Para contarnos de Tejidos blandos, un ensayo desgarrador que analiza la brutalidad de la violencia política durante la dictadura en Chile desde la relación cuerpo-indumentarios, hablamos en Palabras Sacan Palabras con su autora, Pía Montalva.
¿Calzó la salida del libro con los 50 años del golpe?
Este libro es una reedición, originalmente no estaba previsto que apareciera. Era mi tesis de doctorado y como pasa en todas las tesis me atrasé y salió publicado por primera vez en 2013, para los 40 años del Golpe, pero siempre quise reeditarlo. Mucha gente que estudia los textiles y las artes escénicas lo lee y en estos 10 años había una venta baja, pero regular y ya no quedaban ejemplares. Esta vez pensé en reeditarlos.
El libro dice que tiene que ver con esta materialidad a través de brutalidad de los hechos por la relación cuerpo-indumentaria. ¿Por qué elegiste este punto?
Lo elegí porque se le suele sacar el cuerpo a la violencia de la dictadura, sin nombrarla y con un cierto recato. Se empieza a hablar de este tema con pudor y con un respeto evidente porque es un tema delicado. Me parecía que el único ámbito donde se había trabajado efectivamente lo que le pasaba al cuerpo y a la ropa era en el ámbito forense, así que empecé a pensar en esta relación. Tengo otros dos libros publicados sobre vestimenta, pero había trabajado sobre la manera en como vamos construyendo nuestra historia. Cuando nos vestimos, construimos la historia de nosotros mismos. Cuando nos volvemos autónomos empezamos a comunicar lo que somos a partir de eso, pensando en que es una relación mucho más estrecha entre cuerpo y la ropa de lo que se cree. La cultura no termina en la piel, la desnudez está regulada y no es la norma, es la ropa donde termina la cultura. La ropa no camina sola, siempre la lleva el cuerpo, así que una cosa es inseparable de la otra. Por lo tanto, cuando a nosotros nos violentan, nos obligan a vestir de cierta forma y nos obligan a desvestirnos como ocurrió en los centros de tortura, es una forma adicional de violencia respecto a la cultura. A mí como historiadora hay dos cosas que me interesan: Una es la historia política de Chile del siglo XX y lo otro es la indumentaria y el cuerpo. He ido ligando y cruzando esto.
En el libro se profundiza sobre esto, porque no es un método que se mencione mucho. ¿Por qué la ropa se convirtió también en un objeto de tortura?
Las experiencias históricas han demostrado que la ropa sirve para hacer muchas cosas. En los campos de concentración nazis se les despojaba de todo lo que tenían. Acá es distinto, son formas de violencia con matices. En Chile las detenciones masivas estaban al inicio de la Dictadura, que eran más que nada redadas. Pero, cuando empiezan las detenciones selectivas, lo primero que se hacía era vendar al individuo. Hay una anomalía total, vas caminando por la calle y cuando te capturan lo primero que hacen es vendarte. La venda está relacionada con la violencia política. La primera venda es importante en la configuración de esta violencia y esto lo demostré con los catastros que muestro en el libro. Al llevarte al lugar clandestino te cambian la venda y te ponen otra con la que estarás todo el tiempo hasta que te sueltan. Esta venda de tela te impide ver, te agudiza los otros sentidos y todo lo que pasa en tu cuerpo pasa a ciegas.
¿Cómo reflexionas sobre la preparación de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado?
Miro un poco críticamente todo esto, porque me parece que es difícil. No soy muy partidaria de las conmemoraciones porque tienden a terminar en actos vacíos. Para que eso no pase se requiere no repetir los lugares comunes y la creatividad. Me parece que no se ha hecho reflexionar sobre estos últimos 50 años de nuestra historia. La reflexión que podemos hacer sobre el presente va por un lado que no está resuelto como las violaciones a derechos humanos y todo lo que tenemos que repensar hoy. No tenemos vendas, pero casi 50 años después tenemos lesiones oculares. Hay protocolos que no cambian respecto a la aplicación de la violencia, esos temas están siempre presentes y no están en el debate.