Jorge González fue presentado como un artista continental el 18 de mayo de 1993. Ese día, se lanzó su debut homónimo como solista. Un álbum que debía ponerlo en la primera fila de la música popular de América Latina. Una figura pop por derecho propio, un astro de las masas. Y no pasó como al menos esperaban desde EMI Latinoamérica.
Pero la ganancia de este «Jorge González» es otra. Sus canciones, mostrándolo alegre y luminoso, se fueron inscribiendo a fuego en el repertorio del rock chileno durante ya 30 años. Pasó de la melancolía de pista de baile de «Corazones» de Los Prisioneros, un disco confesional que sirvió como antecedente directo de su primer trabajo en solitario.
Para esta nueva etapa como solista, jorge González consiguió un contrato disquero de características nunca antes vistas en Chile. Lo firmó en las oficinas de EMI, en Londres. Y por él, automáticamente se convirtió en «artista prioritario a nivel regional», con el compromiso de editar tres discos en seis años.
La producción en Los Angeles, California, estuvo a cargo de Gustavo Santaolalla, el mismo que estuvo tras «Corazones». El músico argentino ya tenía confianza con Jorge González y el trabajo le dio continuidad al sonido pop y romanticismo del último de la banda por entonces, pero marcando diferencias. Desde su imagen en la portada, con González sonriendo, hasta su disposición en las entrevistas promocionales en grandes estelares de Chile y en Estados Unidos. Al músico se le podía ver promocionando el LP en estelares tanto de Chile como del resto de Latinoamérica, en una ventana destinada a las estrellas más transversales.
«Jorge González» tuvo una cuidada campaña promocional. Se realizó un glamoroso lanzamiento en el hotel Sheraton, y se podían ver afiches a todo color en las calles de Santiago. «Mi casa en el árbol» era el primer sencillo, una carta de presentación que contrastaba con los días de Los Prisioneros.
Pero el destino quiso otra cosa, y el Jorge González como artista internacional simplemente no funcionó. Temas como «Ésta es para hacerte feliz» y «Fe» lograron en un principio una respuesta pública menos que tibia. Si se le mira con las expectativas y el recuerdo de su gloria junto a Los Prisioneros, lo llevó a un sonado fracaso comercial. Ni el público ni la crítica parecieron sentirse cómodos con el álbum.
«Me estaban lanzando en la onda Chayanne, y eso fue un error«, reconocería después el propio Jorge González, cuando ya era demasiado tarde para salvar la inversión en el álbum. Uno que estaba lleno de firmes ideas melódicas, con canciones que ganarían mucho con el paso de los años.
Y a 30 años de su lanzamiento, el debut homónimo de Jorge González es un clásico indiscutido de la música chilena. La prueba contundente de que la calidad de las canciones resiste el paso dle tiempo y las circunstancias.