Shane MacGowan, líder de The Pogues y leyenda absoluta del punk irlandés, murió a los 65 años de edad.
Así lo confirmó su mujer, Victoria Mary Clarke en su cuenta de Instagram. “No sé cómo decir esto, así que simplemente lo diré. Shane, quien siempre será la luz a la que me aferro, la medida de mis sueños, el amor de mi vida, un alma bella, un ángel hermoso, el sol y la luna, el inicio y el final, se ha ido con Jesús y María, y su bella madre Therese”, escribió su ya viuda.
El líder de The Pogues supo aunar el folclore y la furia punk en su obra. Militante republicano y católico renegado, puso voz a la generación del éxodo irlandés. Jóvenes proletarios que, como él, abandonaron los verdes atlánticos por el gris londinense en busca de un futuro mejor. Aunque la sociedad inglesa de la época, en constante estado de alerta moral, parecía tratarlos como a ciudadanos de segunda. El sexteto quiso dignificar a una comunidad irlandesa demasiado acostumbrada a soportar insultos como paletas. En sus baladas, los instrumentos típicos de la Isla Esmeralda —banjo, armónica, mandolina, acordeón o flauta— destacaban sobre la distorsión de las guitarras.
Una factura melódica que en el ocaso del movimiento punk los condujo a la fama global, con sus consiguientes excesos. En especial para Shane MacGowan, alcohólico irredento desde los seis años, chapero esporádico en las calles más oscuras de Londres debido a su adicción al speed y más tarde al caballo.
Sus ideas políticas les granjearon poderosas enemistades en unos años ochenta marcados por los troubles (problemas, disturbios), una de las etapas más duras del conflicto norirlandés. Algunas de sus canciones llegaron a censurarse en la televisión británica.
Shane MacGowan se crio con su hermana, padres, tíos y primos en una granja deslavazada del condado de Tipperary que fue testigo en 1919 de la guerra de la independencia. Allí aprendió a rezar y a blasfemar, a tocar la guitarra y a beber dos pintas de cerveza antes de acostarse. Le hacían cantar sobre la mesa del comedor si había visita.
El artista siempre ha sostenido que parte de su inestabilidad emocional —dos ingresos psiquiátricos incluidos— estuvo relacionada con el exilio, malestar compartido con su madre. Con 16 años el cantante ya trató de librarse de ese decaimiento esnifando pegamento y tomando pastillas, algunas legales. El bastión del privilegio inglés en el que estudiaba becado le expulsó por traficar con ellas y empezó a trabajar en un supermercado.
A principios de los 90, cansados de recoger los restos de su compañero por los más variados lugares del planeta, en The Pogues le invitaron a dejar el grupo. MacGowan se alegró de marcharse, según consigna El País.