Del Plan Nacional de Demencias, entre las que está la demencia frontotemporal. Desde el Minsal se está retomando este programa para buscar el financiamiento de una serie de medidas en beneficio de quienes padecen esta alteración. De sus efectos en el público objetivo y de sus avances, en Palabras Sacan Palabras hablaremos con la actriz y exministra, Paulina Urrutia.
¿Qué importancia tiene la reactivación de este plan?
Estamos bien preocupados porque fuimos un país que pensó de manera muy estratégica. Son pocos los países que trabajaron de manera coordinada y concertada. Desde el mundo político y social llevamos adelante el progreso del trabajo en torno a este tipo de enfermedades. Esto afecta a quien lo padece y su entorno. Esto empobrece a la familia y lo debilita en términos de salud mental.
Estamos hablando de que en el 2050 la cantidad de gente que padece la enfermedad se va a triplicar. Eso verdaderamente hace que estemos muy ocupados y preocupados en el diseño y estrategia de los planes. Debe existir un financiamiento para avanzar en estos temas para que la población tenga espacios de especialización que permitan un diagnóstico oportuno y así ir abordando como sociedad una problemática que es compleja. Tenemos que asumirlo como un problema social.
¿Es posible sostenerlo en el tiempo?
Más allá de los porcentajes en los que superan el 86% de las cuidadoras, que son mujeres, son un tema cultural. La manera de cuidar era un tema de mujeres y eso será un cambio paulatino y lento.
Es más largo que la niñez y adultez junta. La esperanza de vida es larguísima y a lo que nos estamos enfrentando es que la tenencia no es sinónimo de vejez. Una vejez prolongada a tan largo plazo se entiende que está aumentando esa brecha y dependencia total. Eso hace que ninguna persona sola, e incluso un grupo familiar único, sea capaz de sostener este tipo de enfermedades. Es un problema de salud pública.
Una persona como yo, tuvo oportunidades de estudiar y ser autónoma. La sociedad en su conjunto está perdiendo la capacidad de desarrollarse colectivamente porque no existen ayudas. Lo digo también porque quienes padecen estas enfermedades deben seguir enfrentando los derechos de esta sociedad.
Eso significa tener una sociedad pendiente de su acceso, no discriminación y así permitir una sociedad más cariñosa e inclusiva. Esos son los temas que estamos viviendo. Cuando una sociedad carece de respeto y cuidado, esta enfermedad llega a dar una especie de humanidad en la humanidad, tal como lo dijo Gabriela Mistral.
Respecto a la memoria infinita, ¿Cómo fue su proceso de actuación?
Como mucha gente, tengo la oportunidad de subirme al metro y la micro, y mucha gente está expectante de compartir esta enfermedad. De hacerla pública.
Que Maite haya fijado su vista en Augusto, es importante. Toda su vida se dedicó al periodismo, a enfrentar esos momentos duros de dictadura y a tener un trabajo permanente en el rescate de la memoria. La idea es que no repitamos momentos tan dolorosos y que produjeron daño en nuestra historia común como pueblo.
Tuve la oportunidad de ver el documental en Berlín y la recepción de la gente fue impresionante. Ver cómo esa historia impacta y atraviesa diversas historias es algo que muchos estamos viviendo.
El ingenio y talento de Maite es el reflejo de este trabajo. Esperamos que prontamente termine este tour de festivales para que podamos ver esta película que nos hará sintonizar con una historia como cualquier otra. Eso es lo bonito y lo que hace el arte. Es cómo una historia nos puede hacer conectarnos en cómo humanidad lo hacemos todo.
Esperemos que se estrene pronto y nos sintamos parte de esa historia. En esta campaña, justamente tuve la oportunidad de ver otro documental del sur del país que se estrenará prontamente y que apunta a esta lógica de no olvidar a quienes olvidan. La película de Maite tiene eso, que a partir de un hecho puntual, esta enfermedad nos hace posicionarnos y ver a la vida más allá que nos tocó representar. Es una hermosa experiencia de como el arte puede hacernos mejores personas.
Si existe una voluntad de política sistémica, será beneficioso. Con unidades de memorias y buenas derivaciones, eso impactará en la calidad de vida.