Charly García, aquel del oído absoluto y ese que componía desde los nueve, empezó su trayectoria como músico profesional en 1969 con Sui Generis, la banda que fundó junto a su compañero de escuela Nito Mestre.
Desde entonces hasta «Random»; su más reciente disco de estudio de 2017, la leyenda del rock argentino ha publicado casi 30 discos de estudio, repartidos entre su etapa como solista y también al frente de otros proyectos que creó como La máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán.
Y en el día en que cumple 72 años, en la radio del rock elegimos las 10 mejores canciones de Charly García.
Confesiones de invierno (Sui Generis)
Le dio el título al segundo álbum de Sui Generis de 1973. Fue compuesta y cantada por Charly García, a pedido de él mismo. Con un tono más íntimo, Charly canta una letanía folk. Uno semiautobiográfico de cinco estrofas que se despliegan como capítulos de una novela.
Demoliendo hoteles
Este clásico insigne marca «Piano bar»de 1984. Ya por esos años, ser una estrella de rock le daba la excusa para romper cosas en las habitaciones de hoteles donde se hospedaba, y de una experiencia así surgió esta canción. Una crónica de lo que ocurrió en un hotel de la ciudad de Mendoza, en el oeste de Argentina, en el que se alojó García en 1983 y causó serios destrozos.
Seminare (Serú Girán)
Charly García partió a Brasil tras el fin de La Máquina de HAcer Pájaros. A su regreso a Argentina, fundó junto a David Lebón la banda Serú Girán. De su primer disco, con título homónimo, destaca «Seminare». Una frágil balada cantada por Lebón gravita sobre el piano de Charly, que entra sigiloso y va aumentando la intensidad hasta explotar con un moog progresivo al estilo Emerson, Lake & Palmer.
Nos siguen pegando abajo
El título original de este clásico de Clics Modernos» de 1983 era «Pecado mortal», pero la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic) le cambió el nombre. Con una letra que se leyó como un mensaje directo al régimen militar, que transitaba sus últimas horas en Argentina en ese año, se convirtió en un éxito radial.
Eiti Leda (Serú Girán)
«Eiti-leda» tiene urgencia. Y su vocación sinfónica, que invoca las necesidades tempranas de Charly en el contexto político de los años 70. La libertad, el sexo, las sustancias prohibidas, la música como agente de cambio. Sin duda que es el “A Day in the Life” de Serú Girán, en el que García es John y Paul en la misma canción, pidiendo todo eso que quiere, germinando belleza donde florecía paranoia.
Los dinosaurios
Un tema emblemático, la letra de «Los dinosaurios», parte del impecable «Clics Modernos» de 1983, hacía referencia a las personas desaparecidas durante el régimen militar, pero con los años ha servido para describir otras situaciones. Charly García la considera una de las favoritas de su amplio repertorio.
Canción para mi muerte (Sui Generis)
El primer hit masivo del rock argentino desde «La Balsa» de Los Gatos. Este clásico forma parte del álbum debut de Sui Generis. Tuvo un éxito comercial sin precedentes hasta ese momento en la música de rock realizada en Argentina, permaneciendo en los primeros puestos de las listas de ventas por más de siete semanas.
Inconsciente colectivo
Muchos expertos consideran que esta canción, parte de «Yendo d ela Cama al Living», el primer disco solista de Charly García de 1982, fue la que rompió el muro invisible que existía entre el rock y el folclor argentino cuando fue interpretada por la artista Mercedes Sosa en un famoso recital. Es una canción desfasada de su sonido primordial, melodía y letra disueltas en un estado de ánimo que conjuga el miedo y los sueños de libertad de una época.
Cómo mata el viento norte (La Máquina de Hacer Pájaros)
El tema más folk del disco debut de La Máquina de Hacer Pájaros es una referencia al pasado y también el comienzo de una nueva etapa. El sintetizador espacial en la intro plantea una conexión cósmica; en la letra se respira esperanza mientras viejos aliados (Nito Mestre y María Rosa Yorio) adornan los coros y Charly los despide con la frase “mi pequeña almita baila de alegría…”.
Asesíname
Una maquina de ritmos, un par de efectos sobre un colchón de teclados, un riff épico. Después de varios años al borde del abismo, la usina creativa de Charly García parece estar intacta. Un chispazo de lucidez en un disco desparejo como es el «Rock and Roll Yo» de 2003. Y un clásico de Charly en pleno siglo XXI.