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Por Equipo Futuro.cl
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Conversamos en Palabras Sacan Palabras con la periodista, escritora y Premio Nacional de Periodismo 2019, Mónica González, acerca de su libro “Comando Conjunto”, en donde aborda lo que fue de este organismo represivo de la dictadura, del que nada se sabía hasta que uno de sus agentes entregó su testimonio.
¿Cómo te sientes en un día tan complejo como este?
«Estoy mejor de lo que podría estar después de anoche. Porque haca 40 años, un grupo de mujeres, un 28 de diciembre, después de que un hombre se intentara quemar a lo bonzo en la Plaza de Concepción (Sebastián Acevedo), formamos Mujeres por la Vida e hicimos un acto de puras mujeres cuando nadie podía hacer ningún acto por la dictadura. Anoche fui con dos de mis compañeras de ese momento a rodear La Moneda con una vela como eran las marchas que hacía mi padre, y sentí que las mujeres podemos poner la lucha por la vida y el derecho a la misma, sobre todo hoy, que está todo tan esquivo y tan lejano».
Desde la salida de Patricio Fernández en adelante ¿Cómo has visto en general esta conmemoración respecto a la discusión?
«Yo no le pongo un hito a la salida de Patricio Fernández, la derecha lo hace. Yo creo que ha habido mucha improvisación, pero finalmente eran 50 años, y pase lo que pase el ambiente será así porque el ambiente es como es. Michelle Bachelet dijo que hay un ambiente tóxico. La violencia que se instauró en Chile, el hecho de que tengamos que asumir que Estados Unidos financió, diseñó y ejecutó una conspiración desde el día cero, desde antes que Allende fuera electo incluso. Asumir eso es muy duro; que le pagaron a militares y a políticos para asesinar a hombres de apellidos muy pomposos; el hecho de haberles pegado para asesinar al general Schneider, a militares de la patria que habían jurado defender a su país y que después formaran tropas de ocupación; el paro de los camioneros, que al Mercurio le pagaran para contar mentiras. Es muy duro y muy vergonzoso» dijo la periodista Mónica González.
Palabras de Mónica González
Continuó diciendo: «Aquí, la fosa de muertos y desaparecidos y toda esta larga cosa que salió como bomba de racimo; exiliados; la gente que torturaron a muerte; la gente que dejaron libre y que quedo herida del alma y no volvió nunca a ser igual. Les provocó un daño enorme, yo me imagino hoy qué es lo que hace un hombre o una mujer cuyo hijo o nieto le preguntan: “Oye abuelo, dime, ¿Qué hacías tú cuando estaban tirando cuerpos al mar? ¿Qué hacías tú cuando violaban mujeres? ¿Cuándo los torturaban delante de sus hijos para que hablaran?”. Hoy escuché decir a un hombre que “no creía en nada de eso porque la vicaría era de izquierda” y yo me atraganté con esto porque fue un espanto».
«Este hombre tiene que decir esto porque seguramente en la casa le están preguntando y no puede, no sabe que contestar. Es terrible. Esa herida, la cobardía nunca asumida. Las complicidades directas nunca asumidas, hacen más que una herida de bala, y en estos días hay muchos que están haciendo eso: asesinos, cómplices, torturadores, gente que delató y que se dio cuenta que delató y luego los mataron. Estamos muy enfermos, pero tenemos que asumir esa enfermedad. Pero creo que lo bueno es que los jóvenes quieren saber y tienen ganas de saber y hoy es lo entendible; los documentos de Estados Unidos que han sido desclasificados hay que enseñarlos en los colegios y en universidades para que se discuta, se difunda, se converse, que nunca más una potencia extranjera venga a intervenir».
¿Qué fue lo que se te atravesó la primera vez que llega este personaje del libro a contactarte?
«En ese tiempo tuve mucho miedo porque pude no haber escuchado a este hombre, no haberlo interrogado y publicar esta historia, no haberlo entregado a la vicaría porque el quería volver al regimiento y que lo mataran y yo le decía que no. Se me paran los pelos de nuevo porque José Weibel es mi amigo, no estoy hablando de alguien que no conociera, es alguien fantástico. Su mujer era preciosa e inteligente, era una pareja que yo vi cómo se conoció y se enamoraron y son los padres de nuestro colega Mauricio Weibel. Y yo conocía toda la historia; conocía el hecho de que ellos habían salido de la casa, iban en una micro y una señora gritó que le habían robado la cartera y el jefe de este Comando Conjunto dice “él fue”, y se le tiran encima porque da la orden de que ya era tiempo de sacarlo. Por supuesto él no había robado nada, solo llevaba a su hijo encima de sus rodillas, y María Teresa, su mujer, llevaba al otro. Lo sacan a golpes y ahí venía la oscuridad».
Relato
Continuó diciendo Mónica González: «Él empieza a contarme el lado oscuro de la luna, por lo que yo preguntaba obsesivamente cómo estaba vestido, qué micro era, y todo calzaba. Es muy duro. Ahora, cuando tú escuchas el negacionismo es muy duro, que alguien te diga como torturaron a tu amigo, como lo destrozaron. Si para uno es duro imagina como lo es para sus hijos, para su familia y eso fue lo que este hombre fue contando porque a lo largo del relato -porque no quería seguir viviendo, en la mañana se levantaba con el olor a muerto y se acostaba con el olor a muerto; no quería que sus hijos lo tocaran- es un hombre que no nació para ser asesino y eso es muy importante recordarlo. Hoy hay gente que tú escuchas, como la señora Gloria Naveillán, que dijo que las violaciones eran leyendas urbanas. Dan ganas de meterla en prisiones intensas del sistema judicial porque ya que no cree en la vicaría, tampoco creerá en los tribunales, por lo tanto, ellos están dispuestos a que vuelva todo lo que pasó en dictadura. Andrés Valenzuela no nació para ser asesino, hubo una máquina de guerra que se instaló en Chile y que convirtió a un hijo de campesino, a un niño bueno en un torturador».
¿Cómo va metiéndose en los detalles de la operación de Comando Conjunto? ¿Cómo va comprobando en ese entonces que lo que dice este hombre es cierto?
«Primero lo empecé a escuchar, lo grabé, voy tratándolo con la máxima atención, después me doy cuenta que está hablando la verdad porque yo había investigado varios de sus casos y como no sé si es una trampa pido que todo el mundo se vaya del edificio porque me da susto que llegue un comando y nos maten a todos, porque esto sucede en agosto de 1984 y a mi daba pánico que pasara algo así y mataran a todos mis colegas, por lo que yo pedía que se fueran todos y un compañero fotógrafo me dice que se quedaba conmigo para cuidarme. Yo lo único que intento es tratar de saber la mayor cantidad. Había mucha gente que buscaba lo suyo; buscaba, buscaba y buscaba, y nosotros y teníamos un desertor frente a nosotros que nos podía contar que es lo que había pasado entonces había que aprovechar todo el tiempo, y cuando le digo que yo iba a publicar todo esto, él me decía que se iba a ir al regimiento, por lo que yo publicaba esto y lo mataban. “Me da lo mismo, yo ya hablé”. Ahí me decido de que tengo que convencerlo de que viva».
Mónica González: ¿Cómo fue ese proceso?
«Era una persona que estaba en el límite, por lo que todo lo que decía, era la verdad. En eso te das cuenta y palpas el daño que provoca esta máquina de guerra al otro lado, al convertir a hombres en asesinos. En el Comando Conjunto hay civiles, que participan en el asesinato del edecán de Salvador Allende, Arturo Araya Peeters, que es brutal porque yo descubrí ese expediente. En 1973 el país se convenció de que lo había matado un socialista cuando no fue así. Las armas las entrega la Armada para asesinar a un marino y lo asesina un comando de Patria y Libertad que tenían nexos con la Marina. Después del golpe, viene un grupo de este escuadrón de la muerte se incorpora a torturar al Comando Conjunto. La verdad es que esos fueron momentos muy complejos, pero había que sacar eso, así que cuando vimos terminado este trabajo de dos días, le fui a contra a la vicaría que pasaba esto y ellos lo recibieron y lo sacaron de Chile».
¿Qué es lo que sostiene este círculo de silencio que existe?
«Primero, no hay que olvidar que hubo 10 mil recursos de amparo que fueron rechazados, que todo lo que se ha abierto camino a la justicia ha sido porque hubo una vicaría de la solidaridad que fue armando carpetas con los testimonios de sobrevivientes que son fantásticos, de un coraje muy grande, y eso arma un escuadrón por la vida que, incluso, después de recuperar la democracia, tampoco se abre la justicia».
Finalizó diciendo Mónica González: «Ahora, convengamos que si efectivamente Pinochet hubiera cumplido la promesa respecto de que si tocaban a alguno de los suyos “se acaba la democracia”, lo que no fue verdad. Solo reaccionó cuando suspendieron las ventas y compras de armas donde no sabíamos que él obtenía comisiones y con su hijo que tenía una empresa donde recibieron tres millones de dólares del Ejercito para una fábrica de armas. O sea, toda esta familia estaba metidas en los tráficos de armas, entonces sabes que es muy terrible, porque si él se hubiese mostrado culpable, en el ejercicio de decir “júzguenme a mi y dejen tranquilos a mis hombres”, Punta Peuco no existiría. Es muy cobarde Pinochet. Yo me imagino a las personas que dicen que Pinochet es su ídolo, su general, que no se dan cuenta que es un ladrón y un asesino» cerró diciendo en entrevista con La Radio del Rock, con la periodista, escritora y Premio Nacional de Periodismo 2019, Mónica González, acerca de su libro “Comando Conjunto”.