Del libro “En busca de las entrañas del hielo. La edad heroica de la exploración antártica” que recorre la historia de icónicas exploraciones del siglo XX al «continente blanco», hablamos en el estudio de Palabras Sacan Palabras con su autor, el empresario argentino Juan Francisco Lecaros.
¿Cuánto tiempo estuvo trabajando en el libro?
Un par de años. Hay un par de libros de referencia porque los ingleses adoran estas epopeyas. Para mi es muy importante dar mucha información porque si no es muy monótono.
¿Quién es Shaclekton y por qué es un personaje importante en la exploración antártica?
Fue un par de veces al polo sur, lo intentó y no llegó y cuando llegó un noruego él se ofuscó y decidió ir si o sí. Hundieron su barco y se quedaron 500 días flotando en los hielos. Shackleton tuvo un bote de 7 metros de largo con el que navega 1300 kilómetros en el mar de Drake.
¿Qué historia tiene usted con la Antártica?
Pensé mucho en la Antártica y me enamoré de este continente distinto, que se rige por otras normas. Es el continente más seco del mundo. Hay lagos líquidos que están a profundidad. Es un poco como el subconsciente. Importante, pero medio desconocido.
¿A qué te refieres?
Es muy importante para el resto del mundo, pero se le conoce muy poco. Es inhóspita y difícil de habitar. Con toda la tecnología de hoy recién se está empezando a entender la vida que existe ahí.
¿Qué otros personajes aparecen en el libro?
Fridtjof Nansen es un personajón del ártico. Fue uno de los que intentó los cruces del ártico y cruzó Groenlandia. Es un gran personaje por ser amigo de los inuits, entendiendo como funcionaban ellos, sus vestimentas, trineos e iglús. Empieza a trabajar en las Naciones Unidas y gana el Premio Nobel de la Paz por algo nada que ver. La Comisión Nansen recibe el nombre en su honor.
¿Y el piloto Pardo?
Cuando llega de vuelta de este periplo con Shackleton empezó a buscar apoyo para ir a buscar a las otras 2 personas que quedaron varadas. La Armada Chilena encomienda esto a un braco pequeño y Pardo decide en dos horas ir con ese barco y con algunos voluntarios a recogerlos en pleno agosto, salvándolos. Shackleton era mundano, buenmozo, seductor. Pardo era justamente su antípoda, reservado, valiente, de pocas palabras. De no haber sido por el piloto Pardo, estos veintidós tipos que estaban varados se morían. Hubo un fotógrafo que sacó fotos y filmó. Él ilumina el barco y se veía absolutamente fantasmal con todas las gotas congeladas y demases.
¿Cómo sobrevivió esta gente?
Con una energía y optimismo tremendos. Mucho de esto lo escribí en la pandemia, cuando estábamos con un nivel de aislamiento e incomunicación grandes. Shackleton era un extraordinario optimista y a su plan A fracasó, así que tuvo que recurrir a un plan B, que era simplemente devolverlos vivos. Y lo logró.
¿Es un hilo conductor la idea del optimismo?
Defender el optimismo o el pesimismo es difícil. El entusiasmo es fundamental, porque lo otro es terrible. Shackleton vivía en una época donde la jerarquía inglesa no hablaba con el resto de la marinería.
¿Qué opina de la importancia que le damos como chilenos a la Antártica? ¿Es suficiente?
Hay todo un tema geopolítico que hace que sea una respuesta delicada. Es una responsabilidad como país vecino. Te diría que hay una especie de estrategia planetaria por la Antártica. Este continente tan fuerte y tremendo, es también delicado. Uno de los principales daños del calentamiento global es por la Antártica.
¿Qué piensa del episodio de Boric cuando visitó la zona?
Creo que la Antártica es fundamental. Es una cosa que parece no urgente, pero el vecindario nos obliga a estar ahí porque científicamente tiene un potencial impresionante.