ENTREVISTAS

Juan Villoro: «La sustancia de la vida, el presente, el aquí y el ahora, se nos escapa porque estamos evadidos de nosotros mismos»

De "La figura del mundo", un libro que explora las ideologías, afectos y momentos históricos que marcaron la vida de Luis Villoro, en #FuturoPQn conversamos con su autor e hijo de Luis Villoro.

Hector Muñoz |

Juan Villoro Getty Card Web

Juan Villoro Getty Card Web

Hoy en Palabra Que Es Noticia conversamos con el escritor Juan Villoro.

“La figura del mundo”, de Juan Villoro es un emotivo homenaje a su padre, el filósofo Luis Villoro, quien desempeñó un papel crucial en entender el México contemporáneo. A través de escenas memorables, el autor de este libro e hijo de Luis, Juan Villoro, explora las ideologías, afectos y momentos históricos que marcaron la vida de su padre, incluyendo el movimiento estudiantil del 68, la represión de las Olimpiadas y el levantamiento zapatista en Chiapas.

¿Cómo llega a la convicción de que los intelectuales no deberían tener hijos?

“La afirmación la hace una amiga, quien es una fotógrafa que estuvo casada con un muy conocido novelista mexicano; coincidimos en un avión, y en los aviones se da esta situación muchas veces de confesión ante una persona, el hecho de estar suspendidos en el aire, y dices alguna cosa un poco más atrevida de lo que normalmente dirías en tierra”, señala Juan Villoro.

“Entonces, esta amiga que tenía muchos problemas graves con su hijo me comentó que los intelectuales no deberían tener hijos y como yo soy hijo de uno y me dedico a la literatura y además, acababa de tener una hija, esta frase me quedó resonando como una amarga profecía. Y es que en muchas ocasiones los artistas o los intelectuales tienen que dedicarse a una vocación que es abstracta o muy demandante en términos de lo que se exige en horas y desplazamientos, presentaciones en público, en fin”, añade.

“Todas estas cosas hacen que la gente se desentienda de sus hijos, no puedes pintar la Capilla Sixtina y al mismo tiempo llevar a tu hijo a clases de natación. Entonces esa frase me quedó resonando y pensé que era una manera interesante de abrir el libro sobre mi padre porque fue una relación muy estrecha, muy intensa pero que no estuvo libre de conflictos y uno de ellos fue ese alejamiento de alguien que tiene una vocación necesariamente egoísta, porque sin esa vocación dedicada, concentrada en su trabajo, no podría haber logrado ciertas cosas, entonces en esa tensión y dinámica, es donde yo quise meterme”, indcia el escritor.

“La mayoría de los filósofos de la historia, los que conocemos más, ninguno de ellos tuvo hijos o algunos como Rousseau que tuvo cinco los cuales los dio a un orfanato y luego tuvo la decisión de escribir un libro maravilloso de cómo educar a un hijo. En muchas ocasiones los intelectuales han sido muy buenos para darle consejos a la humanidad pero no para criar”, asevera Juan Villoro.

¿Pareciera que pensamos poco con tanto estímulo y tantas redes sociales?

“Eso es muy cierto, y creo que la reflexión se ha escapado un poco de nosotros. John Lennon dijo en una canción que ‘la vida es lo que sucede mientras hacemos otras cosas’, una frase maravillosa; la sustancia de la vida, el presente, el aquí y el ahora, se nos escapa porque estamos evadidos de nosotros mismos y cómo bien se plantea, con todo esto de las redes sociales ha aumentado acrecentada. Entonces mi hermana veía a mi padre tendido en el sofá aparentemente sin hacer nada pero él estaba trabajando, era su manera peculiar de hacerlo porque estaba reflexionando”, afirma el escritor.

¿Cómo influye este padre en tu manera de ser padre?

“Yo no hubiera podido escribir este libro sin haber sido padre, de haberlo escrito hace 30 años probablemente habría sido un libro mucho más duro con mi padre en cuanto a los ajustes de cuentas típicos que tienen los hijos; las cosas que sientes que te quedó a deber, en fin. Sin embargo, la paternidad es algo que se improvisa todos los días”, asegura Juan Villoro.

“Es una responsabilidad y un regalo maravilloso en donde todo el tiempo estás lidiando sin instrucciones de uso con algo que te importa mucho, es sumamente complejo, y desde luego este acercamiento póstumo a mi padre es un intento de entendimiento y comprensión, no es un relato de alguien que yo idolatro. Tampoco es un ajuste de cuentas, sino que trato de comprender a alguien con sus luces y sus sombras, porque efectivamente una de las cosas más importantes de querer al otro, es no solo entender que puede tener defectos, sino, incluso, aceptarlo y quererlo con sus defectos”, comenta el escritor.

¿Hay de lo que tú huiste como padre? ¿Eres un padre distinto desde la mirada del tuyo?

“Sí. Yo traté de ser un padre totalmente distinto en el sentido de que tengo una relación mucho más afectiva con mis hijos y donde incorporo lo que yo siento que no necesariamente es algo de lo que yo esté seguro. Porque cuando tú tienes una emoción o un anhelo, muchas veces tienes dudas y esto lo he compartido con mis hijos. Ahora, no necesariamente esto es mejor, sin duda es diferente, pero hay un cambio en las masculinidades en la actualidad muy necesarios de acercamiento a los afectos”, cuenta Juan Villoro.

“Esto había sido relegado como un privilegio de la mujer el ser dulce, ser cariñosa, dar ese afecto materno mientras el padre se iba a trabajar imponiendo cierta autoridad y proveía dinero y eso era todo. Las cosas han cambiado y obviamente yo escribo desde otra perspectiva y he encontrado otro tipo de problemas y sublevaciones en mi propia casa”, complementa.

¿Cómo fue convivir con tu padre quién fue el interlocutor de un suceso histórico de México?

“Yo quería hacer un libro que trazara un panorama social de México. Mi padre fue un filósofo muy involucrado en luchas sociales y fundación de partidos políticos, donde hubiera este retrato de las preocupaciones de América Latina en la segunda mitad del siglo XX y que al mismo tiempo, fuera un retrato privado, es decir, cuáles fueron las causas emocionales no siempre fáciles de descifrar, que llevaran a una persona como él a tomar ciertas decisiones públicas y algunas de ellas muy importantes como su cercanía con el movimiento zapatista”, puntualiza el escritor.

“Él había nacido en Barcelona, llegó a México cuando tenía 18 años; no entendió el país, le pareció un mundo violento, injusto y corrupto; y buscó algo que le fascinara y lo encontró en el legado de los pueblos originarios. No solamente las pirámides o en el mundo de la arqueología, sino también las costumbres que vivían en un México soterrado. Eso que luego y en parte, gracias a él, se llamó el “México profundo”. Entonces este México clandestino, muy rico y multicultural, lo apasionó y empezó a estudiarlo sobre todo a partir de lo que habían escrito los primeros misioneros ilustrados, durante la Nueva España”, añade el hijo de Luis Villoro.

“Su primer libro trata de eso, pero la vida le dio la oportunidad de terminar también él convertido en una especie de misionero ilustrado estando en contacto directo con las comunidades indígenas después de el levantamiento zapatista que ocurrió en 1994 y que de ser un efímero movimiento armado, se transformó en un movimiento social”, concluye en Palabra Que Es Noticia Juan Villoro.

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