¿Cuándo fue la primera vez que vi “Volver Al Futuro”? Creo que fue en junio de 1989. Recién mis papás habían comprado para la casa un videograbador. Era un Crown de 2 cabezales. Recuerdo que lo primero que vimos con mi hermana en esa máquina fue una versión con muñecos animados de “Hansel y Gretel”. Lo segundo que recuerdo haber visto en VHS fue “Back To The Future” con subtítulos. La segunda vez fue en televisión abierta al año después. La grabé y repetí constantemente por años.
La historia era medio compleja. Pero lo suficientemente encantadora como para fascinar a un niño desilusionado de cosas infantiles como yo en ese entonces. Dirigida por Robert Zemekis y escrita por él y su socio productor Bob Gale, “Back To The Future” nos cuenta la historia de Marty McFly (Michael J. Fox), un adolescente promedio de Hill Valley, California. Uno de esos pueblos que, en los 80, sueña con ser un músico exitoso y llegar a la gloria.
En esos sueños adolescentes también encuentra un mentor en un excéntrico científico, el doctor Emmet Brown (Christopher Lloyd). La última creación del doctor es una máquina del tiempo instalada en un De Lòrean. Y Marty viaja accidentalmente a al 4 de noviembre de 1955. Fecha en que el Doc concibió el viaje por el tiempo, al tener la revelación del condensador de flujo.
Por accidente estropea el momento en que sus padres, George (Crispin Glover) y Lorraine (Lea Thompson) se conocen, poniendo en jaque su propia existencia. Logra contactar al joven doctor Brown para que lo ayude a volver al futuro interceptando el rayo (fenómeno que daría la energía necesario para el viaje) que dejó inmóvil al reloj de la torre de tribunales, no sin antes arreglar las cosas entre sus padres y el matón abusador de la escuela, Biff Tannen (Thomas F. Wilson), quien solía aprovecharse de George toda su vida.
La película, si bien su trama es enredadísima para un niño, es sumamente entretenida. No se dejan cosas al azar para explicar los efectos y consecuencias del viaje por el tiempo. Porque, seamos sinceros, todo este asunto nos tiene que hacer algo de lógica. ¿Cómo es eso de que se puede viajar por el tiempo? ¿Qué pasaría si altero los acontecimientos? La primera película se centra sólo en un hecho urgente: Marty debe volver al futuro (a su año, 1985) y salvar el origen de su familia para seguir existiendo. Si bien el Doc le advierte sobre los peligros de cambiar los hechos futuros para provecho personal (al no querer enterarse de las circunstancias de su propia muerte), el viaje por el tiempo aún no tenía toda la complejidad técnica que tendría después.
Pero más allá de la trama totalmente atractiva, con ese guiño de antología al rock and roll con «Johnny B. Goode» de Chuck Berry en manos del jovencito de la película inventando el género en la ficción, son los temas macro de “Back To The Future” los que la hacen un relato atemporal y que la convirtieron en un clásico instantáneo. Por supuesto que la posibilidad de viajar al pasado y toparte con tus padres cuando eran adolescentes como tú es una premisa que al menos te deja pensando, tal como le pasó a Bob Gale al dar con la idea inicial para la película.
La épica que tiene la cinta se aloja en lo cercano, lo doméstico. Independiente de que nos dé un retrato preciso del 1985 en el que se estrena y los 50 con los ojos de Estados Unidos, “Volver Al Futuro” trata finalmente de salvar tu propia existencia, preservar tu lugar en el universo y salvar a los tuyos y a lo que te ha puesto en este universo. Es el recuerdo del primer baile, la primera vez que te paras en un escenario, la empatía tras reconocerte en tus padres con la misma edad, el empezar a madurar.
Por supuesto, la épica de “Back To The Future” se arrastra desde su concepción. Con un guión rechazado por los estudios de entonces, pasaron años para que Steven Spielberg entrara como productor y Zemeckis y Gale pudieran realizar su visión. Filmada en tiempo récord, fue venerada desde el primer día y hasta el día de hoy se mantiene como uno de esos clásicos incombustibles del cine de todos los tiempos. Y que no parece nada añejo 35 años después. Es que la épica del tiempo con los ojos de la familia nunca será un tópico que canse a nadie.