ENTREVISTAS

Camila Sosa: «La gente no nos piensa como personas, así que tampoco nos pueden pensar como personajes»

Aprovechando su visita a Chile, conversamos en #FuturoPSP con la popular autora argentina que aborda la realidad de la comunidad transgénero.

Pedro Henríquez |

Camila Sosa

Camila Sosa

Esta tarde, aprovechando su visita al país para hablar de su último libro y dar una charla en la UDP, visitó el estudio de Palabras Sacan Palabras Camila Sosa, una de las dramaturgas, actrices y escritoras más populares de Argentina, cuya obra aborda la realidad de la comunidad transgénero.

¿Cómo han estado estas horas en Chile?

Comiendo ostras, locos, pasándola bien.

Tienes una larga carrera en la actuación. ¿Partiste siendo actriz? ¿Cuál fue tu primera pasión?

Empecé en 2009 con una obra de teatro de una amiga mía con la esperanza de hacer 8 funciones. Estrenamos la obra y la primera función fueron nuestros parientes y amigos. A la cuarta función ya la gente se estaba quedando afuera en Córdoba y ese mismo año me invitaron a hacer la primera película que hice, “Mía”, empezando a hacer cine. Seguí haciendo teatro y me dio escozor el mundo audiovisual así que huí de Buenos Aires. Me volví a Córdoba porque no es ninguna novedad que hay una pobreza enorme de imaginación para los personajes trans y las travestis. Casi siempre era hacer papeles de prostituta o peluquera con pocas líneas de diálogo.

¿Por qué esa pobreza?

Porque la gente no nos piensa como personas, así que tampoco nos pueden pensar como personajes. En el teatro sí podía inventarme un universo más rico. En el 2015 publiqué el primer libro de poemas, “La novia de Sandro” y al poco tiempo después me pidieron hacer “Las Malas”.

¿Qué importancia ha tenido la santa popular argentina la Difunta Correa en tu obra?

En noviembre de 2008 mis padres fueron a la Difunta para pedir por mi porque había tenido episodios muy violentos con clientes cuando me estuve prostituyendo. Meses después de eso estrené una obra y nunca más tuve que volver a las calles. Ellos creen que es un milagro. Muchas chicas travestis no pueden dejarlo y tienen 50 o 60 años y tienen que seguir paradas en una esquina. Tenía ganas de hacer otra cosa y se me dio. Busqué trabajo miles de veces de lo que sea y no lo había conseguido.

¿Por qué utilizas el término travesti y no trans?

En verdad durante muchos años fuimos travestis porque no se usaba la palabra trans para nosotras. La nomenclatura clásica de travesti es europea, acá en Latinoamérica todas éramos travestis y era un insulto. Me parece que era una experiencia y tal vez ahora las chicas quieren ser nombradas como chicas trans. Para mi es un orgullo ser una travesti latinoamericana y haber visto esta cara por tanto tiempo. Es una posición poética.

¿Qué opinas de la corrección política?

Al decir mujeres trans suena a algo higienizado, dentro del quirófano del lenguaje. Decir travesti implica imaginarse la noche, los golpes, los tacos. Hay que ver todo lo que dice una sola palabra. La pongo en valor porque me resulta más compleja y completa que decir mujeres trans, aunque considero que es absolutamente valorable y aceptable que las nuevas generaciones rechacen esta palabra porque no tiene que ver con ellas, porque no tuvieron que pararse en la calle ante el frío para conseguir el pan.

¿Cómo te ha ido con las nuevas generaciones?

Son muy agradecidas con las de nuestra generación y las anteriores. Nunca he tenido ninguna desavenencia.

¿Cómo te haces cargo de la pobreza creatividad de los personajes trans y travestis? ¿Viste Una Mujer Fantástica de Daniela Vega? ¿Crees que debería ir hacia allá?

El personaje de Daniela Vega está sola en esa película, no hay otras travestis a su alrededor. Gira en torno a lo que pudo haberle dado su difunta pareja. Había hecho la misma historia en Argentina con “La Viuda de Rafael”. Me parece que no tenía nada que ver con el universo del que yo vengo, donde con una cortina de baño hacíamos una falda o un vestido y seguíamos vivas cuando el promedio de vida de una travesti era de 35 años en Latinoamérica. Creo que corrernos hacia el desamparo es un lugar de poca potencia. No me gustó la película, así como no me gustó la obra que hice. Una siempre aprende de otras y es algo que se va pasando de las más grandes a las más jóvenes. Claudia Rodriguez, una travesti chilena a la que respeto mucho, me dice que le llama la atención porque es un reclamo al activismo lo que hace la película. No sé.

¿Crees que los papeles trans solo los pueden hacer trans?

No necesariamente, siempre y cuando a los actores y actrices trans también puedan usar papeles cis. Como eso no pasa, entonces no. ¿Cuántos buenos actores hicieron de travestis? Se han visto cosas espantosas, hechas a modo de burla. Es un lugar que nos tienen que devolver.

¿Cuéntanos de “Soy una tonta por quererte”?

Es un libro de 9 cuentos que salió el año pasado en Argentina. Es un libro que quiero mucho y que me sirvió para demostrarme que no fue un golpe de suerte con “Las malas” y que podía seguir escribiendo después de eso.

¿”Las malas” cambió tu vida?

Económicamente, sí. No le presto mucha atención a como me ven los demás, salvo que tenga una cita.

¿Se te expandió el mundo con el éxito de ese libro?

Hizo que no me preocupara más de cómo pagar el alquiler, me permitió hacer mejores regalos y vivir mejor. Sigo en Córdoba.

¿Mantienes contacto con quienes compartiste en tus tiempos de prostitución?

Con algunas sí, otras están muertas. Argentina está pasando por un momento bueno y extraño a la vez. Ganamos un par de derechos con leyes que no nos dejan tan desamparadas, pero hay toda una generación que está perdida que es la mía y la que nos precedieron a las que hay que hacer una reparación histórica solo por haber sobrevivido a la violencia policial.

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