En una nueva conmemoración del 8M, diversas luchas se han disputado y ganado a través de la historia por las acciones realizadas por un sinfín de mujeres en diversas disciplinas. Del acceso al voto, de la participación ciudadana, el acceso al trabajo, al estudio y su incansable disputa en los espacios que históricamente han sido invisibilizadas, marcan el presente por que el que está hoy el feminismo.
Por más de 40 años el Premio Nacional de Historia fue entregado a historiadores e investigadores hombres, sin embargo, en 2018 una mujer llegó para quebrar esa realidad y hacer justicia en dentro de los espacios académicos y en esta disciplina. Para conocer más detalles, en Palabras Sacan Palabras conversamos con la historiadora y primera mujer en obtener el Premio Nacional de Historia, Sol Serrano.
¿Cómo lo vive usted desde la perspectiva de mujer e histórica?
«Significa mucho. Voy cruzando Plaza Baquedano a una presentación del libro y se ve bastante pacífica y muchas mujeres».
En torno a la educación, 80 años después se creó una para mujeres ¿Por qué se entiende eso?
«Cada periodo histórico hay que comprender lo que se estaba haciendo. Es por esto que no se puede pensar de manera anacrónica. Los ilustrados no tenían el mismo pensamiento que el que existe hoy».
«La escuela primaria siempre fue pensada para hombres y mujeres. Me encanta señalar que un proyecto de ley del Presidente Montt, señalaba que la escuela primera era un derecho de mujeres y hombres en 1960».
«Respecto a la educación secundaria, los espacios no fueron ricos. Ahí se consideró que la educación femenina era obra de la familia y no del Estado. El estado debía educar a los ciudadanos, hombres y que debían cumplir funciones de gobernar».
«En esas grandes ironías de la historia, fue la iglesia católica en la pelea con los liberales, que la educación femenina era importante para sus propios objetivos. Ahí trajeron congregaciones francesas que fueron grito y plato. Eso cambió la construcción femenina dentro de las familias».
«Los liberales se dieron cuenta que los conservadores estaban educando a las mujeres. Desde ahí surge el nacimiento de los liceos femeninos. Su matrícula en 30 y 40 años subió tanto que superó la cantidad de mujeres estudiando que hombres. Ese fenómeno fue muy interesante».
Mirando estos últimos 50 años, ¿Cuál es para ti los grandes inconvenientes y muros par avanzar?
«Durante la dictadura se formaron varios grupos de mujeres muy interesantes. En ese sentido, lo que hicieron en sectores populares frente a la miseria y cesantía. Por otro lado, la articulación en los partidos, fue un aporte en un espacio que era ignorante».
«Yo no soy experta, pero hay retrasos históricos que demoran en ir mejorando pero que lo van haciendo de manera mecánica. El mundo académico es de hombres, pero lo que costó que las mujeres entraran a la academia fue muy grande. Es por eso que no nos tomaban en serio. Que la mujer tuviera estudios completos en universidades era muy difícil».
«Se produce un embudo. Como los hombres se dedicaban hace bastante tiempo, les cuesta a las mujeres incorporarse a esos espacios. En ese sentido, en mi instituto de historia, éramos un 15% de mujeres. Hoy es completamente paritario. Hay una cierta lentitud pero que no puede ser inercia, es voluntad».
«En la discusión pública están todos los temas. Yo veo los cambios, en los estudiantes de universidades, en la forma en que dividen el trabajo doméstico es un mundo de diferencia al mío, que se suponía que éramos progresistas. Esos cambios son notorios».
La irrupción del movimiento feminista los últimos años ha generado bastantes cambios, ¿Cómo se analiza históricamente?
«Hay que distinguir la diferencia de los movimientos feministas de otros procesos que han ido incorporando las mujeres».
«El mercado laboral las ha ido incorporando desde hace tiempo con menos educación y menos salario. No quiero atribuir todo ese fenómeno a un tema laboral o económico. No es solamente el debate ideológico».
«Hay muchos feminismos. Hay algunos a mi juicio muy dogmáticos. Así también, otros van desde la igualdad de hombres y mujeres, hasta las teorías más duras que interpretan la historia como una opresión del patriarcado. Ahí propone una confrontación, que no comparto, que no creo que el tema de género sea mandante de la sociedad. Se entremezcla con diversas variables en su totalidad».
En términos históricos, ¿Qué mujeres marcan diferencia?
«Me encantan las ironías de la historia. El ingreso de las mujeres a la universidad, se dice que fue de Amunategui.»
«Antonia Tarragó e Isabel Le Brun, que buscaban estudiar bachillerato. En 1874 los consejos de universidades no sabían que responder. Las mujeres no estaban en los registros y ante eso, no había motivos para prohibir. Esas dos mujeres pelearon dentro del sistema jurídico existente para poder ingresar a los espacios universitarios».
¿Cuál es la mujer que más admitas en la historia?
«Las dos mujeres que más admiro son Violeta Parra y Gabriela Mistral. Las dos son mejor que nadie. Con esas dos mujeres me siento muy orgullosa de pertenecer a esta cultura».