“Mistral, una vida” es la biografía de la poeta chilena ganadora del Premio Nobel de Literatura (1945) Gabriela Mistral. Escrito con base en correspondencia, que revela sus dolores, pasiones y su carácter. La biografía repasa sus años viviendo en El Elqui, además de sus años como profesora, la figura de Pablo Neruda, la relación íntima que tuvo con Laura Rodig y su vínculo con Argentina.
En Palabras Sacan Palabras conversamos con la autora de este libro, la profesora en la universidad de Arizona, Elizabeth Horan.
¿Cuándo se encuentra usted con Gabriela Mistral?
«Yo la conozco desde 1982 más o menos. No la había leído en la escuela e incluso en los cursos de literatura latinoamericana tampoco. Yo comencé a leerla por curiosidad, vi un título que decía “lecturas para mujeres” en la colección que ella hizo en México. Pensaba ¿qué título tan raro? ¿Tan solo para mujeres? ¿No se permite que los hombres lean esas lecturas? ¿Qué es? Y entendí que era una antología que ella construyó cuando vivió en el México posrevolucionario. Me adentré poco a poco y leí las poesías “Locas Mujeres” y encontré que eran fascinantes. ¿Cómo es que yo no había escuchado de esa mujer, y que era premio Nobel? ¿Cómo es que nadie habla de ella?».
«Entonces, conocí una chilena, Doris Dana, que era exiliada. Yo vivía en aquel entonces en California, en el norte, y ella había llegado un año antes. Ella decía, ¿Sabes que Gabriela Mistral es una poeta, una poetiza muy importante? Y si le hablamos, ¿por qué no le escribimos una carta? Yo estuve buscando en aquel entonces un tema para mi disipación doctoral, entonces la escribí y ella me telefoneó», responde la profesora en la universidad de Arizona, Elizabeth Horan.
¿En qué momento usted dice, voy a escribir una biografía completa basándome en todos los documentos y en las cartas?
«Lo que encontré cuando comencé a leer las biografías que había en aquel entonces era que había muchas contradicciones y eso me perturbó. No sé por qué, pero me molestó bastante ¿de dónde vienen esas contradicciones? Entonces, comencé a armar como una cronología. Siempre he estado muy aficionada a leer las cartas, de los muertos, sobre todo, de los vivos, no tanto, porque los muertos no conocen la vergüenza».
«La idea de basar una biografía en cartas es muy de la tradición angloamericana. Mientras que, la tradición biográfica en español es más de basarse en periodismo, entrevistas, algo de tradición oral. Y quería incluir algo de eso, por supuesto, pero quería más que nada combinar las cartas con otras fuentes contemporáneas, con otras historias diferentes, y también las cartas de terceros, o sea, lo que los amigos de Mistral decían entre sí sobre ella», expone Elizabeth Horan.
¿A qué te refieres con lo queer?
«Bueno, tiene muchas dimensiones, no tan solo de afuerinos, sino de los círculos de hombres y mujeres que son disidentes sexuales y que son los que la protegen a ella y que la ayudan también».
«Por un rato pensé que el título del libro iba a ser “Gabriela Mistral y la secretaria”, porque el concepto de la secretaria es importante para el libro, porque el trabajo de la secretaria es guardar los secretos. La forma de entrar en lo queer en Mistral era buscar las secretarias para ver lo que decían», expresa la entrevistada.
¿Hay más mujeres en la historia?
«Palma Guillén, que va a ser más o menos la estrella del segundo tomo. Y que era una mujer extraordinaria, era una mujer que veía a Gabriel Mistral en su camino a la diplomacia, que no había otra forma de hacerlo. Ella prestó su cerebro extraordinario para ayudarla y recibió todos los beneficios que viene de ser parte del corte de una celebridad».
La chilenidad a Mistral se le hacía difícil, ¿cómo se trata eso en la biografía que usted escribió?
«En sus años en Chile se ve una relación compleja. Ella tiene desde muy temprano la tendencia en su familia de trasladarse de casa para mejorar la vida. Siendo de una familia con dos mujeres y ninguna fuente de dinero muy estable, tenía que buscar mejorarse y todo eso. Entonces, para esas dos hermanas y su madre, la forma parece haber sido trasladarse y tratar de nuevo, aunque siempre lo hicieron en la provincia de Coquimbo. Cuando ella ya sale de Coquimbo en 1910, realmente no vuelve a vivir en su provincia natal. Se ve que cuando ella está en Antofagasta que ella siente mucha añoranza, sobre todo en el desierto», dice la autora de “Mistral, una vida”.
¿Por qué era difícil esta relación con Chile?
«Yo supongo que eso de ser autodidacta, de no haber tenido acceso a una educación, aunque ella se convirtió en celebridad en el cuidado de la educadora. Ella pensaba que Chile no tenía mucho que ofrecerle, más allá de la educación, o sea que podría convertirse con mucho trabajo y con mucho talento, podría convertirse en una maestra de liceos, lo que es impresionante para alguien cuya educación había terminado cuando tenía como diez años», concluye la profesora de la universidad de Arizona, Elizabeth Horan, en Palabras Sacan Palabras.