Esta foto es de hace mucho, mucho tiempo atrás. Corrían los últimos días de 1958 y aquí vemos al trío Johnny & The Moondogs. La foto que ven encabezando esta entrada fue tomada el 20 de diciembre de 1958, en una fiesta por la boda del hermano mayor de uno de ellos.
Johnny & The Moondogs viene originalmente del grupo The Quarrymen, que el joven John Lennon (en la foto, al medio, sin guitarra, de 18 años) había formado en su natal Liverpool. A esa agrupación se sumó un muchacho de buen oido llamado Paul McCartney (en la foto, a la izquierda, el zurdo, de 16 años). A pesar de ser bien distintos en sus personalidades, John y Paul supieron complementarse desde un principio. Ya desde ese tiempo comienzan a escribir intentos de canciones. Cuando uno había partido con un pseudo-verso, el otro seguía con un cuasi-estribillo. Y, por una inexplicable magia, conseguían ocasionalmente terminar una canción. The Quarrymen no perduró, pero la sociedad de Lennon y McCartney seguiría.
En eso estaban cuando Paul le sugiere a John dejar entrar al grupo a un amigo de él, casi un año menor (diferencia notoria en jóvenes menores de edad). El jovensísimo aquel se llamaba George Harrison (en la foto, a la derecha, con apenas 15 años). Bastó que George tocara el popular instrumental «Raunchy» para ingresar a los aún existentes Quarrymen.
Johnny & The Moonogs y el rock and roll
Los chicos hacían muchas versiones de todo lo que escucaban a su alrededor. Desde el Rhythm & Blues de grandes bandas-orquestas, pasando por los nacientes rocanroleros y nuevos compositores como Buddy Holly (como The Quarrymen habían grabado «That’ll be The Day»), pasando por Chuck Berry, Little Richard, Everly Brothers, Jerry Lee Lewis, Ray Charles, Elvis Presley, Bo Diddley, Lonnie Donegan, Carl Perkins, Johnny Cash. Siempre destacó la perfecta combinación de estilos entre el «rudo» Lennon y el «dulce» McCartney, con precisos solos de guitarra de Harrison. Ya en ese tiempo el grupo era como una esponja: absorbían absolutamente todo lo que escuchaban, lo asimilaban y lo incorporaban a su trabajo.
¿Cuántos grupos nacientes hay en el mundo? ¿En cuantas partes del orbe hay un grupo de músicos en ciernes que hacen intentos de tocar y componer?
En esos tiempos no tenían todas esas herramientas tecnológicas que te permiten crear en laboratorio, como en estos días. Estudios con no más de 4 u 8 canales, mesas de sonido básicas y productores que aprendían en el camino.
Lo que sí había en esos días es algo que es evidente mirando los rostros de estos jovencísimos futuros Fab Four: una fe ciega en lo que hacen juntos, ganas infinitas de llegar a la cima, lograr esos sueños de adolescentes. Seguir al instinto y lograr tener cierto éxito, presentarse en un escenario, volcar todo en la entrega. Aunque les digan «nunca podrás vivir de la guitarra».
No es malo intentarlo dando el primer paso…