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Por Equipo Futuro.cl
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Luego de las elecciones de los Consejeros Constitucionales, han surgido muchas dudas en relación al poder de los nuevos partidos políticos, como también la fuerte irrupción del partido Republicano. Sumado al papel que tuvo el voto obligatorio. Por eso conversamos en Palabras Sacan Palabras con Cristóbal Rovira, doctor en ciencias políticas y director del ICSO de la Universidad Diego Portales.
¿Por qué crece tanto Republicanos?
Creo que tenemos que ser cuidadosos con la interpretación de qué es lo que ocurrió el domingo. No hay duda de que el gran ganador de este domingo fue Republicanos, pero no hay que olvidar que en esta elección rigió el voto obligatorio y aumentó considerablemente la participación electoral. Mi interpretación de esto es que, para algunas elecciones, fueron a votar un caudal de votos y para esta votó otro caudal más conservador del electorado.
Esta no es la primera votación con voto obligatorio.
Es la segunda y en la primera el rechazo ganó con un 62%. El voto obligatorio amplificó el voto de rechazo y de Republicanos y llegó para quedarse. Hay un 18% de personas que votaron nulo y blanco. Cómo van a votar esas personas en una próxima elección presidencial o parlamentaria es una gran incógnita.
¿Por qué dice que no tienen grandes incentivos?
A nivel teórico, uno podría decir que tienen incentivos para dialogar. Los incentivos teóricos son que si Republicanos se modera lograría que la gente siga votando por ellos, pero es un partido que, así como moviliza mucho a la población, es un partido con un porcentaje de rechazo muy alto. A nivel práctico va a ser mucho más difícil.
Si nosotros miráramos sin agregar a estos nuevos votantes, la cosa no habría cambiado tanto, ¿es así?
Las dos interpretaciones creo que son correctas. Imaginémonos una elección presidencial. En las primeras vueltas tenemos una gran cantidad de candidatos. Para las segundas vueltas electorales, muchos votantes tienen que decidir votar por el mal menor. Esa es la gran debilidad del gobierno de Gabriel Boric, hay un porcentaje importante de votantes no porque fuera un proyecto con el que se sentían identificados, sino que era un voto para que no saliera Kast.
A propósito del oficialismo, ayer hubo un cónclave donde se conversó sobre la idea de una unión de partidos progresistas, ¿Cómo ve el panorama?
Se mezclan dos cosas. Una es la cuestión más táctica sobre el tipo de alianzas que tienen que conformar y otra sobre las reformas que se están conversando para definir el sistema político con una eventual nueva Constitución. Con las normas que hay en la Comisión Experta muchos partidos se verán incentivados y obligados a unificarse para no morir en el camino.
¿Cómo debiera llamarse a estas nuevas derechas? ¿por qué se les considera “extremas?
Creo que es un fenómeno global que aterrizó recientemente en Chile. Es la fragmentación de la derecha entre una más convencional y la derecha extrema. Las derechas extremas toman las ideas de las convencionales y las defienden desde un punto más radical, manteniendo una relación ambivalente con las democracias liberales. El mejor ejemplo de esto es Donald Trump, que cuando pierde las elecciones pone en duda si va a respetar los resultados. En general, es cierto que el Partido Republicano tiene elementos que calzan con esta definición, principalmente respecto a cómo se relaciona con otros partidos de derecha del mundo. Cuando José Antonio Kast sale de Chile se toma foto con Vox en España o con Jair Bolsonaro en Brasil.
¿Hay opciones de que se modere Kast?
Sinceramente creo que es un tema que tiene que ver con los consejeros. Es una incógnita porque sabemos muy poco de esos 23 consejeros y deberán demostrar qué tan capaces son de moderarse, porque la derecha convencional podría coalicionarse con ellos o virará hacia el centro para hacerles un contrapeso. Las derechas convencionales tienen dos casos. Uno es establecer un cordón sanitario sin estar dispuestos a dialogar. El caso contrario es dialogar y pactar con ellos. En el primer caso, la derecha convencional se arriesga a perder votantes desde las derechas convencionales que se desplazan a las derechas extremas, debilitándose y estando obligadas a negociar con partidos de centro. En la otra opción, el corto plazo parece ser efectivo, pero en el largo plazo se muestra que es principalmente beneficioso para las derechas extremas, que terminan depredando de las derechas convencionales.