El país se prepara para ejercer una vez más su derecho a voto, en esta ocasión en el marco de la elección del Consejo Constitucional, que trabajará para desarrollar una nueva Constitución.
Sobre la Constitución Política como poder democrático, los errores del pasado y lo que se está intentado lograr actualmente, conversamos en Palabras Sacan Palabras con Domingo Lovera, abogado de la Comisión de Expertos del Proceso Constituyente.
¿Cómo se vive desde la Comisión de Expertos la elección del Consejo Constitucional?
No lo hemos conversado mucho porque nuestro mandato y a lo que nos comprometimos al asumir el cargo es asumir un rol técnico. Nos parece que hemos desempeñado de manera adecuada el trabajo. Yo esperaría que las cosas sigan tal como han sido ahora. La gente tiene derecho a elegir a quienes mejor representan sus intereses, pero nuestro trabajo aquí en la comisión es la elaboración del anteproyecto que entregaremos al consejo en junio.
¿Cuánta libertad hay del Consejo para rescatar cosas que no quedaron en el borrador?
Lo que vamos a presentar es un anteproyecto que hace las veces de un insumo que va a llegar al Consejo y ellos podrán mantener, modificar o desechar y agregar normas propias. Hay algunas regulaciones sobre como presentar las propuestas de normas o sobre la estructura del texto, pero tienen la facultad de revisar todo.
Hay fuente que dicen que se trata de zanjar las cosas antes de la elección de este domingo. ¿Es así? ¿Ayudaría esto a que los consejeros se sientan más “amarrados”?
Tenemos un cronograma de trabajo agotador, con muy pocos plazos, que ordena que estaremos en condiciones de votar en las subcomisiones a finales de la próxima semana. Aunque hubiésemos querido, no nos da el tiempo. Una vez que terminemos las votaciones en subcomisiones pasamos al pleno. Esta etapa previa es importante para tener dos miradas: Una más bien técnica, de mucho debate, más bien aburrida y en tiempos acotados; y la representación popular que en estos procesos es inescapable. Es cierto que el consejo puede desechar o aprobar las propuestas que entreguemos, pero también tienen plazos breves. Todo en el contexto de un Consejo que, en la práctica, tiene la última palabra.
Se habla de una Constitución “habilitante”, ¿qué significa esto?
Creo que la Comisión Experta va a seguir funcionando de la misma forma que ha hecho independiente de las elecciones de este domingo. Desde el año pasado he dicho que recojo como experiencia de la propuesta del año anterior el tema de que cometimos un error al intentar zanjar tantas cuestiones a nivel constitucional. Me parece que lo que debíamos hacer es movernos hacia una constitución habilitante, en el sentido en que tenga menos prosa y procedimientos más claros para que las diferencias legítimas que tenemos en Chile se resuelvan en estos mismos procedimientos y en el juego político. Las políticas públicas deberían alinearse con las mayorías electorales. Si una coalición gana una elección, puede proponer un esquema de gobierno y nosotros como pueblo vamos a valorar su gestión en la siguiente elección para ver si se quiere mantener o cambiar el esquema. Diría que incluso sería necesario una constitución más habilitante que la que tenemos actualmente. Hay varios ejemplos de una Constitución que cerró puertas a políticas públicas, como el caso del Sernac.
¿Hay consenso en esta idea?
Creo que hay consenso en esta idea respecto a algunos ámbitos de la Constitución, en otros no. Gran parte del tiempo las constituciones son hijas de su tiempo, respondiendo a demandas más sentidas de la ciudadanía en el momento en que se está escribiendo. Van a haber espacios habilitantes, pero también tendremos espacios de una constitución con más detalle. Lo importante es que tengamos un texto que vaya más en la lógica de los procedimientos y menos en vetar políticas públicas.
Se dice también que las constituciones transitan por una ruta, por una suerte de ideología que le da el corazón al texto. ¿Cómo quedará esta?
Cómo va a quedar, no sé. Pero espero que tenga tres corazones: Una de sellar los cimientos propios de un proceso democrático, donde la ciudadanía es un pilar fundamental. Dos, una democracia que canaliza los desacuerdos a través de procedimientos y mecanismos que permitan vociferar desacuerdos y fórmulas de solución. El tercer corazón me parece que debe ser darle forma adecuada a un estado social y democrático de derecho, que asuma ciertas necesidades básicas para que las personas puedan desarrollar las vidas que les plazcan.