Este 2023 se cumplirán 50 años de que ocurrió el Golpe de Estado en contra del presidente Salvador Allende. Pese a ello mucha gente en la actualidad saca a colación el tema de la seguridad en el país, replicando que con Pinochet no había una crisis de seguridad como la que hay actualmente. Lo cual se suma a que hay un 18% de chilenos que prefieren un régimen autoritario a un régimen democrático. Es por ello que hablamos en Palabras Sacan Palabras con la fundadora del centro de estudios a cargo del informe CERC Mori, Marta Lagos.
¿Qué hay detrás de estas cifras?
La opinión más negativa hacia Pinochet se produce más cercano a su muerte y la más positiva cuando lo toman preso en Londres. Estas opiniones se producen en el peor momento de la crisis de seguridad y los datos muestran que la opinión de Pinochet se activa o se desactiva según la coyuntura que viven los chilenos. Si las cosas están bien, entonces se desactiva Pinochet. Pero ante inseguridades y crisis económicas, se activa. Es peligroso porque la justificación del Golpe es autoritaria, eso significa que desde el plebiscito a hoy solo perdió 8 puntos porcentuales en más de 38 años. Los resultados de la última elección demuestran exactamente un tercio de la población votando por Republicanos. La vocera de Gobierno dijo el otro día conocer a muchos en la derecha que tienen vocación democrática y tiene razón, porque no son todos. La problemática de futuro está en este punto central, en no enfrentar la reconciliación y validar a Pinochet. Cabe preguntarse si la cultura política de los últimos 20 años ha validado a Pinochet.
¿Uno podría entender que en este periodo hace que la figura de Pinochet crezca?
Hay que hacer más investigación, pero los datos muestran que la figura de Pinochet es volátil, se define en el presente según la evaluación que hagan los chilenos de su presente. Se habla nada más de la delincuencia como si fuera el único factor de este malestar, cuando también está presente la crisis económica, justamente en la misma delincuencia. Cuando Pinochet entrega el gobierno a los chilenos se les olvidó los altos niveles de inflación, porque se acuerdan del orden y la seguridad.
51% de quienes sí vivieron la dictadura la relativizan, ¿qué pasa ahí?
Hay una visión blanda que es culpa nuestra. Hemos validado a Pinochet en la medida de que no hemos enfrentado el tema de la reconciliación. Llama mucho la atención que en la conmemoración de los 50 años este tema no esté presente, como si le tuviéramos miedo. Uno de los problemas que tiene Chile es que toda su derecha es pinochetista, a excepción de algunas personas dentro de los conglomerados como Evópoli o Renovación Nacional. Chile necesita una nueva derecha no pinochetista. José Antonio Kast no genera voto, solo lo reproduce y lo recoge. Los grandes dictadores tienen un poco apoyo en las transiciones a las democracias.
Nosotros tenemos que hay un 18% de chilenos que prefieren un régimen autoritario a un régimen democrático. Tenemos una falla, hemos dejado que lo correcto y lo incorrecto se confundan. No puede ser que un país encuentre que esté bien una dictadura. Hoy el presidente Boric acaba de fustigar la dictadura de Maduro, pero nosotros los chilenos hacemos como si este tema no existiera, como si no fustigar la dictadura nos pareciera bien. No podemos resolver nuestros problemas si no logramos hacer de esto una cuestión universal. El tema de la dictadura debiera ser tan universal como el tema de la independencia de Chile.
40% de los jóvenes expresa una opinión blanda respecto a Pinochet, ¿qué pasa ahí?
La memoria histórica se pasa a través de las redes familiares y no se socializan horizontalmente. No hay una socialización de los valores de la democracia, lo que hay es una conformación, estamos encrispados, vemos solo el cómo defenderse del adversario. No hemos sido capaces de definir qué es lo correcto, de lo incorrecto y eso también se heredó hacia los jóvenes. Estamos mal y es una de las enfermedades más graves que tenemos. Así como la Comisión de Expertos pudo llegar a un consenso histórico constitucional, deberíamos tener un consenso valórico sobre lo que pasó hace 50 años. No es una situación que tengamos abierta sobre la mesa para discutir.