Del libro “Un muerto en el camarín”, que a través de un crimen en Juan Pinto Durán cuenta los conflictos internos del universo del fútbol y de sus diversos actores, conversamos en Palabras Sacan Palabras con su autor, el periodista Juan Cristóbal Guarello.
¿Es tu segunda novela?
Como ficción, sí.
¿Por qué escribir ficción sobre fútbol?
La semilla de esto es que creo que estaba en el estadio de San Carlos de Apoquindo viendo el partido de Chile y Uruguay y pensé en un asesinato en Pinto Durán como idea madre. Me gusta escribir y finalmente salió esta novela que es como un espagueti western donde todos son malos. Quiero advertir para la gente que la ha leído que esto no intenta ser un retrato antropológico del fútbol profesional. No pretende enseñar nada. Es una ficción, aunque tenga algunos elementos de verdad. No pretendo ser un espejo de la sociedad ni retratar a los jugadores, mi intencionalidad no va por ahí. No es una novela de ciencia ficción y si yo hago una novela del fútbol de hoy tendré muchos elementos del lenguaje actual y del mundo real. Tiene mucho que ver con el mundo de las redes sociales con cómo nos comunicamos. No es una novela que tenga un lenguaje hecho por gente que hace doblaje neutro. Los jugadores son construcciones de varios jugadores chilenos y del extranjero. No estoy tirando a los jugadores actuales en clave. Hay cosas que puede haber de Arturo Vidal o de Gary Medel repartida en varios personajes. El arquero tiene de Bravo, pero también del Condor Rojas o de Chilavert.
¿Está el mundo de los representantes?
Totalmente. El poder de los representantes y cómo tienen mucha influencia hoy en el fútbol teniendo cada vez más peso en cómo se mueve el fútbol profesional. Hay de todo. En ningún caso pretende representar a nadie en específico.
¿Cuál es la masculinidad del fútbol actual?
El fútbol profesional es un mundo completamente masculino salvo uno o dos jugadores. Hay pocos jugadores que se declaren abiertamente gay incluso ahora que hay espacios de acogida más grandes en los círculos sociales. Es un mundo masculino donde se compite por el auto más grande, por las mujeres, por los seguidores de Instagram, por quién tiene más plata. Esto no es solo del fútbol chileno, es a nivel mundial, como pudimos ver con la pelea entre Cristiano con Messi o el mismo Messi con Mbappé en el PSG para ver quién tenía más plata. Aquí existe el poder y el dinero, lo demás es discurso simbólico que funcionará bien a nivel político. Cuando hay plata y hay poder de por medio, todo eso se pierde, porque el capital no tiene género. Es una cosa que va más allá del género. El mundial femenino hoy no tenía oferentes para televisación a nivel mundial porque no lo podían vender al no ser lo suficientemente atractivo, independiente de los discursos y políticas públicas, porque tratan de hacerlo competir con el masculino y va a perder siempre. Con el fútbol, a menos que se quiera intervenir y que de paso se pierda el atractivo comercial, no hay nada que hacer. Es una cosa muy fuerte y machista. El libro no puede ser redentor. En el fondo, cuando hay peleas por dinero y liderazgo, no hay redención. Se pueden llegar a consensos políticos, pero eso es otra historia distinta a la de los camarines.
¿Te acomoda el calificativo de espagueti western a tu libro?
No lo pensé al principio pero me hizo mucho sentido cuando me lo comentaron.