ENTREVISTAS

Académica UMCE y narcofunerales: «Eso se va profundizando en condiciones de segregación»

Un estudio revela que la proliferación de los narcofunerales es producto de la segregación espacial de la ciudad, por lo cada vez más homogéneo del lugar donde se vive. Lo conversamos con Macarena Barahona en #FuturoPQN.

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Agencia Uno

Hoy en Palabra Que Es Noticia conversamos con la geógrafa Macarena Barahona, Doctora en Arquitectura y Urbanismo, investigadora y académica de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación.

Un levantamiento de información realizado por la Subsecretaría de Educación reveló que cada día, en promedio, 3,2 recintos educacionales tuvieron que suspender sus clases por hechos violentos externos como balaceras o los llamados “narcofunerales”. La cifra indica que, desde el inicio del año escolar hasta el 25 de abril, se registraron suspensiones de clases que afectaron a 122 establecimientos. 75 de ellos siendo de educación básica y media y 47 de educación parvularia. En total, se calcula que estas interrupciones implicaron la pérdida de 156 días de clases.

¿Cuáles son algunos de los principios generales del estudio de la segregación espacial de la ciudad?

“El fenómeno de los funerales de alto riesgo lo vemos solo en la superficie. Lo que se expresa en el espacio público es lo que estamos mirando. Pero bajo ello hay un cambio profundo en ciertas prácticas culturales de ciertos sectores de Chile y de América Latina. Entre las razones de esta profundización están los profundos procesos de segregación socioespacial. Eso no significa que lo que se discuta no sea relevante desde el punto de vista de lo que les pasa a las personas, porque tiene efectos nocivos sobre la vida cotidiana”, señala Macarena Barahona.

¿A qué se refiere con cambio social profundo?

“Una de las cuestiones que ha tenido relevancia en la producción de ciudades en Chile y en América Latina es el modelo económico que hace que la sociedad crezca en un entorno de grave segregación socioespacial. Cada barrio tiene para sí un pedazo muy acotado de su ciudad. Ese contexto hace que nos encontremos menos y que las prácticas culturales que se van manifestando en el espacio público estén distantes. Los “narcofunerales” están relacionadas a vecinos connotados, barristas, culturas delictuales”, indica la geógrafa y académica UMCE.

“Eso se va profundizando en condiciones de segregación. Podemos observar en poblaciones problemáticas murallas con héroes populares que van desde Víctor Jara a un “choro” connotado a los que les prenden velas y se les reza y la población les encarga solucionar sus problemas de subsistencia diaria. Estas prácticas culturales específicas se van asociando a ciertos lugares en una forma de hiperlocalización”, afirma Macarena Barahona.

¿Desapareció la idea de un “centro”?

“Por supuesto. No se trata de un centro en término físico, sino que en este lugar de encuentro de la ciudadanía. Pueden ser múltiples espacios y tienen que ver con la participación activa en la vida en sociedad. Lo que observamos hoy es una segregación terrible. Hay gente que no conoce su ciudad más allá de su itinerario. Esta segregación hace que muchas de las cosas más disruptivas que provocan temor en la ciudadanía se vayan apropiando de espacios”, asegura la geógrafa y académica UMCE.

¿Qué tan difícil es afrontarlo?

“Hay una visión que tiene que seguir funcionando, la idea más pragmática de cómo enfrentar esto. Pero tiene que ir de la mano de una conversación más de fondo para mejorar o por lo menos intentar resolver los problemas de segregación. Es muy importante que la planificación urbana territorial se pregunte dónde tienen que estar las escuelas, los hospitales, las áreas verdes. A servicio de quién. Nosotros hoy estamos pagando que todos estos espacios que son fundamentales para la vida social hayan sido respondidos principalmente con lógica de mercado”, plantea Macarena Barahona.

¿Se puede revertir?

“Yo creo en el poder transformador de la educación. Hay que dar acceso a la ciudad, es decir, dar acceso a las oportunidades urbanas. En mi tesis doctoral analicé un caso de la ciudad de Colina, donde en el borde norte se ubican las dos cárceles: Colina 1 y Colina 2. Acompañando estas cárceles surgieron viviendas sociales porque el valor del suelo, por estar al lado de cárceles, era lo suficientemente bajo para que el Estado lo comprara. Lo que pasó es que las cárceles excedieron sus bordes perimetrales y la cultura delictual sobrepasó las murallas. Muchos de los familiares de los presos que cumplían condenas largas se fueron a vivir a estas viviendas sociales”, complementa la geógrafa y académica UMCE.

“Los originales dueños de estas viviendas se fueron a tomar terrenos en sectores aledaños y se dio una forma de producción urbano-carcelaria que es característica de América Latina. Eso se acentúa porque es un lugar inhóspito, sin acceso a las oportunidades urbanas. Si eso hubiese tenido una mejor planificación, hoy no tendríamos el desarrollo de esa suerte de gueto. Por supuesto que se puede hacer algo, el propio Estado ha tenido que salir con programas como el Quiero Mi Barrio. Tenemos que pensar cómo hacemos que esta planificación urbana mejore las condiciones de vida de la población en su conjunto”, concluye en Palabra Que Es Noticia Macarena Barahona.


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