ENTREVISTAS

Cristóbal Marín y 50 años del Golpe: «Para reconciliarse hay que saber la verdad y la mesa de diálogo sobre detenidos desaparecidos no funcionó bien»

De su libro "Atacama Fantasma", que aborda el rol del desierto desde la memoria histórica, hablamos en #FuturoPSP con su autor.

Cristóbal Marín
Radio Futuro

Está tarde estuvo en nuestro estudio el doctor en estudios Culturales de la Universidad inglesa de Birmingham, Cristóbal Marín, quien le presentó a Palabras Sacan Palabras su nuevo libro “Atacama Fantasma, viaje a la memoria del desierto”, que plantea un recorrido por el norte de Chile a través de sus recuerdos de infancia y episodios históricos de la zona.

¿Es una novela?

Es un ensayo que usa elementos de novela e incorpora diversos géneros. Le diría un ensayo radicalizado porque incorpora distintos géneros literarios para contar una historia de no ficción.

¿Es una historia biográfica?

Parto con la memoria personal y de historia de viajes que he tenido en mi juventud e infancia para despertar la memoria colectiva.

¿Qué experiencias vividas en el norte nos puedes contar?

Parto contando un viaje con mi abuelo en avión a Arica. Mi abuelo me invitó, fuimos y conocí el desierto y a un niño de 7 años es sorprendente.

¿Cómo fueron esos primeros encuentros?

Fui con mi padre después a las salitreras, a los sitios de la guerra del Pacífico y luego cuando joven, en la universidad y porque quería experimentar el desierto, fui solo. También fui con unos amigos a La Paz por el tren de Antofagasta, que ya no existe para transporte de pasajeros.

¿Qué tiene el desierto que genera este encanto?

Es una experiencia extrema que muestra el esqueleto de la Tierra. No hay agua ni comida y eso es muy cercano a la experiencia de la muerte. Los primeros cristianos lo usaban como una experiencia religiosa. El desierto tiene un contenido espiritual muy importante.

¿Cuál es la historia de la portada?

Es cerca de Calama, en una mina, donde unos empresarios ingleses encontraron una momia de un minero que quedó atrapado en una mina y su cuerpo quedó momificado y petrificado porque se le infiltró cobre. Era tan impactante que los empezaron a exhibir y dos empresarios chilenos lo compraron y llevaron la momia a Buffalo y a otros lugares de Estados Unidos. Ellos se hicieron mucha plata allá, pero la malgastaron y fue uno de los empresarios de JP Morgan que luego compró y donó al Museo de Historia Natural, donde está ahora.

¿Qué otras historias más encontraste en el desierto de Atacama?

Está el cruce por el desierto de Diego de Almagro, que volvió luego de no encontrar nada en Chile y fue terrible. Se preparó bien y lo cuenta un cronista de la época. La historia de Pisagua también la cuento con mucho detalle porque es parte de la historia más oscura de Chile que se inicia con el gobierno de González Videla y luego continúa con la dictadura militar donde hubo mucha muerte y ocultamiento de cuerpos.

¿Cómo se han ido relacionando tus dos obras?

Huesos sin Descanso también es un ensayo que trabaja con distintos géneros, pero también son parecidos en descubrir las luces y sombras del país, esta vez en el extremo sur. Se parecen en buscar historias que han construido a este país, pero que tienen componentes oscuros.

¿Qué tanto cambia tu relato en comparación a la tradición popular de las salitreras?

Cuento la historia desde la perspectiva de Elías Laferte, uno de los fundadores del Partido Comunista y luchador social. El cuenta que asiste a los 13 años al matrimonio de Humberstone. También cuento la historia desde este otro lado que es terrible. Hay muchas matanzas y lucha social.

¿Cómo llegas a esta información? ¿Cómo es el trabajo de reporteo?

Me demoré como 4 o 5 años en este libro y mi investigación incluye viajes a los lugares y consultar muchos archivos históricos. Voy a los archivos, los consigo por internet, pero los consulto yo. El archivo escrito, pero también el visual con las imágenes, es crucial. Tenemos fotos, estampillas, dibujos, mapas, pinturas, que me ayudan a narrar de una manera más eficaz y darle más veracidad.

¿Cómo relacionas lo que está sucediendo ahora con el relato de tu libro a propósito de los 50 años del Golpe de Estado?

Cuento 3 episodios muy dramáticos que dan cuenta de los horrores de la dictadura. Cuento la historia de una ciudadana uruguaya que se encontraba cerca de Arica y no aparecía en los informes de detenidos desparecidos y quienes la encontraron pensaban que era una momia o un soldado de la guerra del Pacífico. Gracias al desierto unos militares la encuentran y se sabe su historia, si no se hubiera perdido. También cuento la historia del paso de la Caravana de la Muerte por Calama.

¿Crees que haya un acuerdo respecto a mínimos comunes 50 años después?

Hace falta entender mejor esa historia. Hay gente de derecha que si aceptó que la dictadura llegó a extremos horrorosos. Chile necesita reconciliarse con esta historia que no debiera haber ocurrido porque va más allá de lo humano. Para reconciliarse hay que saber la verdad y la mesa de diálogo donde se suponía que iba a haber información más completa sobre detenidos desaparecidos no funcionó bien. Es necesario hablarlo porque ya no es una cosa política, es un tema ético.

¿Cómo ves las preparaciones del gobierno y la polémica de ayer?

Hay que mirar al pasado para reconciliarnos.

¿Cuál es el rol de una universidad?

Reflexionar en torno a cómo construir una democracia común reconociendo y entendiendo el pasado y recuperando la memoria que es muy oscuro. En la UDP vamos a hacer un seminario de Democracia y Memoria para hablar de cómo a través de la memoria se puede construir hacia el futuro.


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