ENTREVISTAS

Mariano Sigman y la Inteligencia Artificial: «Tenemos que pensar muy bien qué es lo que vamos a hacer con todo esto»

En un mundo cada vez más sumergido en la inteligencia artificial, el neurocientífico argentino conversa en #FuturoPQN sobre su nuevo libro “Artificial”, que explora el futuro del mundo frente a este fenómeno tecnológico.

Hector Muñoz |

Mariano Sigman Card Web

Mariano Sigman Card Web

En una conversación tremendamente lúcida y estimulante, el neurocientífico argentino Mariano Sigman y el emprendedor Santiago Bilinkis deliberan sobre las utilidades de inteligencia artificial en su libro “Artificial”. Los dos autores reflexionan sobre lo que consideran como la única manera de aproximarnos al futuro tecnológico. ¿Qué hará la humanidad con esta lámpara de Aladino? ¿Cuál es el mejor escenario? ¿Cobrará más valor lo fabricado por personas? ¿Qué ocurrirá si supera nuestras debilidades? Hoy en Palabra Que Es Noticia conversamos con Mariano Sigman, neurocientífico argentino y autor del libro “Artificial”.

¿Qué es finalmente la inteligencia artificial para partir la conversación?

“Sí, es una buena pregunta porque justamente es como que hoy hay tanto ruido alrededor de la inteligencia artificial que conviene clarificar algunas cosas”, señala Mariano Sigman.

“La inteligencia artificial es un proyecto que tiene ya por lo menos 70 años, que se desarrolla en la cuna de la Segunda Guerra Mundial cuando Alan Turing se da cuenta que para descifrar el código de los nazis tiene que tomar muchas más decisiones de las que él puede. Y entonces configura una máquina, una computadora que empieza a hacer cosas que nosotros asociamos a la inteligencia, hacer cálculos, tomar decisiones, establecer planes. Y la inteligencia artificial es ahora emocionada un poco a la cúlmine de esa búsqueda en la cual hace un buen tiempo una gente se preguntó si acaso podríamos emular aquellas cosas que nosotros asociamos a la inteligencia. La versatilidad, darse cuenta de cómo asociar cosas, crear ideas, asociar algunas ideas con otras, utilizar el humor, cada una de estas expresiones de la inteligencia”, indica el neurocientífico argentino.

“Y hoy estas cosas se implementan, sobre todo además en interfaces bastante simples, porque lo que cambió hace dos o tres años, menos que hace dos o tres años, hace menos de un año, fue que un día la inteligencia artificial esencialmente empezó a hablar. Y por lo tanto utiliza el lenguaje coloquial y se ha vuelto accesible a cualquiera de nosotros y nosotras”, asevera Mariano Sigman.

Ahora, ¿Va a cambiar la inteligencia artificial a lo humano? ¿La definición de lo humano? ¿Qué es?

“Sí, o sea, en algún lugar, nosotros siempre hemos inventado tecnologías, hemos inventado siempre tecnologías que resuelven cosas mejores que nosotros mismos. Una grúa es más fuerte que nosotros, una moto se desplaza más rápido que nosotros, un avión incluso hace algo que nosotros siempre hemos soñado hacer y que no podemos que es volar. Pero nunca nadie se ha ofendido, ni con una moto, ni con un avión, justamente porque no asociamos esas cosas al corazón de lo humano. En cambio, escribir una novela o una poesía o incluso hacer una humorada, ni que hablar, pintar un cuadro o hacer una obra de música. Cada una de estas cosas que también son construcciones, en realidad nosotros lo asociamos a lo más profundo de lo humano”, afirma el neurocientífico argentino.

“Y entonces cuando empezamos a automatizar estas cosas, esto empezó hace mucho tiempo, por ejemplo, cuando hubo programas de ajedrez que ganaron a Gary Kasparov. Y la sensación fue que se derrumbaba lo humano, pero en realidad no pasó nada, porque justamente lo humano no se apoya en ninguna de estas cosas, ni nosotros dejamos de ser quienes somos porque hemos creado una tecnología que al revés, que nos permite llegar en estos monasterios a lugares que antes eran inaccesibles. Entonces lo humano seguirá siendo esencialmente lo mismo que tiene que ver con nuestra búsqueda de significado, con nuestros valores morales, con nuestros principios, con el legado que dejamos en nuestra vida. Por supuesto que ninguna de estas cosas va a cambiar con el desarrollo de la inteligencia artificial”, asegura Mariano Sigman.

Mariano, estuve revisando algunas entrevistas que te hicieron en medio español y en otras partes, y voy a repetirte una que me pareció extremadamente interesante, porque tú lo planteas, ustedes lo plantean en el texto. Dicen que nuestros días, como la especie más inteligente del planeta, parecen estar contados. ¿Es así?

“Sí, bueno, quiero matizar esto. Primero, una cosa es que los días estén contados y otra cosa es que sean pocos. Es decir, por ejemplo, podemos decir que los días en el cual el sol esté vivo y por lo tanto el planeta Tierra sea habitable también están contados, pero son muchos, o sea, son muchos millones de días”, comenta el neurocientífico argentino.

“El momento que nosotros creamos una inteligencia artificial y a diferencia de otras tecnologías, la inteligencia artificial, como hablábamos antes, tiene la capacidad de tomar sus propias decisiones. Incluidas, por ejemplo, si tú le das un problema que una inteligencia artificial no puede resolver, igual que si se lo das a una persona, lo que puede hacer es buscar ayuda o intentar aprender o estudiar o, por ejemplo, clonarse a sí misma. Entonces lo que ves es que hemos creado lo que se parece un poquito a una especie porque tiene su propia teleología, o sea, su propia razón de ser, tiene objetivos, tiene intenciones y encuentra recursos incluidos al reproducirse para superar esas decisiones”, explica Mariano Sigman.

“Por supuesto, así como nosotros hemos creado una inteligencia artificial, una inteligencia artificial también puede crear una inteligencia artificial. Y, de hecho, en el momento en el cual la inteligencia artificial se vuelve más inteligente que nosotros, es como que esto se vuelve exponencial porque empieza a correr más rápido, saca ventaja y entonces empieza a sacar más y más ventaja”, amplía el neurocientífico argentino.

“Lo que pasa es que todos estos escenarios a futuro que son ciertos y que como que ahondan entre la filosofía y la ciencia ficción y que son a la vez un poco apasionantes y un poco también espeluznantes, creo que es importante matizar que hoy en día tenemos problemas mucho más urgentes, que tienen que ver con la inteligencia artificial y tienen que ver con nosotros, que son, por ejemplo, cómo lidiamos con esto en la educación. Es decir, hoy los niños de todo el mundo tienen una herramienta que le permite hacer todos sus deberes y todas sus tareas”, sostiene Mariano Sigman.

“¿Qué hacemos con esto? ¿Qué tipo de educación hacemos y cómo la cambiamos? ¿Lo prohibimos? ¿Lo regulamos? ¿De qué manera? Podemos comenzar esto en más detalle. Lo mismo, por ejemplo, cualquier adolescente que abre Instagram o que abre TikTok o cualquier persona que hable Netflix, por ejemplo, que un Netflix y mi Netflix y el Netflix de otra persona son distintos porque hay una inteligencia artificial que nos está entendiendo a cada uno de nosotros, que conoce las cosas que nos gustan, las cosas por las cuales somos vulnerables, las cosas en las cuales nos quedamos tiempo y que está operando sobre ese conocimiento para usurpar el valor más preciado que tenemos que es nuestro propio tiempo”, refleiona el neurocientífico argentino.

“Entonces, lo que tú dices es cierto, pero yo creo que el problema con esto es que si entramos como en esta reacción un poco distante y de pánico y de ciencia ficción con la inteligencia artificial, se nos va a escapar algo mucho más importante que forma parte del día a día, que es que esta tecnología ya no es algo del futuro, sino que es algo del presente y que utilizarla bien va a requerir conocerla y entenderla, que es esencialmente la razón de ser de este libro. Este no es un libro apocalíptico, tecnofóbico, pero tampoco tecnoptimista, sino que tratamos simplemente de dar una visión comedida sobre un tema que nos incumbe a todos”, añade Mariano Sigman.

El miedo que se tiene es esto de la desaparición de millones de trabajos y la posibilidad de que el mercado laboral y el mundo que ya está estresado sea aún peor. ¿Cómo ves ese tema?

“Sí, es un riesgo real y es un riesgo porque lo que pasa es que, digamos, esto por supuesto ha sido también parte de la historia de la tecnología, o sea, con las máquinas cosechadoras se perdió trabajo en el campo, con la máquina textil se perdió un trabajo que ocupaba a la gran cantidad de trabajadores que trabajaban en el desarrollo de ropa y de medios para abrigarnos. Lo que pasa es que siempre pareció que había algún tipo de trabajos, que es esencialmente lo que estamos haciendo nosotros ahora, que es conversar, que es divulgar, que es concebir ideas, que eran trabajos que se pensaban que justamente formaban parte del contorno de lo humano, esos trabajos nunca iban a ser automatizables por una máquina”, plantea el neurocientífico argentino.

“Y ahora vemos que esto no es así, está lleno de, es decir, por ejemplo, me preguntabas antes qué era una inteligencia artificial, una inteligencia artificial es algo que tiene la capacidad de generar un texto, es algo que tiene la capacidad de generar una imagen, es algo que tiene la capacidad de generar un vídeo, y por lo tanto en el mundo de la publicidad, en el mundo de la composición, en el mundo de la toma de decisiones, en el mundo de quién optimiza, por ejemplo, el funcionamiento de una fábrica, en el mundo de quién pilota un avión o de quién pilota un coche, cada una de estas cosas que parecían ser menesteres exclusivamente humanos están más y más poblados por algoritmos que pueden resolverlo”, fundamenta Mariano Sigman.

“Entonces realmente tenemos que pensar muy bien qué es lo que vamos a hacer con todo esto, y esto requiere cosas, desde cosas individuales de cada uno de nosotros, justamente una reacción normal, todos la tenemos, yo también la tengo a todo esto, es tratar como de desdeñar y desechar esto, es decir, mira, te quiero lejos, inteligencia artificial, porque a mí me gusta el mundo como estaba. Justamente a veces estas exageraciones vienen de rechazos desmedidos, que luego también terminan en aceptaciones desmedidas. Lo que es clave que hagamos a nivel individual, a nivel de corporaciones y a nivel de Estado, de regulación, es que pensemos bien qué dominios queremos entregar a la inteligencia artificial y cuáles no. Y nuevamente, esto solo puede resolverse en una discusión informada y educada”, complementa el neurocientífico argentino.

¿Qué es regular esto de la inteligencia artificial? ¿Cómo debería hacerse?

“Mira, primero tenemos que entender que hay que regularlo. Esto no empieza ahora, esto empieza hace 40 años ya, cuando el mundo digital entra con una bandera donde la regulación está vista como si fuese un monstruo reaccionario, como si fuese el apocalipsis de un pasado retrogrado. Toda la sociedad está basada en regulación. Nuestros niños salen a la calle porque hay coches que no van a 300 kilómetros por hora, que no saltan los semáforos. Es decir, uno tiene un pacto social en el que hay ciertas pautas que te permiten tener la libertad de tránsito, la libertad de la confianza que van a pasar ciertas cosas”, explica Mariano Sigman.

“En el mundo digital no es así, nuestros niños salen y se encuentran al análogo de coches yendo a 300 kilómetros, es decir, encuentran pornografía de todo tipo, encuentran cosas que no pueden regular y encuentran cosas que no pueden manejar porque son tremendamente adictivas. Se encuentran con un algoritmo que conoce aquellas cosas que decíamos antes, que ellos dicen como, porque, por ejemplo, fíjate cómo funciona el algoritmo de Instagram, cuando tú ves una foto y frenas un poquito, pero luego continúas, que es como decir, mira, esto me tienta, pero en realidad no quiero”, agrega el neurocientífico argentino.

“Estos algoritmos funcionan con muchísima ventaja porque conocen de nosotros mismos cosas que nosotros muchas veces no podemos manejar. Por supuesto, la idea ideal de regulación es lo que se conoce como la autorregulación, es decir, uno mismo gestiona estas cosas, tú dices lo que quieres ver, tú decides lo que quieres comer, tú decides lo que quieres consumir, pero muchas veces uno está en una posición muy vulnerable, entonces alguien tiene que protegerte de estas cosas”, amplía Mariano Sigman.

“Y ahí aparecen instituciones intermedias como para empezar las familias, o sea, un padre que regule si un hijo puede o su hija puede tener un teléfono o no, pero estas cosas después son complicadas porque si todos sus amigos lo tienen, es muy difícil que tú regules eso, entonces a lo mejor ahí tienen que aparecer regulaciones públicas que, así como por ejemplo un niño no puede acceder al alcohol a los 16 años porque se entiende que no lo puede manejar, entonces el Estado establece reglas del juego para proteger a los más vulnerables”, apunta el neurocienfítico argentino.

“Creo que vamos a tener que entender, y ya se está entendiendo, pero lamentablemente hemos tardado mucho tiempo, que estas cosas otra vez no son ni buenas ni malas, cómo no son los coches ni el tráfico, pero son malas en tanto en cuanto las dejamos completamente a su libre albedrío y en esta idea un poco naive y un poco inocente de que serán simplemente buenas y que el destino las ubicará, y en vez de pensar nosotros en qué situaciones tenemos que controlarlas para generar condiciones y reglas justas para todo el mundo”, concluye en Palabra Que Es Noticia Mariano Sigman, autor del libro “Artificial”..

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