El «Barbieheimer» es una realidad a partir de hoy en todo el mundo. Y resulta saludable vivir una situación de esta naturaleza en las salas de cine. Dos películas de naturaleza absoluta e irremediablemente diferentes pueden resultar ser el complemento perfecto para una jornada de película. Tomarte el sábado o el domingo y ver ambas una después de la otra, como lo hacíamos cuando niños.
¿Importará el orden acá? ¿Cuál ver primero? ¿«Oppenheimer» o «Barbie»? La lógica indica ver la biopic del padre de la bomba atómica primero y cerrar con los tonos rosados de un icono pop incuestionable. Si lo épico marcan las tres horas de un relato que te atrapa todos los sentidos como es habitual en la obra de Christopher Nolan, la lectura de la primera película evento en manos de la gran Greta Gerwig ayudará a equilibrar las cosas. Donde el golpe de realidad intenso de diálogos enriquecidos con primeros planos impresionantes en IMAX se quedan en tu retina y la colman, el tono de comedia con iconografía pop que tiene varias capas cortesía de su realizadora te elevan el espíritu.
Confirmo que «Oppenheimer» es la mejor película del año hasta el momento, y una de las mejores de la última década. Pero «Barbie» tiene el gran mérito de que su conversación será intensa, y que es la mejor plaza para que el público general aprecie los tópicos de una directora que nos maravilló desde «Lady Bird». Mientras Nolan tiene un público fiel de base que se deleitará con su más reciente entrega, el caso de Barbie es diferente, porque tiene el desafío no menor de encontrar al público al que le está hablando. ¿Para donde apunta? Todo depende de la perspectiva, y es precisamente eso lo que debe tener una buena película.
¿Viviremos otro fin de semana así? La historia nos muestra qué hay solo casos contados. Y que solo nos queda disfrutar este respiro de una industria que se rige por lo franquiciado. Al final, mandan las historias y el cómo las cuentas. Y este par de películas, desde lugares totalmente diferentes, lo logra con creces. Sí, el «Barbieheimer» nacido de redes sociales aterrizó al mundo real, al menos por unos cuantos días.