La gran compañía chilena Teatro y su Doble reaparece este verano con dos obras de muñecos. El cuento de Akakiy Akakievich en “El Capote”, un hombre ruso sin ambiciones, que luego de una mala noticia despierta su empeño vital. Y la galardonada puesta en escena del primer montaje de la compañía, “Sobre la Cuerda Floja”, una historia de un abuelo y una nieta que viven el proceso de duelo juntos tras la pérdida de un ser querido. En Palabras Sacan palabras conversamos con la actriz Aline Kuppenheim, quien trabaja en ambas obras.
“La tercera obra es una obra escrita por Guillermo Calderón, inspirada en el cuento ‘La noche de los Feos’, que muchos lo leímos en el colegio. Que se trata de una, de un hombre y una mujer que se conocen en la fila del cine y los dos tienen huellas muy visibles en sus cuerpos, en sus caras, particularmente. Y es la conversación que ellos tienen y como se abordan el uno al otro en un tema que que finalmente todos nos sentimos en alguna parte identificados. El público extrapola sus propias realidades. Bueno, pasa con las tres obras, la verdad. La primera fue El Capote y luego Sobre la Cuerda Floja, que también ahora estamos curiosos de ver cómo va a ser Post pandemia, porque es un tema bueno el duelo, la pérdida y muchos o pasamos por una pérdida o por la posibilidad de una pérdida. Entonces siento que el público va a estar de de otra forma predispuesto para esa obra”, señala Aline Kuppenheim.
La particularidad es que estamos hablando de horas de muñecos, que es bien interesante eso donde nos contabas tú tienes una participación desde la génesis prácticamente.
“En general el teatro de muñecos es un poco así. Los propios titiriteros fabrican sus propios muñecos en función de lo que necesitan del proyecto que han concebido. Entonces eso nosotros lo hacemos desde cero, desde que elegimos la obra, la adaptación, luego la construcción de los muñecos, de tal forma que se muevan también como nosotros necesitamos que lo hagan para hacerse cargo de esos textos. Entonces es todo el proceso que en general dura como dos años cada uno, desde su inicio hasta el estreno”, indica la actriz.
Yo imaginaba que si ya es difícil actuar y comprometer al propio cuerpo, en frente a un rol, debe ser más difícil con los muñecos o no?
“Es interesante lo que pasa. Nosotros nos lanzamos en esta aventura con la Poli Gianini hace muchos años. En función del texto del Capote fue el texto el que nos hizo pensar en muñeco y no al revés. Nos lanzamos no más y no teníamos idea de de nada del lenguaje. Nos dimos cuenta que justamente el ser actrices o actores porque éramos tres, con Santiago Correa, no servía pero para nada o para muy poco. Servía conceptualmente, pero no corporalmente. Entonces tuvimos que desaprender todo lo que habíamos aprendido en la escuela de teatro para poder mover, controlar estos objetos de una manera, valga la redundancia, controlada, expresiva. Ahí empezamos el camino de entender la técnica. Yo creo que esa es la dificultad de entender la técnica, tanto mecánicamente, técnicamente como se traducen los signos en la marioneta, como reconocemos en la marioneta con rasgos los humanos”, afirma Aline Kuppenheim.
¿Muñeco y títere lo equiparamos es lo mismo? ¿Es un sinónimo o hay alguna diferencia?
“Depende de los países, pero en general el títere, es más bien de guante de medio cuerpo, como los bocones, como 31 minutos. Las marionetas en general son de cuerpo entero, articuladas. De hilos o de varillas y de distintos tipos también. En el fondo en ese momento eran como tres actores actrices que salían en la tele, que les iba relativamente bien, se les ocurra hacer monos y sin nada más tener idea. No sé si tú eres buena en artes plásticas, eres seca para dibujar? Te gustaba mucho. Además, igual yo ya te lo dije, como que antes que entrara te encuentro súper flaca como para mover monos. No sé porque uno cuando ve a la gente de 31 minutos son unos gordos más o menos grandes. Lo digo con súper amor porque los conozco mucho”, asegura la actriz.
“La técnica de varilla es un poco distinta, todo tiene un un una técnica, pero la espalda. Parte de la técnica también es encontrar las posiciones más cómodas para poder manipular, porque además, si un manipulador está incómodo, eso se traduce y se refleja en en los movimientos involuntarios, en la marioneta. Entonces eso la descontrola y la hace menos expresiva. ¿Pero por qué se nos ocurrió justamente? Yo creo que, justamente por lo que tú decías, yo creo que a la Poli y a mí que, que fuimos las que tuvimos la idea y empezamos a trabajar en esto, siento que estábamos atravesando una suerte de crisis de lenguaje”, asevera Aline Kuppenheim.
Chatas de la tele…
“Para ser sinceros. De hecho coincidió con mi salida y la de la Poli también de porque empezó a absorbernos el tiempo y tuvimos que tomar la decisión porque ambas cosas no eran compatibles. El trabajo con los muñecos, como se hace todo. Uno está involucrado en toda las etapas del proceso, se hace incompatible con los tiempos de la televisión, que también son muy absorbentes. Entonces era o lo uno o lo otro. Y como nos lanzamos sin saber mucho qué iba a pasar, le dedicamos el tiempo necesario a aprender de manera autodidacta a hacerlo, que tomó un par de años y después nos fue muy bien.Entonces empezamos también a invertir nuestro tiempo en seguir desarrollando eso”, sostiene Aline Kuppenheim.
Es bien loco porque ustedes salieron mucho antes de la crisis, mucho antes que la tele empezara a dejarlos a todos. La mayoría viven en la calle porque la verdad que hay muy pocos actores y actrices que están haciendo tele, como se hacía antes, en aquel entonces, en la época de oro, que a ti te tocó esa época que se pagaba mucho. Además,en aquel entonces pelar a la tele era como morder la mano que te da de comer.
“Yo siento que no tenemos en Chile una cultura de la crítica. Nosotros cuando criticamos no se entiende como algo para mejorar o para uno darse cuenta de algún error, una carencia en lo que uno está haciendo, sino como un ataque. Entonces es muy difícil hacer crítica constructiva porque inmediatamente se transforma en un ataque y en una polémica. Entonces eso creo que lleva a que finalmente, esté en ti tomar la decisión de hacerte partícipe, estar ahí, en ese espacio que te puede resultar incómodo, ideológicamente, artísticamente, moralmente incluso, vocacionalmente. Tomarlo o dejarlo, porque finalmente es poco lo que lo que se puede cambiar desde adentro”, comenta la actriz.
El área dramática de Mega, por ejemplo, tiene una vida muy saludable. Los niveles de sintonía de las teleseries del Mega son los más altos de la televisión chilena global, Chilevisión un peldaño más abajo, pero también tiene tiene buena sintonía. Los otros canales dejaron de hacer teleseries, lamentablemente. Bueno, son son cosas de de los tiempos, pero ahí yo quiero preguntarte si ya venía una cierta fatiga en términos de lo que pasaba contigo, con los roles, con los papeles que no te llenaban. Pasaba algo con eso.
“Era más más allá que eso. Yo creo que era un lugar donde yo no me sentía cómoda.Porque creo que no tengo un carácter lo suficiente, no tengo el cuero de chancho que que se necesita para ese nivel de exposición. O la cantidad de concesiones que se deben hacer, para poder estar ahí. En ese sentido, volviendo al tema de la crítica, por ejemplo, era muy castigada la crítica. Para mí siempre la crítica era una forma de diversificar un poco, tener una opinión. Yo tenía 19 años cuando llegó la democracia a Chile y al año siguiente o subsiguiente salí de la escuela y para esa generación todo estaba por cambiar, la televisión incluida. Mi fantasía juvenil era que la televisión iba a asumir su rol social y donde los actores íbamos o los artistas en general iban a tener un espacio más creativo dentro. Pero la televisión permaneció siendo un negocio, lo que está bien, o sea, uno lo puede criticar o no, no es mi tema, yo no lo voy a cambiar eso, pero es así. No es un espacio, digamos, ni de experimentación, ni de propuesta, ni de ejercicio cultural para nada, está claro. Entonces yo preferí, dar un paso al costado porque veía que lo que yo, anhelaba de la televisión no se iba a cumplir”, plantea Aline Kuppenheim.
Hablando también un poco de la crítica han generado justamente Amparo Noguera, quien vino a una entrevista acá, en la que tuvimos la oportunidad de conversar y sale una conversación con respecto a a a Gabriel Boric y y ella hace una una crítica, un comentario. Más bien también a su a una deuda que ella sintió que de alguna manera este gobierno ella creyó que este gobierno iba a florecer. También hay una contracrítica, como diciendo los más privilegiados. Y quiero que te refieras a ese punto, los más privilegiados hacen ese comentario y uno dice pucha, cómo”.
“Yo creo que no lo hacen desde su, sino que algo más general. Como un poco como portavoces de una realidad donde no están tan afectados como otros, porque evidentemente el mundo de la cultura es muchísimo más amplio y en Chile solemos relacionar la palabra cultura con la palabra artistas y la palabra artistas con personas que aparecen en la tele. Sea quien sea, no actores, cantantes, periodistas deportivos, chicos reality y todo el mundo, todos son artistas. Entonces ahí hay una comprensión errada y muy superficial sobre un tema que es complejísimo, que no da ni siquiera para una entrevista, eh, Porque es tan complejo y que tiene que ver con cómo se han llevado, y que no lo va a solucionar un gobierno, como se ha llevado durante 50 años el tema de la cultura en Chile. Y como no es un tema que sea exclusivamente de los artistas, es más, yo creo que es de manera secundaria de los artistas. Yo creo que el tema de la cultura en Chile es un tema ciudadano que tiene que ver con los derechos culturales y de los que ningún ministerio finalmente se ha hecho cargo”, fundamenta la actriz.
Pero te sentiste defraudada o te has sentido defraudada? ¿Porque hay una esperanza no cumplida o quizás un anhelo con el gobierno de Boric que no se cumplió?.
“Yo creo que es un poco un pensamiento mágico pensar que un gobierno va a solucionar un tema tan profundamente complejo como el de la cultura en Chile”, sentencia Aline Kuppenheim.
¿Pero nunca tuviste la ilusión?
“Yo creo que más que la ilusión, ver la posibilidad de empezar a discutir sobre el tema, de analizarlo. Como yo supongo y creo que corresponde, que tiene que ver con lo que yo te digo, con una mirada más quizás que, desde lo artístico o desde lo comunicacional, desde lo antropológico, desde lo sociológico o incluso desde la neurociencia, ver qué es, qué significa realmente el tema cultural. No olvidemos que el Ministerio se llama de las culturas, las artes y el patrimonio”, distingue la actriz.
Pero pareciera que esa discusión no se ha hecho.
“No se ha hecho y yo creo que poca gente la comprende y a poca gente le interesa. Yo lo veo desde los políticos en el Congreso cuando se aborda el tema, incluso los convencionales en la primera y en la segunda, para que hablar. Tampoco le dieron el peso, porque tendemos a relacionar el tema de la cultura con algo secundario que tiene que ver con la diversión, la entretención, el pasatiempo. Decimos que claro que es el alma del pueblo. Y sí, estoy de acuerdo que es el alma, pero también es el cuerpo y también es la mente del pueblo. La cultura es cómo convivimos, cómo somos, quienes somos”, puntualiza Aline Kuppenheim.
¿Algunos de los ministros que ha pasado de este gobierno, que ya son tres, ha entendido la dimensión de la cual tú me estás hablando?
“No lo sé, quizás en su fuero interno sí, pero creo que es muy difícil en unos meses cambiar un paradigma que está súper instalado, una lógica que yo siento que si diéramos vuelta la tortilla y lo miráramos desde el otro lado, desde la respuesta que tiene que dar un Ministerio de las Culturas a la ciudadanía en sus derechos culturales, el volver a conectar a la ciudadanía con esos derechos. Porque justamente mientras mientras menos valor le damos a la cultura, menos cultura existe y menos nos damos cuenta que estamos siendo dominados. No tenemos herramientas. Logramos, transformar el tema cultura en algo superficial, en algo que la misma ministra decía cada peso que se destina a cultura es un peso menos para lo que realmente importa o algo así. Y para mí el tema cultural es fundamental en una sociedad. Está antes, junto con la educación, que cualquier cosa”, expone la actriz.
Pero eso es asumir la derrota, pero la mirada que tú tienes es anteponer la derrota cultural porque algún en algún momento, mínimo uno alguna mínima victoria cultural puede tener.
“Por algo hay que empezar, es decir, a nivel comunicacional, desde la institucionalidad, volver a reconectar y quitarle el concepto farandulero a lo que significa el Ministerio de la Cultura, porque es mucho más, nos involucra a todos nosotros, ciudadanía, artistas, distintas comunidades. Terminológicamente tiene tantas acepciones el concepto cultural que creo que tenemos que detenernos a hacer esa reflexión, porque si no estamos en lo mismo, como en un loop permanente. Para terminar, si es que, por ejemplo, cumpliéramos la promesa del 1% del Presupuesto Nacional para Cultura. Fantástico. ¿Pero qué hacemos con ese 1%? ¿A qué lo destinamos? ¿A hacer más proyectos?. ¿Y si no tenemos una ciudadanía que recibe, que necesita, que hace suya, que se apropia de eso? No sacamos nada con tener el 10% del presupuesto nacional. Lo poco que he leído de lo que dice Francisco, la Amparo está bien. Todas las opiniones son válidas, pero creo que hay que ampliar la mirada, más allá de si es que ahora es muy caro, si es que podemos hacer obras con 50 personajes o no, es mucho más complejo que eso para mí”, desarrolla Aline Kuppenheim.
Y hablan de la decepción que le generó Boric.
“Es porque nosotros también tenemos que hacernos parte de la solución, los artistas. Es una palabra grande igual, pero creo que tenemos que hacernos parte de esa reflexión”, acota la actriz.
A propósito de lo que pasó con el proceso constitucional, cuatro años que finalmente no seguimos con la Constitución del 80 o del 2005. Como tú quieras. Y el presidente Boric está por cumplir dos años en marzo, momento en que ya se empiezan a sacar algunas cuentas que se ha hecho, que se va a poder hacer. Se trató de relanzar el tema de la reforma previsional, el pacto fiscal con muchos problemas en el Congreso. ¿Cómo estás viendo eso? El momento político, el momento país, digamos, después del segundo fracaso, de un récord mundial, digo yo, en un año, dos procesos fallidos. ¿Cómo lo ves tú?
“Yo me imagino que un poco como todo el mundo, no con bastante preocupación, con bastante hastío ya de ver también ese loop permanente donde estamos, como con el poniéndole play al discurso y poca acción, poca reflexión. Igual tengo la esperanza que en algún momento logremos desanudar este nudo en el que nos hemos metido todos y todas, con la ayuda de de las redes sociales de que está todo muy maniqueo, como todo, como blanco o negro. Hay poco lugar para reflexión. Pero volviendo al tema que nos convoca, justamente el festival Teatro a mil es una ventanita a todo eso no, es una una posibilidad, una vez al año de entrar en contacto con otras miradas, con otros lenguajes, con otras propuestas, con otras reflexiones, con otras estéticas y con otras experiencias. Experiencias más positivas, más edificantes. Que nos conecten con nuestra propia humanidad. Yo creo que esa es la gran fuerza del tema de la cultura, si queremos llamarle cultura, pero a las artes que tiene que ver con eso que tiene la capacidad de rehumanizar al individuo que está ahí o al colectivo que está ahí. Y eso es fundamental en los días que corren, por eso me parece grave que banalicemos tanto el tema de la cultura, porque yo creo que es, un es es una posible salida, a toda la violencia que estamos viviendo, a esta crisis de seguridad, por ejemplo. Eso es lo que yo siento que tenemos que recoger y entender de experiencias en otros países. Por ejemplo, acerca de cómo se aborda el tema de cultura como una herramienta social”, explica.
Había un titular el otro día en LUN no sé si lo viste el fin de semana de la violencia, qué es lo que tiene que pasar para que esto pare, ¿Qué te pasó con eso?.
“Yo creo que estamos todos en eso. Un poco viendo, el caos total. Pensando que esto no tiene solución nomás yo creo que esa es la sensación. Yo creo que hay un sentimiento de derrota, claramente, en todos nosotros. Eso es así. Pero no todo está perdido y yo soy una convencida que en la educación y en la cultura está la salida a eso. Quizás lo urgente es el tema de la delincuencia, pero lo importante, lo fundamental, es la educación y la cultura para poder salir de ese círculo vicioso, que nos genera la deshumanización, brutal en la que estamos viviendo, ya sea porque por un vacío existencial caes en la droga. Por lo tanto, alimentas toda la industria, el negocio del narcotráfico, es decir, es tan complejo, el tema cultura y abarca tanto más que en lo que estamos eh pegados en si hay Fondart o no hay Fondart. A mí eso me sobrepasa. Yo creo que me desespera un poco, que no se aborde desde ahí, no porque nos quedemos siempre pegado en eso. Porque tenemos ahí una herramienta que es poderosísima y de hecho en otros países ya lo vieron, lo tienen súper claro, pero seguimos teniendo la sensación que estamos como Don Quijote, soñando no? Que es una cosa como de locos, de soñadores. Y no, no lo es. Es realmente un una cosa muy concreta lo que se puede conseguir, si es que le damos más fuerza al tema de la cultura y las artes, desde los colegios, y en todos los ámbitos, en las cárceles, en todas partes”, concluye en Palabras Sacan Palabras Aline Kuppenheim en el mes del Teatro a Mil.