-
Por Equipo Futuro.cl
-
|
-
De la reedición del libro, “Chile: La memoria prohibida”, crónica que documenta el fin de la Unidad Popular y el inicio de la dictadura y que fue escrito entre 1982 y 1987, conversamos en Palabras Sacan Palabras con su escritor, el periodista y politólogo de la Universidad de Notre Dame, Rodrigo Atria.
Se reedita este libro en un contexto histórico que es la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado de Chile. ¿Dónde te ubicas en esta jornada?
«Esta fue una idea que nació de la editorial Planeta y tuvieron la idea afortunada de considerar que había que reeditar este libro en el aniversario de los 50 años. La verdad es que han pasado treinta y tantos años de la primera edición y el libro, si no hubiese sido por estos 50 años, no habría sido reeditado. Así que yo celebro que la editorial haya tenido la idea de hacerlo porque es un libro realmente que creo que es muy desconocido para las generaciones nuevas que vivimos en conjuntos y también nos gobiernan no conocen de primera mano. Y aquí tienen una crónica que fue escrita durante la dictadura con bastante material de primera mano, así que yo creo que es muy valioso como fuente de información».
Cronología
«Está el tomo uno que comprende el periodo entre 1973 y 1975 y el tomo dos, desde finales del 75’ hasta mayo del 83’. La división entre el tomo uno y el dos, es básicamente el fin del Comité de Cooperación para la Paz en Chile y el nacimiento de la Vicaría de la Solidaridad a comienzos del 76’ y llega hasta mayo del 83’ porque en ese tiempo empiezan a ocurrir cuestiones en Chile que no eran o no fueron características de la primera década de dictadura. Me refiero básicamente al surgimiento o florecimiento de un cierto hartazgo social que se expresó en movilizaciones, partiendo por los trabajadores del cobre con Rodolfo Seguel, Manuel Bustos en el área campesina, en fin. La sociedad comenzó a esperarse y llegamos hasta allí. Existían dos tomos más, pero desconozco porque no se publicaron. Las negociaciones con la editorial Pehuén que las llevó Augusto Góngora, en ese momento yo ya no estaba en Chile siguiendo un programa de doctorado en la Universidad de Notre Dame, por tanto, desconozco las razones del porqué no se publicaron esos otros dos tomos, los cuales después de tanto tiempo se terminaron por perder».
Rodrigo Atria: ¿Qué son los textos que se encuentran en el libro? ¿Son crónicas?
«Las personas que estuvieron involucradas en la confección de estos textos, es un grupo que formó y lideró Augusto Góngora. Todos ellos habían trabajado siendo funcionarios o del Comité Pro Paz o de la Vicaría, y muchos de ellos, siguieron el camino desde el uno hacia el otro, por lo tanto, tenían un conocimiento de lo que estaba ocurriendo muy a flor de piel y a medida que yo fui escribiendo, fueron apareciendo necesidades de ir cubriendo vacíos en la información, de ir cruzando la información que no se había cruzado, en fin, de todas maneras, que el grupo tenía momentos de investigación y escritura».
Además dijo: «Ahora, esto se escribió cuando estaban ocurriendo cosas. De hecho, el tomo número dos termina con un epílogo que está dedicado al secuestro y asesinato de José Manuel Parada, quien fue parte de este grupo desde sus comienzos hasta el día mismo cuando lo secuestran y asesinan. Nosotros estábamos escribiendo al calor de los hechos. Hay muchas cuestiones que hoy se han investigado muchísimo mejor, con más tiempo y más antecedentes de otras fuentes, pero nosotros no quisimos con la editorial actualizar el texto, sino que quisimos dejamos con su valor histórico porque nos parecía que era distorsionar un poco lo que se había hecho».
¿Cuál fue el rol de Augusto Góngora en estas investigaciones? Además del discurso por el libro que aparece en la película “La memoria infinita”.
«En ese discurso, cuando presenta el libro, Augusto habla de que la memoria no es solo una memoria de los datos, algo racional, sino que también es necesario que despertemos nuestra memoria emotiva. Augusto era un tipo que se ufanaba un poco de decir que tenía desarrollado su lado femenino, era un tipo muy transversal y trabajar con él era un trabajo muy horizontal. Él fue el jefe del proyecto, quien lo dirigió, reunió y cohesionó a este grupo; fue la persona que mantuvo el canal de contacto con el Consejo Mundial de Iglesias en Ginebra a través de un pastor de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos, Charles Harper, que fue quien, consiguió financiar este proyecto, y Augusto tenía el canal Charles para poder mantener vivo el proyecto. Por lo tanto, Augusto fue una persona muy decisiva en esto. Las dos primeras reuniones las hicimos en la oficina que Augusto tenía en la calle Callao en Las Condes, pero después nos tuvimos que ir a reunirnos en casas, en las casas nuestras».
Palabras del escritor
Rodrigo Atria continuó diciendo: «Yo escribía en mi casa, por tanto, mi casa estaba de alguna manera prohibida para hacer reuniones del grupo por razones obvias, necesitaba concentración. Cuando terminaba la jornada, llegaba a mi casa y seguía trabajando hasta la noche. En alguna parte lo he contado, que hubo un secuestro de un coronel, y yo estaba trabajando en mi casa en un día de semana. Era primavera y tenía la ventana de mi pieza abierta, y yo tenía el computador en el que trabaja en otra pieza y me asomé a la mía para buscar algo, pasó por la ventana y veo un camión cargado de militares parado exactamente delate de mi puerta. Yo dije “hasta aquí llegué”, ya no tengo tiempo de hacer absolutamente nada, de esconder ningún papel, cualquier material y los documentos, “no sé como voy a explicar esto” decía yo».
Finalmente señaló: «Afortunadamente, la ultima vez que me asomé el camión ya no estaba. Sucedieron un montón de situaciones que te hacían preocuparte de estas cosas. Fue una situación muy compleja de manejar, que manejamos con mucha prudencia, pero no con mucha porque ninguno era experto en estas materias. Pero con mucho humor. José Manuel tenía un harto sentido humorístico. Gustavo Villalobos que fue un abogado crucial en la Vicaría, pero porque todo esto nos hacía vivir con ese humor» cerró diciendo en entrevista con La Radio del Rock, con su escritor, el periodista y politólogo de la Universidad de Notre Dame, Rodrigo Atria.