ENTREVISTAS

Daniel Mansuy: «Para cierta derecha, es difícil reconocer en Salvador Allende virtudes»

Daniel Mansuy, autor del libro “Salvador Allende, la izquierda y la Unidad Popular”, conversó con #FuturoPSP al respecto de este lanzamiento.

Diego Puebla |

Daniel Masuy

Daniel Masuy

“Salvador Allende, la izquierda y la Unidad Popular”, que realiza un análisis del legado del expresidente Allende y de los sucesos del gobierno de la Unidad Popular además del estado de las izquierdas chilenas, hablamos en Palabras Sacan Palabras con su autor, Daniel Masuy.

¿Qué te pareció que el presidente Gabriel Boric recomendara la lectura de este libro?

«Muy agradecido, siempre es bueno que el presidente de la República te lea y te recomiende. Sobre todo porque es un libro que recoge el legado de Salvador Allende, pero que también es crítico de la izquierda chilena y de la generación de Gabriel Boric particularmente. Hace muy valorable su recomendación sabiendo que es un hombre al que le gusta la historia, un hombre culto. Muy agradecido de su recomendación».

Antes de hacerlo dijo que era necesario que todos miráramos de forma distinta esto, ¿tiene que ver con tu libro?

«Es de las cosas que me interesó hacer a la hora de escribir el libro. Cada vez que discutimos de esto sabemos qué van a decir unos y otros. Lo que intento hacer es mirar al personaje y al mito que se construyó después, a los problemas y dificultades de su gobierno pensando en que la historia no sigue un curso fijo. Hubo una incertidumbre en la Unidad Popular que nos falta analizar bien. Hay una tentación de mirar a este periodo con el prisma de después, pero me parece que también es importante que hay que mirarla desde la incertidumbre propia de los actores que no sabían lo que iba a ocurrir».

La encuesta de MORI decía que creció en 20 puntos la cantidad de gente que justifica el Golpe, ¿Cómo lees eso?

«Lo leo como una paradoja cruel de la historia. Se había hecho un esfuerzo en la recuperación de la democracia y porque todos los actores valoraran la democracia mediante la idea de que las diferencias se tienen que resolver con mecanismos pacíficos y políticos. Todos los sectores políticos, algunos con más fuerza que otros porque la izquierda en esto hizo una revisión muy profunda, habían valorado y reivindicado esta idea».

Continuó diciendo: «Pero esta idea fue perdiendo fuerza y las personas quienes vivieron esta tragedia son cada vez más viejos y los más jóvenes no lo vivieron, es inevitable, pero eso también afecta. También no puedo dejar de pensar que lo que ocurrió el 18 de octubre de 2019 jugó un papel, porque a partir desde entonces también tuvimos en algunos sectores políticos la idea de que, si los mecanismos políticos no funcionaban por A, B, C motivo, había una comprensión y justificación de la violencia como método de acción política. Hay una crítica al Frente Amplio y a un sector de la izquierda que pensó en que la violencia era un camino adecuado para satisfacer sus legítimas ambiciones de transformación y de cambio de lo que llaman el modelo neoliberal. No es el único factor, pero me parece imposible no mencionarlo como un factor».

¿Cómo has visto el resurgimiento y relativización de Pinochet en el discurso público?

«En términos sociopolíticos, a mayor desorden hay una mayor nostalgia por aquel tiempo que se consideró que fue el último representante del orden. A mi juicio aquí la izquierda jugó con fuego, porque alimentando la sensación de inseguridad y de justificación de cierta violencia, era evidente que iba a venir una resaca del orden. Esto explica que el Partido Republicano sea el partido más importante de Chile justamente en la conmemoración de los 50 años del Golpe. No puedo dejar de ser crítico respecto a los dichos de Luis Silva y de la secretaria de la UDI María José Hoffman porque me parece que la figura de Pinochet sigue complicando la narrativa de la derecha. Hay que ser crítico de los errores del gobierno de Salvador Allende, pero nada de eso justifica lo que pasó después».

¿Qué pasa en la derecha con dirigentes jóvenes ven con nostalgia de este tiempo?

«Existe la persistencia de una memoria histórica. Han pasado 50 años, han nacido generaciones nuevas y seguimos con las mismas preguntas. 50 años después de la guerra civil del ’91, donde murieron muchas más personas que en el episodio del Golpe de Estado, a nadie le importaba. El libro surge de esta pregunta. A partir del 18 de octubre mis niños empezaron a preguntarme por las cosas que pasaron en Chile y sus preguntas remitían mucho a ese tiempo. Es muy llamativo que ese hecho siga generando tanta pasión política, porque todavía están en juego coordenadas políticas».

¿Por qué pasa eso?

«Creo que no se va a alcanzar nunca un consenso. Es difícil mirar desapasionadamente este tema. Si uno intenta mirar los méritos y defectos del gobierno de Allende te van a tildar de estar justificando la dictadura. Lo que han dicho los dirigentes de la derecha habla de una ausencia de reflexión política y moral. Si la derecha no es capaz de tomar distancia y ser realmente consciente de las atrocidades que fueron las violaciones a los derechos humanos, creo que obviamente hay un problema grave. Y la derecha lo sigue teniendo».

Esto es parte de un coletazo a finales de la Guerra Fría. Alemania y Japón superaron sus hechos históricos trágicos y acá seguimos, ¿Qué hay?

«Esas analogías no terminan de convencerme porque justamente hay una Guerra Fría donde el Golpe de Estado tiene, en su origen, una realidad mucho más ambigua que esas otras realidades. Sigue siendo impresionante que discutamos de lo mismo en términos muy parecido desde hace 50 años. Por eso yo no le tengo mucha fe a esa discusión política, porque la vengo escuchando desde que tengo uso de razón. Son siempre los mismos argumentos y esa discusión ya no me parece demasiado interesante por esto mismo. Creo que el presidente cuando mencionó esto fue apelar a que también se puede mirar este tema desapasionadamente para intentar comprender lo que pasó. Es exigible que haya una condena inequívoca respecto a las violaciones a los derechos humanos, pero hay que hacer el esfuerzo intelectual de ver en qué medida esto impide o no examinar críticamente todo lo que rodeó a estos hechos».

¿Qué falta?

«Lagos quiso cerrarlo porque inauguró la estatua de Allende, dio un discurso importante y abrió la puerta de Morandé. Se sentía con la altura necesaria para hacerlo. Ahora sabemos que todo esto se reveló como un fracaso porque había una memoria más persistente tanto en la derecha como en la izquierda. La reivindicación explicita de la figura de Salvador Allende y de su proyecto para la izquierda es importante para la generación del Frente Amplio. Es muy sintomático que un dirigente nacido en 1986, que no vivió esto, haya sentido la necesidad de que en su primer discurso como presidente de inscribirse en la continuidad de Salvador Allende».

Daniel Masuy: ¿Qué elementos encontraste distintos o que no habían sido vistos con suficiente atención?

«Hay infinita bibliografía. Lo mío no es un libro de historia sobre la UP, me interesó la figura del general Prats y las relaciones entre los militares y Salvador Allende. Prats aún es un personaje que no entendemos y que es un personaje central. La derecha lo critica por allendista y la izquierda lo defiende por constitucionalista. Más que allendista, Prats fue un hombre que quiso evitar la guerra civil a toda cosa, no está dispuesto a defender a Allende si eso implica dividir al ejército, pero tampoco era un militar ajeno a la política. Es un personaje al que creo que aún falta mucha lupa que poner. Otro personaje muy interesante es Yoan Garcés, asesor personal de Allende que tuvo una influencia gigante en la persona de Allende».

Crítica intelectual

Continuó: «A mi juicio, la única persona que elaboró crítica intelectual desde la izquierda es él. Allende quiso hacer un proyecto constitucional, pero tuvo dos puntos de apoyo posibles: Las Fuerzas Armadas y la Democracia Cristiana. En agosto de 1973 ya queda claro que las Fuerzas Armadas, con la salida de Prats de la comandancia en jefe, estaba liderada por personas mayoritariamente golpista y solo le queda la DC. Y Patricio Aylwin, que era presidente de la DC, exige para negociar con Allende que de manera inequívoca rompa con su ala ultra. Allende no está dispuesto, pese a estar en desacuerdo con esa ala radical, a romper con ella. Así que no había salida institucional posible, porque no estuvo dispuesto a eso».

«Por eso se encuentra en La Moneda encerrado, donde sabía que iba a morir y se suicida con el mensaje de que no quiso traicionar a la gente. Esto es algo que Altamirano, que era amigo cercano de Allende, le va a reprochar siempre. Dijo que, con su final trágico, su suicidio, resolvió el problema personal de Salvador Allende, pero se preguntaba qué pasaba con los que quedaron acá. Allende quería hacer un plebiscito, pero no tenía los medios políticos sin romper la UP y no quería romper la UP. Si Allende hubiera querido romper con el ala radical este problema en general no hubiera tenido lugar. Ni los militares hubieran estado dispuestos a intervenir y la DC habría estado dispuesta a dar un respaldo más decidido».

¿Qué te dijeron desde la derecha?

«La gente que ha leído el libro en general le ha gustado, pero no he recibido comentarios críticos. A la gente más involucrada biográficamente con esta historia probablemente le parece que valoro mucho el último gesto de Allende, que yo encuentro valiente y corajudo. Para cierta derecha es difícil reconocer en Allende virtudes. Tiene muchos defectos políticos que están a la vista, pero también tiene muchas virtudes. La serenidad con lo que habla en sus últimos discursos es brutal».

¿Con qué sientes que se quedará el lector respecto a este tema?

«Me interesa explicar en qué estaban pensando los actores la noche del 10 de septiembre antes de dar ese paso. Si aislamos el Golpe de lo que había antes la discusión se vuelve inoperante. Todos los generales el año 1973 habían sido cadetes en los años 30, en ese tiempo no podían salir a la calle porque después de la dictadura de Ibáñez eran muy mal vistos como institución. La pregunta es porqué esos mismos militares se fueron convenciendo de finalmente realizar la intervención» cerró diciendo en entrevista con La Radio del Rock, el escritor Daniel Masuy.

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