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Cynic en Chile: La noche de las guitarras sin cabeza

Patricio Jara comentó el show de Cynic en Santiago en el Club Chocolate en Bellavista.

Patricio Jara |

Cynic

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Es curioso lo que pasa con una banda como Cynic. Si bien hace bastante rato que se alejó del metal, aún concita el interés de numerosos fanáticos del género. Tantos, incluso, que bastaron para llenar el Club Chocolate en Bellavista. El proyecto de Paul Masvidal, su único integrante fundador, venía por primera vez a Chile como parte de la gira de celebración/conmemoración de los treinta años de “Focus” (Roadrunner Records), un disco que logró lo que entonces parecía imposible: fusionar el death metal con diversas sonoridades, muchas en las antípodas de la brutalidad.

El Club Chocolate es uno de los mejores lugares para bandas del perfil de Cynic, pues hace que tengan lo necesario acorde a sus méritos y a la lealtad de los fans.

Puedes tomar, puedes comer, puedes incluso dedicarte a la vida social sin que el show te importe un carajo, como fue la extravagante costumbre de algunos: pagar cuarenta lucas por ir a contar chistes con los amigotes.

 

La noche comenzó con Stigmatized. Los nacionales han hecho el camino completo: un demo, un ep y finalmente un álbum aparecido en 2019. Tienen oficio y lograron entusiasmar al público con un death metal técnico que no es necesariamente para las masas y lo saben. Algo similar podría decirse de Beyond Creation que acompañaba a Cynic por el continente (ambos son parte del sello francés Season of Mist). No hay canadiense que no sea simpático y eso se notó de la misma forma que la calidad de los músicos.

Un show bien preparado, pero que deja rebotando las mismas preguntas que en el caso de Stigmatized:
¿Hasta qué punto la perfección deja de ser una virtud y se convierte en un defecto que esteriliza las canciones? ¿Es la calidad como intérprete un medio o un fin a la hora de hacer música?

Cynic en Chile

La visita de Cynic, se decía, provocó situaciones curiosas. El fantasma de Chuck Schuldiner se hizo presente en numerosas poleras del “Human” de Death, disco que grabaron dos de los fundadores de Cynic cuando eran muy jóvenes. Pero también algo más: había varias camisetas de Cannibal Corpse, banda que Cynic tuvo la mala idea de acompañar en una gira a mediados de los noventa y recibió el repudio de los fans que sólo iban a escuchar “Hammer Smashed Face”. Como sea, las cosas evolucionan y allí estaba Cynic. Allí estábamos todos, congregados en la noche de las guitarras sin cabeza.

El show, como era de esperar, estuvo dividido en dos partes. Primero el set de “Focus” con esos tres pilares que son “Veil of Maya”, “Uroboric Forms” y “How Could I”. Posteriormente, Masvidal homenajeó a sus compañeros que ya no están: Sean Reinert y Sean Malone, ambos fallecidos en 2020. Fue un momento emotivo y cargado de simbolismo que dio paso a un segundo set que se inició con temas del disco “Kindly Bent To Free Us” (2014), el último que compuso junto a ellos, y luego a lo más destacado de “Traced in Air” (2008).

Paul Masvidal es un músico de raza. Qué duda cabe. Pero también es generoso. Supo recomponer su banda y asignar a cada nuevo integrante, aunque sea exclusivamente para las presentaciones en vivo, un valor específico. Tal es el caso del guitarrista Max Phelps, destacado por su participación de Death To All, superbanda creada en homenaje a Chuck Schuldiner, y que en vivo calza a la perfección con lo que Cynic buscaba en ese disco hoy tan lejano pero aún tan fresco como “Focus”.

No sabemos cuál será el destino de Cynic. Su último álbum, “Ascension Codes” (2021), más bien corresponde a una obra de autor. Aunque de seguro que la buena respuesta de esta gira hará que Paul Masvidal considere algunas cosas y Cynic vuelva a tener una oportunidad sobre la faz de la Tierra.

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