Este año el Instituto Antártico Chileno (INACH) celebra su 60 aniversario. Sobre los hitos de la institución, las próximas expediciones al continente blanco y el cambio climático, conversamos en Palabras Sacan Palabras con Marcelo Leppe, director de INACH.
60 años de un instituto que nace después del tratado antártico como respuesta a la protección de un continente completo para la paz y la ciencia. ¿Cuántas bases hay?
«Tenemos 9 bases, de las cuales 4 son permanentes y están abiertas todo el año. Vamos a reponer bases, erradicando bases antiguas que tienen casi 50 años. La más joven tiene 27 años y tenemos un ambicioso plan de renovación de las bases. Hemos estado concentrados en casi un 90% en la periferia de la Antártica. Queremos hacer una base enfocada en la antigua base Carvajal, manteniendo el nombre y centrándola en la investigación de cambio climático porque es más adentro donde podemos evidenciar mejor el calentamiento global y es donde podemos profundizar. Uno no puede imaginarse un modelo de desarrollo sin el continente antártico que siempre se consideró prístino y distante. Ya no es prístino porque están llegando microplásticos que afectan el krill y llevó a reuniones en Santiago para el área marina protegida».
¿Qué pasó con el krill?
«Sigue llamándose el alimento del futuro. Yo lo he comido y es rico, pero no sé si hay algo parecido. Hay pesquería de krill y se calculan todos los años cuotas de captura. La preocupación grande es que, al disminuir el hielo marino antártico, que este último tiempo disminuyó 2 millones de kilómetros cuadrados, disminuye también la cantidad de krill, que crece bajo el hielo y produce la protección hacia la generación de CO2. Dos tercios del carbono antropogénico de los océanos es capturado por el océano austral».
Marcelo Leppe: ¿Llegamos tarde al tratamiento de ese tema?
«Creo que si y no a la vez. Diría que hay una cuestión más determinante con la Antártica. Tiene una dimensión muy práctica la investigación en estas zonas y estamos recién empezando a rasgar la superficie de este velo de conocimiento. El modelo de desarrollo chileno tiene que entender que la producción primaria de los océanos va a disminuir producto del cambio en la corriente circumpolar antártica».
¿Qué buenas noticias hay respecto a la Antártica?
«Hay varias. La buena noticia es que Chile en estos últimos 15 años se ha consolidado como una de las principales potencias investigativas en la Antártica. Hay un horizonte de crecimiento en eso con actividades sustentables que es inmenso. Es muy importante entender que la fuente de conocimiento tiene que ver también con la transformación cultural. Además, se confirmó en el Tratado Antártico que se ratificó y se derribó este mito de que en 2048 se acaba este tratado».
¿Cómo se manejan las reivindicaciones de la Antártica con países como Inglaterra o Argentina?
«No se define porque cuando se instauran las partes consultivas del Tratado Antártico se congelan todas las reclamaciones y se inhibe el derecho de hacer nuevas reclamaciones. Todo se reserva para cuando termine el Tratado Antártico y éste tiene carácter indefinido. Para prepararnos para esto tenemos que entender nuestra relación con el continente blanco y transformarlo en una principal fuente de conocimiento para mejorías en nuestra vida. La fuerza del Tratado Antártico es que ha sustentado una visión altruista del continente».
Se hizo un concurso internacional de arquitectura para reunir científicos en un centro antártico, pero de esto han pasado muchos años. ¿Qué ha pasado en este tiempo?
«Acaba de terminar una fase importante. Se llamó a la licitación para la construcción y se declaró desierta porque nadie cumplió los requisitos. Aumentaron los costos, pero hay un compromiso de varios actores en conjunto que han hecho un llamado a relicitar en el segundo semestre para poder tener la construcción con otros escenarios económicos. Es mandatorio que hagamos esto ahora porque es una declaración de principios al comprometerse en sustentabilidad y no explotación en la zona de Magallanes. Lo que esperamos es que esto sea una neobonanza y que nuestra relación de la Antártica no sea como la de los países anglosajones porque tenemos una cercanía especial».
¿Cuál es la dificultad de viajar a la Antártica?
«A veces está el techo de nubes muy bajo y no deja ver adecuadamente la pista. Me pasó con el presidente Piñera, volamos juntos en un Hércules y estuvimos horas esperando, volando en el aire, hasta que no se abrió y tuvimos que devolvernos. Creo que hay una cosa importante, que Antártica nos vuelve a recordar que, independiente de todo avance tecnológico, la naturaleza sigue decidiendo. Sigue siendo el lugar donde la gente cree que siguen pasando cosas extrañas que no pasan en el resto del mundo» cerró diciendo en entrevista con La Radio del Rock, el director de la INACH, Marcelo Leppe.