esta ceremonia no se realizaba desde la Edad Media. En cuanto a sus actividades, entre sus visitas fuera de Italia figuran Brasil, Estados Unidos, Australia, México y Cuba.

Fue autor de tres encíclicas, centradas en el amor cristiano y la caridad. Dejó el borrador de una cuarta, la que asumió el papa Francisco tras la renuncia.

Precisamente, el 11 de febrero de 2013, Benedicto XVI comunicó su salida del papado. “He llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a mi avanzada edad, no se adecuan por más tiempo al ejercicio del ministerio petrino. Con total libertad declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma y sucesor de Pedro”, dijo en ese entonces.

Desde entonces, luego de su estancia en Castel Gandolfo, el papa emérito se quedó a vivir en el monasterio Mater Ecclesiae, cerca de los aposentos del papa Francisco. Ambos guardaron una afectuosa relación.

“Lo visito con frecuencia y salgo edificado de su mirada transparente. Vive en contemplación… Tiene buen humor, está lúcido, muy vivo, habla bajito, pero te sigue la conversación. Me admira su inteligencia. Es un grande”, dijo Jorge Bergoglio en una entrevista, que causó revuelo por informar públicamente que tiene lista su carta de renuncia.


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