Hace algunos días atrás, TVN estrenó su nueva serie «La sangre del camaleón», una producción enmarcado en la conemoración de los 50 años del Golpe de Estado.
Protagonizada por Daniel Alcaíno, la trama, inspirada en un personaje real, sigue a Mario Lara, un hombre que lleva una doble vida en medio de la dictadura chilena: por un lado, es un exitoso empresario, dueño de clubes nocturnos; sin embargo, es también militante del Partido Comunista, que busca enfrentarse al yugo del dictador Augusto Pinochet.
Sobre el detrás que hay detrás del desarrollo de esta historia en la pantalla, conversamos en Palabra Que Es Noticia con uno de sus realizadores, Javier Rebolledo.
¿Dónde te ubicas en este proyecto?
Yo soy co-guionista y co-director de la serie.
¿Hay algo que tenga que ver con una mirada distinta al tema de los Derechos Humanos?
Desde el punto de vista editorial, no. Porque de hecho, hay una condena clara a las violaciones de los Derechos Humanos y eso se va viendo a lo largo del desarrollo de la serie. El tipo está en contra, es un resistente, que hace acciones para botar a Pinochet del poder; es decir, es un tipo que sueña con que algún día la dictadura y el infierno caigan. Pero desde lo estético, la música y lo que se ve es efectivamente una propuesta novedosa que sabíamos que no era lo que se estaba acostumbrado a hacer hasta ahora en términos de violaciones a los derechos humanos.
¿Cómo se trabajó al personaje principal de la serie?
El personaje principal, se inspiró en un caso real, solo que el personaje en la serie se llama Mario Lara y en la vida real su apellido es Jara. Y por eso digamos que está ficcionado, pero el personaje real del libro no estaba metido en la cantidad de cosas que este personaje de ficción está, y era necesario por esa razón crear un personaje de ficción que llevara mucho más la trama. En la vida real, Mariano fue pantalla, quien tenía una cadena de tiendas y con ellas, ayudaba al Partido Comunista a pasar armas entre las tiendas y las acopiaba en distintos lugares.
¿Qué importancia tuvo este personajes en la dictadura?
Sobre las armas de Carrizal siempre se dijo que se habían descubierto en su totalidad, cuando en realidad solo se descubrió una parte de estas armas, y con una parte de estas armas se realizó el atentado a Pinochet. Estuvo a punto de funcionar, donde murieron alrededor de cuatro o cinco escoltas de Pinochet en ese atentado, y la discusión de que si fue un detonante o no, o presionó para la salida pactada está ahí. Dicen que esto se obtuvo con un lápiz y un papel, pero hay otras personas que sostienen, como yo, que se obtuvo a través de un lápiz y un papel, pero también con la presión de las armas, de los atentados, del Frente Patriótico Manuel Rodríguez; más allá si yo esté de acuerdo o no con las otras posturas.
¿Por qué sostienes esa tesis?
Porque decir que el cronograma de la dictadura se adelantó o que se cumplió en su totalidad es impreciso. Pasó, pero es un entrecomillas, porque existe ese dialogo del plebiscito, pero no se pensaba aceptar los resultados de este proceso. Parte de la derrota de Pinochet, tiene que ver con que una de las cosas que se le achacaban que eran positivas a la dictadura, era el tema de la seguridad que funcionaba. Y es a partir de 1985 empezó a no funcionar. O sea, si te realizan un atentado, y mueren cinco o seis de tus escoltas, y después por todos lados empieza a quedar la embarrada y se descubren dos millones de municiones de armas, más allá de que fue un fracaso, evidentemente, para mí por lo menos, es un elemento desestabilizador del sistema.
¿Por qué decidiste hacer esta serie con un estilo tan peculiar para abordar el tema de los Derechos Humanos?
Me pasó que cuando escribí “La Danza de los Cuervos”, igual estaba como desgastado por lo que había sucedido y de alguna manera yo quería que llegara a mí una historia que fuera distinta donde entrecomillas, ganaran los buenos, si es que esto se puede dividir entre buenos y malos, y que dieran la pelea. Y apareció la historia de este caballero que contaba lo que pasó de una manera muy particular de cómo hacer resistencia, lo que significaba asegurarse en un agente infiltrado, y al mismo tiempo, contar toda esta historia que uno intuía desde estas novelas como “El Dueño de la Noche” de Álvaro Corbalán, que lo pasaban la raja; que había un mundo que estaba reservado para estos pocos y que él era parte de eso, había estado ahí.